San Juan is coming… Tiempo de hogueras, de brujas y maldades varias…
Con estas fechas llega también el viaje más esperado para todo Pelletier: la Peregrinación a Clissôn, el adentrarse en la fiesta de las fiestas, el fuego, el alcohol, el Metal y ese devenir de la sangre por las venas, agolpándose en actitud pretenciosa y buscando llevar el máximo de información a nuestros cerebros y, sobre todo, a nuestros corazones.
Este año, la fatalidad se cebó con nosotros y mermó nuestra expedición hasta límites que nunca hubiéramos pensado. Aún a pesar de todo, allá nos marchamos cuatro engendros con ganas de dejar el pabellón bien alto, pero sin ningún novato al que aplicarle el Bautismo de Fuego.
Como siempre, el jueves llegamos a tierras del Val de Moine con el tiempo suficiente para pasearnos por la Hellcity, ver a los primeros conocidos, abrazar a mucho músico impreso en camisetas negras y, como no, ver si todo estaba en su sitio; notando, por mi parte, que faltaba la tienda de Gibson; cosa por otro lado esperada, debido a los problemas económicos que pasa el mítico fabricante de guitarras.
DÍA 1 (VIERNES 22 DE JUNIO)
Unas horas de sueño, la ya conocida por vosotros ducha Floka Floka Style, el saludo correspondiente (es justo y necesario) a los Toxic Twins (este año volvieron al redil) y ya estábamos listos para cruzar la catedral.
No hay nada comparable a esa primera vez que cruzas la catedral… Nada!!! La fiesta del infierno nos espera…
La vuelta de rigor al festi: la reverencia a la majestuosa estatua de Lemmy, el primer pichet entre risas y, como no…, las primeras fotos con los cañones, el camión del ejército, la entrada al Kingdom of Muscadet…; todo eso en una mañana que se nos pasó rapidísimamente.
Pudimos ver los primeros conciertos en las carpas. Qué mejor que una buena ración de doom-sludge metal de buena mañana, por parte de Dopethrone?.
Los canadienses presentaban en el festival galo su nuevo trabajo, Transcanadian Anger, del cual pudimos disfrutar de temas como “Tweak Jabber”, “Wrong Sabbath”, “Killdozer”, “Scuzzgasm” o “Kingbilly Kush”, además de otros viejos temas. Fue una buena manera de tomarnos nuestros primeros pichets (jarras de birra).
Ya hacia el mediodía mis pies se encaminaron hacia el Mainstage 2, porque allí estaban a punto de aparecer los Sons of Apollo. God of The Sun fue el tema elegido por Portnoy y sus huestes para comenzar, pero mis ojos no se clavaron en el afamado baterista en este primer momento. Toda mi atención de los primeros momentos cayeron sobre las dos guitarras de doble mástil que lucían mejestuosos Ron “Bumblefoot” Thal y, sobre todo, Billy Sheehan, que es capaz de cosas increíbles con ese bajo, dándole a la super-banda mucho carácter.
Jeff Scott Soto interpretó, rodeado de estos tres titanes y de Derek Sherinian, temas de su único larga duración, Psychotic Symphony; como por ejemplo: “Signs of The Time” o “Alive”, dejándonos el cuerpo con ganas de nuevos trabajos y, como no, de volverlos a ver en este u otro gran festival, pero con más tiempo.
Por cierto…Para aquellos que dicen que en una banda de Heavy el bajo no es importante, vean ustedes el solo del bueno de Billy antes de opinar.
Un pequeño paseo hasta el Main Stage 1, donde Angry Anderson (No lo Prueba Man) se preparaba para dar uno de los primeros grandes shows de este Hellfest.
Rose Tattoo salió a la palestra con “One of The Boys” y mis ojos se dirigieron atónitos hacia mi compañero de fatigas Ferre Pelletier; el cual, exultante, me confirmó lo que estaba oyendo: el viejo Angry estaba como de quince…, su voz sonaba a Rock ‘n Roll, a Whisky mezclado con cerveza, a tabaco de liar y a mujeres de buen ver… A lo que tiene que sonar.
