Cuando los acontecimientos se tuercen desde un principio, es difícil que las aguas vuelvan a su cauce. Cuando creías que no podía haber más infortunios, la mala suerte volvió a aparecer, en esta odisea festivalera. Quizás no eramos dignos de entrar en el Valhalla y Loki y sus Jotuns querían seguir amargando nuestra aventura danesa.
DÍA 2 (Viernes 23 de Julio):
Amanecía sobre Refshaleøen y la lluvia nos daba una pequeña tregua, después del auténtico diluvio nocturno. Estábamos en el camping del Copenhell, a menos de cinco minutos andando del recinto. Un camping bien equipado: con servicios, duchas y un par de puestos de comida y café.
Los conciertos no comenzaban hasta las dos de la tarde y, en vez de de ocupar nuestra mañana en visitar Copenhague, como teníamos previsto hacer, tuvimos que poner nuestras prendas a secar (menos mal que unos rayos de sol nos ayudaron en esta labor).
Siempre es una putada que llueva en un festival, pero nosotros íbamos preparados, con botas y chubasquero. Lo que no sabíamos era que tendríamos que poner la tienda de madrugada, bajo el diluvio (putos aeropuertos).
Una vez preparados y secados todos nuestros enseres, entramos al festival y nos dio tiempo a comer algo antes de ver el primer concierto del día: Baroness.
La banda norteamericana era la encargada de abrir el Hades. Hacía una semana que los había visto en el Hellfest y la verdad es que tenía ganas de volver a verlos después de disfrutarlos a tope en el festival galo.
Los de Savannah entraron sin hacer mucho ruido; subían a un escenario ante un público más que frío. Parecía que eran unos auténticos desconocidos para el público danés hasta que los primeros acordes de Kerosene empezaron a sonar. A partir de allí, parte del respetable comenzó a loquear… y no era para menos.
John Baizley y los suyos venían a Dinamarca a seguir su exitosa gira europea veraniego-festivalera, para mostrarnos sus “colores” en forma de discos. Esta vez el “púrpura” preponderaba, aunque el “amarillo y verde” se hizo protagonista, con una genial March of the Sea, con la que enlazaron y fusionaron de una manera sublime (y eso que hay tres años de por medio entre la publicación de ambas canciones).
Canciones de su último disco “Purple”, como Morningstar o Shock Me, nos aceleraban y hacían vibrar y otras como Green Theme y Board Up The House, de su álbum “Yellow & Green”, ponían la calma, dotando al concierto de un ritmo perfecto.
Se veía al grupo disfrutar sobre el escenario, lo que hacía que un público cada vez más numeroso se contagiase de tal dicha.
Baroness demostraba porque estaban triunfando en los mejores festivales europeos: Download, Hellfest, Graspop y en este Copenhell no iba a ser para menos.
Nos sorprendía la conexión entre Baizley y Gina Gleason, ya que esta última se había incorporado al grupo solo unos pocos meses antes, sustituyendo al guitarrista Peter Adams.
Uno de los momentos álgidos del show llegó con el impresionante temazo If I Have To Wake Up (Would You Stop The Rain?). Parecía que se detuviera el tiempo…. Hasta ese ligero manto de lluvia que caía sobre nuestras cabezas dejó de mojarnos, por un momento. Una canción tocada con sentimiento que nos volvió, si acaso, todavía más melancólicos, al enlazarla con la instrumental Fugue.
Pero este no fue el único momento melancólico del concierto. Chlorine & Wine volvió a ponernos los pelos de punta y es que Baroness tiene la capacidad de hacerte emocionar con sus canciones, sean en un tono más calmado o en uno mucho más agresivo, como en Desperation Burns.
The Sweetes Curse, Isak y Take My Bones Away fue el triunvirato con el que acabaron el que, para mi, fue el mejor concierto de la jornada.
No pasaron ni cinco minutos desde que finalizara el concierto de Baroness y Airbourne ya saltaban al Helviti, ante miles de seguidores dispuestos a rockear bajo la lluvia.
Los australianos siempre son un seguro para caldear el ambiente en los festivales. Temas como Ready to Rock, It’s All for Rock ‘n’ Roll, Breakin’ Outta Hell o Running Wild hacen que el público no deje de saltar y bailar a ritmo de hard rock.
Su líder, Joel O’Keeffe, es puro espectáculo sobre el escenario. No dejaba de corretear e interaccionar con los seguidores y aquella tarde de julio no le importaba que la lluvia le amargara su show particular.
