Hace tiempo que quería desglosar el que para mí fue el mejor larga duración de 2017, pero otros quehaceres me mantuvieron en un estado de entumecimiento del que solo es capaz de sacarte una resaca de meses.
Casi a finales de año y justo en el día del aniversario del gran terremoto que asoló Lisboa en 1755, más concretamente el 1 de Noviembre, la banda de metal por antonomasia de nuestro país herma-ano publicaba un disco monográfico y totalmente dedicado a tan grande desastre natural; por primera vez con todas sus letras en su idioma natal: el portugués.
El Lp, titulado 1755, cuenta con 10 temas y una versión del corte que resume la situación (Desastre), en español con la que la banda se mete en el bolsillo al respetable de habla hispana, tanto en La Península como en Sudámerica.
Ambientes lóbregos y oscuros, desolación y miedo, pero también esperanza y fe, podremos encontrar en este disco; muy en la línea con lo que Moonspell transmite en cada uno de sus discos y también muy acorde a lo que piensa de la vida su Álma Máter y máximo compositor, Fernando Ribeiro.
El Frontman lusit-ano asume el papel de superviviente del gran terremoto y nos va narrando en forma de canciones lo que sus ojos ven y su corazón siente en la desolada y caótica capital portuguesa.
Pero bueno… No nos adelantemos y empecemos por el primer corte: Em Nome do Medo.
Las voces parecen salir del mismo infierno y, solamente acompañadas de alguna nota al piano, nos presentan (aunque ya había sido incluido en un disco, anteriormente) el tema más acústico del álbum, para introducirnos en lo narrado. Decir que los registros de Fernando y los coros están a un nivelón, al igual que los teclados de Pedro Pâixao. Ojo a este estribillo y al ambiente de desasosiego que crea la banda, con momentos en los que la música nos recuerda los peores momentos de las bandas sonoras de películas del mismísimo Hitchcock.
Ya metidos en faena, los lusitanos nos presentan 1755, tema que da nombre al disco y que abre una de las partes del Lp: la dedicada a la superstición, el miedo a Dios, el momento en que todos recordamos nuestras peores bajezas para echarle la culpa a alguien o algo de lo que nos está ocurriendo. Coros femeninos y melódicos, cantados en latín, para acompañar la voz más gutural de Ribeiro y una letra que habla de miedo, desesperación y desolación.
Aunque el bajo de Aires Pereira y la batería de Gaspar son para mí los instrumentos que más brillan en este corte, con continuos cambios de ritmo, no dejéis de escuchar atentamente los solos de guitarra de Amorim, que le confieren al tema momentos apoteósicos.
In Tremor Dei continúa la tónica abierta por el tema anterior y nos introduce por primera vez en el disco la localización de tanta barbarie: la capital de Portugal, Lisboa.
La letra, asimismo, habla del momento de ira e impotencia que a todos nos entra justo después de ver algo así. Esa rabia, ese ansia de venganza y también esa esperanza de que lo caído se alzará de nuevo y mejor…
Paulo Braganca, cantante de fado, aparece al final del tema para trasladarnos más al siglo XVIII, aún, si cabe…
Los teclados nos meten de lleno en el siguiente tema, Desastre; corte en el que una letra escueta y con muchas repeticiones de palabras clave (Culpado, na lama, deriva, infamia…) le confieren tintes muy épicos, aunque para mí sea uno de los cortes más flojos.
Siguiendo en esta fase de mostrarnos lo que fue el terremoto, llega Abânao, donde Ribeiro, interlocutor del desastre, sufre ese momento de desolación y desamparo post-traumático y dirige sus plegarias hacia ese ser supremo y poderoso en el que se apoyaban tanto los hombres del 1700 y aún hoy en día muchos, en los momentos de más dolor e incertidumbre. Los coros vuelven a ser protagonistas y el bajo de Pereira está sublime en la parte rítmica de este tema, confiriendo a la melodía mucha fuerza y transmitiendo al oyente todo el poder de la Tierra, (a terra treme…).