Un Main hasta la bandera estaba disfrutando de los devenires de los australi-anos cuando comenzó a sonar “Rock ‘n Roll Star”, encumbrando a Dai Pritchard, que se marcó un solo que hizo enloquecer al respetable, consiguiendo meternos en un bucle del que ya no saldríamos en todo el bolo.
Toda la banda rayó a gran altura, excepto el último en llegar, el bajista Dario Bartolin, que para mí pasó sin pena ni gloria, un poco falto de actitud y dando la impresión de que esto no va con él.
De todos modos, esta gente se encuentra excepcionalmente bien, dando la impresión de que se han quedado prendados en los años 70 y que la vida no pasa por ellos.
Hora de comer, del siguiente Pichet y también de los primeros Muscadet… (este año tardé en catarlo, pero después fui poco a poco recuperando el tiempo perdido). Pero bueno, no os aburro con obviedades que ya estáis hartos de conocer.
Mientras, Santi Pelletier se quedaba en el Main Stage 2 para sacar unas fotos y deleitarse con el concierto de Converge. La verdad es que era un tanto extraño ver a los de Boston tocar entre los conciertos de dos viejas glorias, pero si algo tiene de especial este festival es su heterogeneidad musical.
Nuestro compañero Pelletier nos contó que la banda de Jacob Bannon arrasó como un auténtico tornado. “Reptilian”,”Dark Horse” y “Aimless Arrow”, fueron el punto de partida de una auténtica brutalidad. Hicieron que parte de los festivaliers entraran en un gran pit, como aquellos que se hacían antaño, desplazando a los rockeros más veteranos hacía el Main 1, o hacia las últimas filas.
Continuaron su concierto con temas de su último disco, The Dusk In Us: Under Duress y A Single Tear, hacían que los de Massachussetts dieran rienda suelta a toda su locura sobre el escenario.
El bueno de Bannon seguía gesticulando con rostros enfermizos y esquizofrénicos para machacarnos en un final de concierto con temas como “Eagles Become Vultures” o la gran “Concubine”, entre otros.
Después de un concierto así, la calma llegó de nuevo y la sensación que se tenía en los Main Stages era de que acababa de pasar un auténtico ciclón por el Val de Moine.
El sol pegaba fuerte, muy fuerte, pero allí estábamos de nuevo, delante del Main Stage 1 para disfrutar de un directo muy complicado de ver por tierras europeas. Y es que Joan Jett y sus Blackhearts no suelen cruzar el charco a menos que sea por un buen motivo y este Hellfest 2018 lo fue… Podéis creérmelo.
La cantante, guitarrista, compositora, actriz y productora de Philadelfia dio un bolo que fue de menos a más y, en mi humilde opinión, solo cabe destacar el alto nivel de Ricky Byrd a los coros y la presentación de “Light of a day”, tema escrito por Bruce Springsteen para el film del mismo título y en cuyo casting contaba con la frontwoman y el querido Michael J Fox, actor al que no le temblaba el pulso (JA!) a la hora de llevarnos al futuro, al pasado, o incluso hasta al lejano oeste hasta cansarnos de tanto viajecito a bordo del mítico DeLorean.
Cayeron varios temas de The Runaways (era de esperar) y, más o menos a medio concierto, Kenny Laguna se levantó de detrás de sus teclados para presentar, en francés, su siguiente tema: “The French Song”… Punto y aparte. De ahí en adelante todo cambió, ya que el concert subió de forma incesante.
La voz grave de Joan (mezzosoprano, para entendidos), la letra de fetish y el ligero tic que tiene en el ojo derecho contribuyó a que este momento se mostrase evocador y provocativo. Casi erótico…
Una ligera brisa corría de vez en cuando por el suntuoso Val de Moine y esto pareció dar alas a la banda americana, que encadena “Fresh Start” con “I love Rock´n Roll”; paradójicamente, porque todos los temas habían sido presentados hasta llegar a esta, su más icónica canción.
“I Hate Myself for Loving You” acabó un concierto en el que la banda demostró sus años de experiencia (en el 1979 dieron su primera gira europea) y en caso de Joan sus dotes como guitarrista, aunque a mí se me antojó un poco lenta y falta de fuerza.
