
La 19ª edición del Resurrection Fest ofreció cuatro días de música extrema, con un cartel tan diverso como contundente. Pese a alguna cancelación y cambio de última hora, el evento se desarrolló con una organización impecable y un ambiente inmejorable.
Miércoles 26: El espíritu del metal clásico y la contundencia moderna
El festival arrancó con fuerza. Alice Cooper se encargó de liderar el primer gran espectáculo con una puesta en escena tan teatral como efectiva, entre serpientes, guillotinas y clásicos como “Poison”. Antes, Machine Head firmaron una actuación explosiva con temas como “Imperium”, demostrando que su groove sigue vigente.
En la misma jornada destacaron los japoneses Hanabie., con su hiperactivo metalcore-pop, y Crystal Lake, que reafirmaron la conexión del Resurrection con el sonido japonés. Kerry King, en su debut en solitario post-Slayer, trajo un directo crudo y directo, muy aplaudido.
Sum 41, en su gira de despedida, cerraron el Main Stage con una dosis de punk-rock energético que emocionó a veteranos y nuevas generaciones. Y en una de las mejores actuaciones de la noche, Biohazard reunieron a su formación clásica y dieron un repaso de historia hardcore neoyorquina.
Jueves 27: Versatilidad, teatro y agresión sonora
El jueves fue sinónimo de diversidad. Bruce Dickinson presentó The Mandrake Project con una escenografía muy cuidada y un show conceptual que fusionó heavy clásico y teatralidad progresiva.
La otra gran baza fue Bring Me The Horizon, que arrasaron con una producción descomunal, fuego, efectos y un repaso a sus himnos más recientes y del pasado. La noche se completó con un show eufórico de Lendakaris Muertos (a las 01:30), que llevaron el punk vasco a su punto más álgido.
Delain ofrecieron una actuación impecable, elegante y poderosa, mientras que Ihsahn envolvió al Ritual Stage con su mezcla de black progresivo y ambient. Mención especial a Scowl, que demostraron que el hardcore también puede tener sensibilidad y mensaje, y a High On Fire, que trituraron el Desert Stage con su stoner crudo.
Viernes 28: Fiesta, técnica y clásicos
Una jornada marcada por la versatilidad. The Offspring llenaron de hits los últimos compases del Main Stage con su clásico “Self Esteem”, mientras Corey Taylor —muy aclamado— alternó temas de Slipknot, Stone Sour y material propio, ofreciendo uno de los conciertos más completos del festival.
Sôber, desde Madrid, defendieron con solvencia el metal alternativo en horario de oro. Imminence conquistaron el Ritual con violines, breakdowns y pasión escénica. En el Chaos, Drug Church conectaron con un público entregado.
Accept se encargaron del cierre “a la vieja escuela”, con un show sólido y lleno de riffs germanos.
Sábado 29: Despedida apoteósica y contrastes extremos
El cierre fue tan explosivo como variado. Avenged Sevenfold dominaron el escenario principal con un concierto técnico y visualmente impactante. Megadeth, con un Dave Mustaine que, pese a los años, sigue liderando con soltura una máquina de thrash-metal engrasada.
Electric Callboy convirtieron el Main en una rave metalera, y Babymetal ofrecieron un espectáculo futurista y coreografiado que desató pasiones. Para los más extremos, Slaughter To Prevail descargaron su brutal deathcore con máscaras y guturales imposibles.
En los otros escenarios, brillaron Fear Factory, que regresaron con fuerza renovada; Zulu, reivindicando cultura y hardcore; y los legendarios Cro-Mags, que destilaron actitud y contundencia. El “endshow” lo protagonizó Finntroll, que tiñó de folk oscuro la madrugada. Cerraron el festival los misteriosos TBC y The Black Panthys Party, un show final en clave electrónica y performativa.
El Resurrection Fest 2024 mantuvo su esencia: potencia, variedad y fidelidad a su público. Desde leyendas como Alice Cooper o Megadeth hasta propuestas vanguardistas como Electric Callboy, el festival volvió a demostrar que sigue siendo uno de los grandes referentes europeos del metal y sus ramificaciones.


