La tan ansiada prima-vera llega a la Península y, con ella, también la mayoría de giras multitudinarias. Músicos que acarrean huestes y que dan bolos, generalmente al aire libre, en los que, si hay suerte, sólo te mojas por dentro.
Esta vez, el amigo Pemán había predicho sol “como si fora pra unha voda”, así que en la maleta Pelletier no iba “chubasquero”; sí, por supuesto, el resto de equipaje que ya todos conocéis.
ON THE ROAD AGAIN, esta vez hacia Donosti, porque allí tocaban Bruce Springsteen and The E Street Band. Ante algo así sobran las presentaciones, así que pasaremos directamente a lo importante.
El recinto era el estadio de Anoeta (tan feo por dentro como por fuera) y la organización era vasca (o sea: perfecta). Sin colas ni aglomeraciones, desde la apertura de puertas no dejó de entrar gente hasta los primeros compases del directo; rozando el lleno, aunque sin alcanzarlo.
A las 21:10 sale la banda al escenario, con”The Boss” entrando de último, armado con su guitarra y gritando “Kaixo Donostiiiiiii!!!!!!!!”, justo antes de que empiece a sonar Working on the Highway. Inmediatamente, notamos que el sonido es espectacular, tal y como esperábamos, por no ser la primera vez que veíamos al artista de Jersey.
Llegó la hora de No Surrender, del aclamado disco Born in the U.S.A , haciendo que el respetable se diera cuenta de en donde estaba… Uno de los mejores directos del mundo!!!
My Love will not let you down y The Ties that Bind siguieron con un público enfervorecido, debido a que en todo momento, y como viene siendo habitual, Bruce se mostró muy cercano, acercándose a las primeras filas para que el respetable pudiera tocarle y gritarle “cositas al oído”.
“Are you ready, Donosti?”, preguntaba al respetable, justo antes de comenzar a sonar Sherry Darling y, a los pocos que cogió desprevenidos y mirando a ninguna parte, los devolvió a Anoeta el señor Jake Clemons, sobrino de Clarence, tan pronto como dio dos pasos adelante y las notas de su saxofón comenzaron a dejarse oír, demostrándonos ser un más que digno sucesor del fallecido saxofonista.
Esto era un no parar, tanto de buena música como de interacciones con el público por parte del Boss y en Two Hearts alguien le regaló un sombrero del séptimo de caballería, que pasó por su cabeza durante este tema, acabando al final en la de Patti Scialfa, su esposa.
A la media hora de concierto recoge las peticiones de sus fans, siendo la primera de ellas Independence Day, después de la cual (y mientras suena Hungry Heart) se da un paseíto por las primeras filas, flanqueado siempre por dos armarios de color, vestidos con sendos elegantes y oscuros trajes.
Out in the Street, Crush on You y la sugerente You can Look (But you better not touch) nos acercaron a Fire, canción que el artista no suele tocar en directo (de hecho, era la primera vez en este tour que lo hacía). Con I Wanna Marry You llegábamos a la hora de concierto y también a la parte más íntima del mismo. Miles de mecheros iluminaron la noche de San Sebatián y daban paso a la mega coreada The River y a ese magistral piano, acariciado por Roy Bittan, en Point Black.
Otra novedad en el tour, Murder Incorporated, volvía a dar ritmo al directo y nos acercaba a Ramrod, donde Nils Lofgren, “Little” Steven y el propio Springsteen daban rienda suelta a sus guitarras, elevando ya el de por sí muy alto ánimo del respetable.
Darlington County nos llevaba a un momento álgido del concierto, ya que “el jefe” arrojaba su guitarra al cielo y recogía a una niña con una pancarta, en la cual su padre (lo digo por la cara) había escrito Waitin´ on a Sunny Day. La niña y el Boss regresaron al escenario y ella cantó el estribillo del tema, terminándolo con un It´s a dream!!!! La cara de su padre en las pantallas resumía lo que todos los presentes sentíamos en ese momento, al ver a una niña de diez u 0nce años cantar perfectamente y como si llevara toda la vida haciéndolo, dicho tema. Eso nos da esperanzas…, porque cuando vemos a otras mamás y papás educando a sus hijos con canciones reggaetoneras y letras……. Bueno… A otra cosa, mariposa!!