Esta sensación de sosiego me vino bien para desempeñar el difícil arte de empinar el codo, así que en estos momentos ya estaba preparado para lo que me echaran, o sea: Meshuggah me esperaban a la vuelta de la esquina.
La decisión no era fácil, ya que en ese mismo instante Crowbar y Demolition Hammer tocaban en las carpas, a la misma hora.
Pero una ración de djent y metal progresivo a esas horas es siempre bienvenida, porque aún tu cabeza está lúcida para intentar seguir el ritmo que estas bandas imprimen en sus composiciones: continuos cambios de tempo, riffs rápidos y complicados, además de voces desgarradoras, capaces de abrir tus entrañas a su paso.
Pues bien… La banda que nos atañe (Meshuggah) no iba a ser menos y salió a las tablas con “Born In Dissonance”, de su último Lp, The Violent Sleep of Reason (2016), para dar un repaso a sus últimos discos sin hacer ningún guiño a su material primigenio.
El bolo no deparó grandes sorpresas, con Fredrik Thordendal y Marten Hangstrom soberbios a las guitarras, Tomas Haake perfecto a los parches y Jens Kidman cantando por encima de todo ese aluvión de notas; cosa harto difícil y al alcance de muy pocos humanos.
“Rational Gaze” fue el único tema de su álbum Nothing (2002), ya que el resto del set list se basó en pistas del Koloss, Obzen y el antes citado The Violent Sleep.
Los suecos dieron un buen directo, pero sin llegar a la altura de lo que había hecho Devin Townsend en ese mismo escenario hace un año. Por lo menos para mí, les faltó esa presencia que tiene el canadiense.
Era la hora de otros míticos y el Main aparecía lleno de amplis Orange, síntoma inequívoco de que hay que quedarse. Los también suecos Europe volvían al Hellfest para rememorar nuestras primeras épocas rockeras.
Joey Tempest salió al escenario como mandan los cánones: cuero negro, botas de chúpame la punta y su característica y nunca abandonada media melena rojiza y desordenada. Su look no ha cambiado en estos años, su voz tampoco y su banda, Europe, tiene un super directazo, le pese a quien le pese…
El single de su último disco, Walk The Earth, nos metió de lleno en este bolazo y, a continuación de “The Siege”, llegó el primer clásico de la velada: “Rock The Night”.
John Norum estaba soberbio a la guitarra e Ian Haugland ni te cuento… Todo sonaba increíble; pero por encima de todo estaba Tempest, demostrando que es un gran frontman y metiéndose a todo el respetable en el bolsillo con cosas tan básicas como pedir el aplauso o lanzando “grititos” al aire para que la gente le respondiera. Durante una corta hora usó todos los viejos trucos de rockero empedernido hasta la muerte, consiguiendo que todos le miráramos atónitos.
El solo de teclados de Mic Michaeli nos metió de lleno en la última parte del bolo; parte que, como era previsible, nos trajo aquellos temas de los años 80 de la banda sueca que nunca podrán faltar en su setlist: “Superstitious”, “Cheerokee” y “The Final Countdown” nos acercaron a nuestra niñez, a los primeros vinilos, a maxisingles y cintas de cassette: a lo que éramos antes de ser unos putos engendros.
The Altar es un gran lugar para volver a los escenarios y eso mismo debió pensar Marc Piovanetti, así que ahí se subieron para presentar la nueva formación de Carnivore A.D. Con la inclusión de Barón Misuraca para sustituir al malogrado Peter Steele, Louie Beato a la batera y el citado Piovanetti, la banda nacida en Brooklyn, se juntó en agosto del año pasado para intentar que el legado de Steele se mantenga vivo.
No sería un buen Pelletier si no me acercara a ver los devenires de estos thrashers…
El look soldadito de los comienzos de la banda sigue estando presente en la persona de Piovanetti, que está muy solvente a la guitarra, demostrándolo en temas como “Predator”, “Jesus Hitler” o “Sex and Vilonce”, que sonaron rápidas y potentes.