Llega el momento, para nuestro interlocutor, de echar la vista a su alrededor, pasados los primeros instantes de miedo, y ver como Lisboa está destruida, sus habitantes muertos, ríos de sangre se escurren entre los cascotes, otrora majestuosos y ufanos, en lo alto de los barrios de la capital. De nuevo el bajo de Pereira es quien nos presenta Evento, en el cual Mike Gaspar vuelve a brillar a un muy alto nivel, dando velocidad a los parches cuando nuestro interlocutor exhala la rabia del momento y cambiando de ritmo para sosegar nuestros oídos en los momentos en los que el susodicho deja entrever su vulnerabilidad y cae en un estado de letargo, implorando con sus lamentos al cielo.
Amorim vuelve a reclamar su sitio y las seis cuerdas vuelven a retomar el protagonismo en 1 de Noviembre, donde la letra nos indica que habrá un antes y un después de este día en toda Europa, animándonos a luchar por esa Lisboa nueva y mejor y a olvidar la antigua ciudad. Las guitarras de Amorim transmiten esa esperanza, dando a Ribeiro una posición de líder, olvidándose por un momento de esas voces muy guturales, endulzándolas un poco, como para convertirlo en el orador y líder perfecto para la causa comenzada. El ritmo trepidante de la batería ayudan a meternos en el momento y también confieren un toque más heavy metal, o incluso más thrash metal, por momentos.
Impresionante Ribeiro, con constantes cambios en el tono de su voz, mostrándose sumamente desgarradora por momentos, pero también épica en muchos otros y transmitiendo a la perfección lo que el tema pide.
Otro gran tema, Ruínas, nos muestra las consecuencias del terremoto y posterior maremoto con una base melódica increíble, unos teclados de los que Pâixao arranca un sonido que es capaz de envolvernos y sacar protagonismo a los bajos de la banda, solo cediéndoselo de nuevo a Amorim en momentos contados. Aunque la letra del corte me parece muy buena, es en este donde Fernando Ribeiro cede toda la trascendencia al resto de la banda, mostrándose las voces en un segundo plano y con total ausencia de coros; algo a lo que no estamos tan acostumbrados, dentro de este género.
El penúltimo corte del álbum, Todos os Santos, comienza de nuevo con las guitarras de Amorim invitándonos a un nuevo mañana en Lisboa. Faz día en Portugal…, reza el interlocutor (Ribeiro), mientras nos presenta los daños de la catástrofe; lamentándose de que todas las oraciones no hayan servido para parar tan magna hecatombe. Los coros regresan para darle un entorno más festivo y de esperanza al tema. A mi entender, será uno de los cortes más pinchados, debido a su pegadizo estribillo y a la facilidad con la que puede ser escuchado, incluso sacándolo del enclave en el que la banda lo quiso encajar.
Todo lo bueno tiene un final y la banda lusitana han decidido terminar con este álbum conceptual incluyendo un cover de Os Paralamas do Sucesso, banda brasileña que mezcla un sinfín de estilos. Momentos de piano sublimes, sin los artificios de los teclados actuales, el regreso del tono intimista a las voces, unas guitarras que te transportan a un paraje idílico y un Ribeiro que se apodera de la letra como si esta hubiera estado escrita para él y para esta situación en concreto. Muy buen cover por parte de los lusitanos, que han escogido la mejor forma de poner la guinda a este álbum conceptual.
Comentar que el disco que he tenido el placer de comprar en el di-recto que la banda dio en Santiago D.C., justo el día de su lanzamiento (3 de noviembre de 2017) y en el aniversario de la catástrofe, viene incluida una versión del tema Desastre en español; dirigido, sin duda, a ser tocado cuando la gira toque tierras de habla hispana, tanto en la Península como en la zona sur de América.
Desde el minuto uno, los lusitanos consiguen lo que se proponen: trasladarnos a unos momentos muy duros, dándole ese halo de tenebrosidad, miedo a lo terrenal y sobrenatural mezclado con esperanza que tan protagonista fue en siglos pasados y de lo que resurgió la Lisboa que hoy conocemos y amamos todos los Pelletier.
Resumiendo (Joaquín Sabina dixit): un gran disco; el mejor para mí del año 2017. Huyendo de etiquetas y de estilos, la banda está, quizás, en su mejor momento (si es que alguna vez no lo han estado); con un frontman al más alto nivel, Aires Pereira, que es capaz de amalgamar todos los sonidos e instrumentos que a su líder se le ocurre usar, y el resto a un espectacular nivel.
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