Con Drive All Night, la banda coge un poco de aire y el Boss presenta al saxofonista Jake Clemmons y al pianista Roy Bittan, enlazándola con Promised Land, del álbum ‘Darkness on the Edge of Town’ y donde los dos músicos dan otro recital fetén.
Llegaba ahora el turno de un cover de Patti Smith en el que el Boss era acompañado al micro por su esposa. Because The Night nos resumía todo lo que había sido el concierto hasta ahora: grandes coros, buenos músicos y, sobre todo, mucha diversión. Nilfs Logren ejecuta aquí un gran solo, incluso dando vueltas, tal tiovivo, embargando el ambiente con las notas de su guitarra.
Brilliant Disguise, The Rising y Thunder Road nos llevaban a pasar las tres horas de directo, por eso parecía que las fuerzas comenzaban a flaquear cuando la banda hizo ademán de dar por terminado el show y las luces de Anoeta se encendieron, pero el Boss y sus discípulos de la E Street Band no estaban dispuestos a dar un segundo de descanso. Las notas de Bandlands, Born in the U.S.A. y Born to Run comenzaron a sonar, tema tras tema, enfervoreciendo al público y también a Max Weinberg que, detrás de su batería, parece que se ríe del tiempo, cuando a tocar nos referimos.
Con el público totalmente entregado y después de regalar ya varias de sus armónicas, llega el turno de Glory Days. Steven Van Zandt, que durante todo el concierto ha estado muy participativo en los coros, se marca aquí un inmenso mini-dueto con Bruce, oportunidad que el artista de Jersey aprovecha para presentarlo.
Era la hora de bailar y, tal como viene siendo costumbre, El Boss se dirigió al respetable para buscar alguna chica mona con la que hacerlo. No le fue difícil encandilar a una morena bien “dotada” de ganas de contonearse al ritmo de Dancing in the Dark para que saliera al escenario; aunque, en este caso, prontamente le robaron el protagonismo. La mala suerte hizo que Bruce ojeara una pancarta en la que se leía I’m not a girl but I want to dance dancing in the dark, al Boss le cayó en gracia y ese chico subió al escenario a sacarse un selfie con él; eso sí…, pasando del baile e incluso de la morena, cosa incomprensible para mí!!!
Parecía que la cosa llegaba al final y llegó el momento de ofrecer un sentido homenaje a Clarence Clemmons y Danny Federici (saxofonista y teclista de la banda, ausentes por un ligero problema de muerte) en Tenth Avenue Freeze-Out, dedicándo unos minutos a exhibir imágenes de los susodichos por las grandes pantallas que flanqueaban el escenario. Momentos después, tocaban una mezcla de Twist and Shout y La Bamba, en la que presentó a toda la banda, en lo que se presumía como el final de un gran concierto.
Pero el público presente no estaba aún conforme y estos enormes músicos, en un último intento por contentarnos, tocaron Bobby Jean y se fueron metiendo entre bambalinas. Todos?…. Nooo… Ahora era al Boss al que no le había llegado. Se colgó una guitarra acústica y una armónica al cuello y nos deleitó con It´s a Hard Land. Se metió a todo el mundo en el bolsillo por milésima vez, antes de marcharse sin prisas, como un hombre que sabe que ha hecho un gran trabajo… Sin esperar a que se lo digan, pero recreándose en ese momento.
En resumen, trabajo y pundonor para un directo que nunca sobresalió por sus efectos visuales, sino por la calidad de su sonido, de su música y por la implicación de sus protagonistas
STAY PELLETIER
@PelletierHorror
@redgra