Respecto a la nueva incorporación, Mr. Misuraca, no podemos decir que tenga una mala voz, incluso tiene presencia en el escenario y hasta un look muy parecido al de su predecesor; pero podemos afirmar que no le llega ni a la suela de los zapatos.
El legado de Peter Steele perdurará para siempre, pero no sé si es necesario manchar su imagen de esta forma. Esperemos que al bueno de Kenny Hickey & company, no se le ocurra hacer un Type O Negative A.D. Sólo de verlo escrito me parece un sacrilegio.
A parte de la expedición Pelletier no le sentó muy bien la broma (de mal gusto) de Carnivore A.D. y decidieron ir a ver a los japoneses Church Of Misery.
Estos “alumnos destacados” de Iommi estaban ya sobre el escenario The Valley, bajo la atenta mirada de Mr. Jimmy Bower, que, entre bambalinas, no se quiso perder el concert de los nipones.
Nuestros compis pelletiers nos contaron que un Valley abarrotado no quisó perderse uno de los grandes conciertos del día.
Los de Tokio ofrecieron, como es habitual, su original setlist serial killer, ya que sus canciones tratan sobre un asesino en serie particular.
“El Padrino (Adolfo de Jesús Constanzo)” abrió un show donde el doom metal retumbaba por la magestuosa carpa.
El “angelito” Ted Bundy fue el siguiente serial killer en aparecer en forma de notas músicales: “I, motherfucker (Ted Bundy)”, de su segundo disco, The Second Coming, sería el siguiente tema en sonar.
Hiroyuki Takano compaginaba su labor vocal con el Theremin, instrumento musical de campos electromagnéticos, que aún, si cabe, le añadía más misticismo al show.
Los japoneses finalizaron con: “Born to Raise Hell (Richard Speck)”, “Brother Bishop (Gary Heidnik)”, “Murderfreak Blues (Tommy Lynn Sells)”.
El festival, esta edición y según lo esperado después de lo visto el año pasado, no ha cambiado mucho y es que, la verdad, no sabría decir qué se puede mejorar. Pero sí había algunas cositas nuevas, como unas cortinas de agua que caían durante todo el día entre los Mainstages y la carpas para refrescar a todo el que se pusiera debajo. Cumplieron su cometido perfecta-mente y, además, sirvieron para que infinidad de engendros se pasaran horas jugando como niños pequeños (ahora paso bailando, ahora lento, ahora rápido, ahora sin pantalones…)
De noche, cuando ya menos gente los usaba para bajar unos grados la temperatura del body, las cortinas hacían dibujitos muy bien iluminadas y dando una sensación de poderío que solo se ve en grandes eventos como este que nos atañe…
Cada uno se lo pasa bien como le da la gana, así que en mi caso me fui de nuevo al MainStage, ya que había oído que ponían una obra de teatro.
La verdad es que no era del todo cierto, pero en ese escenario sí había actores y no uno ni dos… Por supuesto Johnny Depp, pero también Alice Cooper y ,como no, Joe Perry, que además de no probarlo, se siente genial con sus amiguitos y, de paso, toca lo que le sale de los cojones!!! Puto animal!!! Hollywood Vampires Show!!!
El anillado guitarrista, miembro de los chicos malos de Boston, se marcó infinidad de solos, dejando entrever que lo mucho que ha rasgado esas cuerdas en estos casi 50 años son el motivo de que esa guitarra esté hecha harapos. Bien seguro que merecería que alguna discográfica le regalara una nueva. He oído por ahí que les ha llenado los bolsillos de billetes…
Dos o tres temas bastaron para darme cuenta de que Mr Cooper sigue estando en plena forma y cuando se acordó de Malcolm Young y Bon Scott justo antes de tocar The Jack y de Lemmy al comienzo de Ace of Spades se metió a todo el respetable en el bolsillo. Comentar, aún a riesgo de levantar polémica, que Perry eligió una Fender blanca con una pegatina del toro de Osborne para interpretar el afamado clásico motörhedi-ano sobre las tablas clissoniers.