Personalmente, es una banda que creo que demuestra mucha actitud en el escenario, pero que musicalmente no me dice nada. Tienen algún que otro buen tema, pero a veces pueden parecer unos AC/DC un tanto descafeinados. Aún así, la fiesta siempre está asegurada.
No acabamos de ver el concierto de los australianos para darnos una vuelta por el recinto. Nos faltaban por ver las enormes naves que albergan diversos puestos de restauración y una exposición con láminas de autores locales.
El Copenhell es un festival con varios espacios, donde no solo la música es la protagonista, lo cual es de agradecer cuando quieres “descansar” de ver conciertos.
A los que sí que no nos perdimos fueron a The Dillinger Escape Plan.
Los norteamericanos fueron un auténtico torbellino sobre el escenario. Arrancaron el concierto con Prancer y When I Lost My Bet, de su penúltimo álbum “One Of Us Is the Killer”.
Los de New Jersey llevan años llevando su música hasta extremos más propios del mathcore y en cada directo lo demuestran sobradamente. Temas como “Panasonic Youth” y “Black Bubblegum” refrendaban esa agresividad, que mezclada con los continuos cambios de ritmo y las voces de Greg Puciato dotaban de ese sonido tan característico a los norteamericanos.
Un Greg Puciato que cada vez está más grande, con unas pintas un tanto curiosas, por no decir ridículas (parece recién sacado de “Hombres, Mujeres y Viceversa”), pero que a nivel vocal y actitudinal no se le puede reprochar nada.
The Dillinger Escape Plan prosiguió su show con la fantástica Milk Lizard, que junto a One Of Us Is the Killer, Farewell Mona Lisa y 43% Burnt, fueron las canciones más aclamadas por el público danés.
Los de New Jersey se dejaron la piel en el escenario. Ben Weinman y Liam Wilson no dejaban de moverse ni un segundo. Era difícil mantener la atención sobre algún músico en concreto, ya que entre el exultante frenesí que mostraban y la marabunta de gente haciendo continuos pits, se tornaba en una tarea harto difícil.
En definitiva, The Dillinger Escape Plan dieron un concierto muy digno, donde los fans del hardcore del festival aparecieron para comulgar con el grupo en un ejercicio de agresividad, actitud y rabia.
La lluvia nos daba una tregua, pero la música no. Un poco de Royal beer y a seguir. Alter Bridge sería el siguiente grupo en actuar; esta vez en el escenario principal: el Helviti.
Cambiábamos los sónidos más agresivos y rápidos por otros más melódicos y hard rockeros y eso significaba que la media de edad empezaba a subir, como suele ser de costumbre.
La publicación el año pasado de su último disco, “The Last Hero”, hizo que los de Orlando visitaran el viejo continente en este verano, en una gira plagada de festivales.
Alter Bridge demostró carisma, buen rollo, calidad musical y buen hacer. Desde el primer tema, Come to Life, los de Florida se supieron ganar a pulso al numeroso público que en aquel momento presenciaba el concierto. La lluvia seguía dándonos una tregua y el sonido era perfecto. El Copenhell tenía ganas de escuchar a un buen grupo y así fue.
Desde que en 2004 los ex-integrantes de Creed (Tremonti, Marshall y Phillips) decidieran unir sus fuerzas con el bueno de Myles Kennedy, Alter Bridge ha ido cosechando éxitos allá por donde ha tocado. Cinco discos de estudio y miles de conciertos bajo sus espaldas les convierten en uno de los grupos de hard-rock del momento; o al menos uno de los que está más en forma.
Y en Copenhague tampoco defraudaron, repasando sus grandes éxitos y sin centrarse en su último disco, del cual sólo interpretaron el tema Show Me a Leader.
Los discos “Fortress” y “Blackbird” tuvieron el protagonismo del concierto. Y es que estos dos álbumes albergan grandes temas como Addicted to Pain, donde Mark Tremonti demostró su gran clase con un solo magistral, Cry of Achilles, Farther Than the Sun, Ties That Bind, Blackbird o la magnífica Rise Today, que fue el tema con el que cerraron el concierto. Aunque no faltaron temas de otros discos como Metalingus o Ghost of Days Gone entre otros.
Es todo un lujo ver en directo a estos grandes músicos; en especial a Mark Tremonti y Myles Kennedy, que forman una de las mejores parejas artísticas del rock actual.
Gran concierto de los de Florida, siendo uno de los grandes triunfadores del día. Ya sé que los festivales no son una competición, ni un concurso, pero siempre hay grupos que dejan un mejor sabor de boca que otros y para mi, personalmente, Alter Bridge me supieron a la mejor de las cervezas (y no por su logo en forma de estrella, precisamente).
