MUCHAS TARDES… Muchas tardes y muchas noches hemos pasado todos tocando el ‘Enter Sandman’ o el ‘Master of Puppets’ con una guitarra invisible en el salón de casa o en cualquier antro de nuestra ciudad, donde no hay agua ni para fregar el suelo.
BUENAS GRACIAS… Buenas gracias las de la rubia a la que le hemos cantado al oído el ‘Nothing Else Matters’ intentando convencerla de nuestros buenos propósitos.
Toda la vida hemos emulado a gente como James Hetfield, unos con guitarras imaginarias y otra gente tocando sus temas para goce y disfrute de quien los quiera escuchar.
De siempre ha habido grupos que se aprendían al dedillo el repertorio de bandas grandes y tocaban sus temas en recintos más pequeños y para menos gente. Bandas tributo, cuando tocaban temas de una sola banda, intentando parecerse lo más posible a la original, o bandas que simplemente versionaban las canciones más conocidas de otros artistas.
Pues bien… Todo perfecto, hasta que al abogado con afán de protagonismo de la banda reina del thrash se le ocurrió que no estaba bien, que nada de tocar los temas de sus clientes, porque igual se gastan!!!.
Lejos de importarles lo más mínimo la música, tal como si de Ramoncín se tratara, esta gente que vive y se enriquece gracias a la industria, está siempre alerta por ver si se pueden sacar unas monedillas.
Compartiendo, creo yo, los mismos maestros que la Guardia Civil, este apartado del mundillo que tanto amamos intenta por todos los medios no perder un euro. Con la industria musical hemos topado!!!!!
El caso es que este “señor” se enteró de que por tierras canadienses había una, entre muchas, banda que emulaba a Ulrich y Cía en sus directos y no se le ocurrió otra cosa que enviarles una carta pidiéndoles, “amablemente”, que dejaran de tocar sus temas.
Joe Di Taranto y los chicos de Sandman no daban crédito a lo que les estaba pasando… Si hasta los propios Metallica grabaron un disco DOBLE de versiones, en su día…, (coma) JODER……
La noticia SE CORRIÓ entre los medios de comunicación especializados y, entonces, alguien explicó a Hetfield y Ulrich que ese no era el camino, propiciando que este último aprovechara sus contactos en la revista Rolling Stone para conceder una entrevista e intentar dejar claro que la banda no había tenido nada que ver en el asunto; dando a entender, inclusive, que prescindían de los servicios del susodicho leguleyo.
Pues lo siento, pero viendo vuestros últimos trabajos y otros detallitos por ahí, un servidor y seguro que muchos más NO NOS LO CREEMOS.
Me resulta inverosímil que un abogadillo al que ahora intentas culpar, señor Ulrich, tomara una decisión así sin haberlo consultado, tan siquiera, con vuestro manager . Más fácil me resulta pensar en los 10 millones de dólares que, en julio de 2000, el batera de Metallica pedía a Napster por difundir su música de modo gratuito y en la guerra que en ese momento declaraban a todo aquel o aquello que pudiera hacerles perder un mísero dólar.
En fin…, está claro que lo de Metallica cheira bastante, aunque cada uno puede pensar lo que quiera.
Lo que entiendo como claro es que cada uno debe poder tocar lo que le sale de los cojones (incluso los propios cojones, si le parece fetén) y que cada uno es libre de pagar entrada y ass-istir a los conciertos que, también, le salgan de la coshoada.
Por una parte, tenemos bandas desaparecidas, como Led Zeppelin o Pink Floyd (por ejemplo), las cuales no se pueden ver ya sobre los escen-arios. Por otra parte, tenemos bandas que, como los propios Metallica o AC/DC (por ejemplo, again), no se prodigan en demasía por estos lares y, cuando lo hacen, hay que disputarse como gladiadores las volátiles, a la par que insultantemente caras, entradas con legiones de pijos dubidús que no escucharon un disco entero en su puta vida, pero siguen al rebaño con fe ciega y anal-fabeta.
Desde mi punto de vista, es totalmente lícito que los que vibramos de amor con la música de cualquiera de estas bandas, gustemos de disfrutar de sus repertorios en di-recto (interpretados de manera fiel, digna y respetuosa, a un precio asequible, en un lugar “cómodo” y cerc-ano a casa) a cargo de músicos competentes, sin que ninguna de las dos partes tenga por qué ser criticada, ni intervenida judicialmente, of course (tête de la).
Live and let live. Carpe Diem.
Stay Pelletier
@PelletierHorror
@redgra