Todo iba perfecto, acabábamos de ver un gran concierto, ya se nos había pasado el mal trago del primer día y, de repente…, un infortunio más hizo que casi me rindiera y lo mandara todo a tomar por culo. Fue la gota que colmó el vaso, pero de todo se aprende y al final se pudo solucionar…
El hecho fue que en las labores fotográficas nos íbamos turnando mi compañera Rakel Pelletier y yo. En Candlemass me tocó a mí ir al foso, con tan mala suerte que la batería de la cámara se agotó, teniendo la otra batería mi compi. Tuve la “suerte” que un fotógrafo danés me prestó su cámara, cambiando la tarjeta de memoria, pero la cámara estaba en danés y al “aceptar” formateé y borré sin querer todas las fotos que había sacado hasta ese momento. Imaginaos el percal…
Una vez de vuelta, pude recuperarlas con un programa, pero el mal trago no me lo quita nadie.
Del concierto de Candlesmass pude disfrutar la mitad, hasta que me enteré del infortunio. Después estuve diez minutos “off”. Menos mal que unos ánimos y una cerveza hicieron que me repusiera.
De Candlemass recuerdo la figura imponente del gran Mats Levèn, entre el humo y las luces, cantando Mirror,Mirror o Dark Reflections. Fue una pena no poder disfrutar de todo el concierto, pero cuando me percaté de lo ocurrido, el concierto ya pasó a un segundo plano.
No tenía muchas expectativas ante Five Finger Death Punch. La verdad es que no me parecen un grupo para ser cabezas de cartel, al menos en Europa. Sus seis discos y múltiples giras no me parecen suficientes para tener dicho honor.
Los problemas de adicción y “nolopruebismo” de su vocalista Ivan Moody hicieron que tuviera que dejar la gira para someterse a tratamiento. En su lugar, Tommy Vext, frontmant de All that Remains, lo remplazaría hasta el fin de gira.
Los de Nevada abrieron el concierto con Lift Me Up, de su cuarto disco “The Wrong Side of Heaven and the Righteous Side of Hell Volume 1”, pero sin la colaboración de Rob Halford.
Parecía que al público danés no le importara el cambio de cantante, ni que no fueran un gran grupo; la verdad que el respetable respondió de una gran forma, abarrotando el recinto del Helviti y entregándose desde el primer momento.
Muy pronto cayeron grandes temas como Never Enought o la versión homónima de Bad Company. Al grupo se les veía disfrutar sobre el escenario y estaban dando un buen concierto. Personalmente, me estaban sorprendiendo para bien y entre el concert y las birras iba pasando ese mal trago del concierto de Candlemass.
Aunque, a veces, en momentos más tranquilos como en Wrong Side of Heaven, no me acababan de convencer al cien por cien. Al igual que su estética un tanto forzada, a la par que hortera; aunque en este mundillo, por desgracia, impera el horterismo y el postureo.
En el final del concierto destacamos temas como Burn It Down, Hard to See o la cada vez más mítica: The Bleedind.
Buen concierto de los norteamericanos que con un directo fresco, divertido y entretenido, hicieron que cambiara mi opinión sobre ellos, aunque siguen sin parecerme un cabeza de cartel. Creo que los tendré en cuenta si me vuelvo a topar con ellos en un futuro festival.
A continuación, Powerwolf tocaban en el escenario Hades y no tardamos ni media canción en escaparnos de ahí (En fin… Para gustos…). La propuesta de black metal-“gregoriano” de los polacos Batushka no nos convencía mucho, pero antes de ver y escuchar a los Powerlobo, preferimos tomarnos una cerveza cerca de la hoguera con la música de fondo de los polacos.
Batushka hace una especie de misa negra con altar y todo, pero su “religión” no nos adoctrinó (no más fe, siempre) e ignoramos por completo su show religioso-satánico.
Otra vez los acontecimientos hicieron que nos retiráramos pronto. Había sido un día duro y no sabíamos que nos podría deparar el día siguiente, dada nuestra continua mala suerte.
Pese a todo el infortunio, mientras abandonábamos el recinto, otra vez la penetrante mirada del lobo nos transmitía la sensación de calma y tranquilidad (El grafitti del lobo, llamado Fenrisulven, es una obra de Victor Ash, un artista francés pero que lleva años afincado en Dinamarca).
Con esa calma nos acostamos para reponer fuerzas para el último día.
Stay Pelletier
Texto: Santi Pelletier
Fotos: Rakel Pelletier