Por si no fuera poco, el bueno de Joe se atrevió a cantar Combination, de su banda de toda la vida, demostrando sus dotes de frontman y dando paso a Johnny Depp que, aún sin ser un virtuoso a la guitarra, me convenció bastante con su actitud y también me sorprendieron sus dotes de frontman, interpretando el People Who Died (The Jim Carrol Band), escudado a los coros por Cooper que, vuelvo a repetir, estuvo colosal.
Nos acercábamos al final del bolo, aunque antes caería otro cover de Aerosmith, Sweet Emotion, más recuerdos a artistas, Jeff Beck, Jimmy Page… y también la icónica y maravillosa Heroes, del recientemente fallecido Bowie, con Depp otra vez al micro y Cooper (No lo prueba Man) a la armónica.
Comentar que, como si fuera poco el show que los vampiros de Hollywood ofrecen al respetable, un monitor del conjunto de ellos que forman la gran pantalla lateral del Main 2 se estropeó dejando toda la parte derecha sin imágenes. The Show Must Go On (Freddie Mercury dixit), así que la organización se puso a trabajar en ello. Todos los festivales, hasta los más grandes, sufren imprevistos; la diferencia es que en algunos se solventan los problemas rápido y sin dar la nota y en otros se echa la culpa al compañero de al lado y punto (sí, hablo entre otros de ese festival “benéfico” que se hace cerca de Santiago… Ese con mucha LUZ y mucho bombo…). Os dejo prueba gráfica de lo que digo…
El resto de la banda cumple bien, lo que hizo de este bolo algo grande. Y es que no es fácil verlos en di-recto, debido sobre todo a que les es muy difícil cuadrar fechas a sus integrantes. Todos tienen, como sabéis, otros trabajos y no son, precisamente, de los que curran poco.
Para el Encore eligieron School´s Out, dejándonos claro que se lo pasan en grande juntos y que, aunque se suman un buen puñado de estrellas, están aquí para divertirse, no dejando lugar a luchas de egos estúpidas y que tantas veces han desecho grandes bandas.
We are Back, rezaba Cooper poco antes del final, así que juzguen ustedes!!!
Tocaba Stone Sour, pero mis pies se dirigieron rápidamente al Temple, para no perderme un ápice del bolo de Satyricon. Tenía una lucha interior increíble. Son estas cosas de los grandes festivales: la última media hora de los noruegos se solapaba con el comienzo de Judas Priest, así que mi intención era sacrificar las primeras filas de los británicos para poder ver el comienzo de Satyr y sus esbirros.
Entré en la susodicha carpa para no salir jamás… Desde el minuto uno, la banda noruega desplegó un recital de buen hacer, cada vez un poco más lejos del Black Metal, con un sonido mucho más ligero del que les vio nacer, pero sin perder un ápice de fuerza; dejando obnubilados a una buena cantidad de presentes, a pesar del hándicap que os comentaba hace un momento.
Estupefacto me hallaba cuando comenzó a sonar Our World, It Rumbles Tonight y, cierto es, toda la banda con Frost a la cabeza parecía querer reventar la noche. Toda?, toda no (René Goscinny dixit), porque Satyr, el frontman, se alzaba majestuoso, impertérrito, mirando a todos lados e infundiendo miedo con su mirada y su presencia. Compositor de casi todos los temas de la banda, el cantante tiene una presencia increíble; sus ojos encandilan al respetable llevándolo a un estado hipnótico como pocos frontman saben hacer.
La banda se centró en los primeros compases del bolo en temas de su último disco, Deep Calleth Upon Deep, tocando el tema homónimo, además de otros como To Your Brethren in the Dark o el tema del inicio, Midnight Serpent, dejando, como viene siendo habitual, K.I.N.G para acabar. Eso sí, esta vez, a diferencia de 2015, cuando habían estado en el mismo escenario, tocaron la maravillosa Mother North a mitad del set list y, en mi caso, eché de menos algún que otro tema, como Filthgrinder.
Aún así, en mi humilde opinión, uno de los mejores directos del festival…
Para otros Pelletiers fue el de Corrosion of Conformity en The Valley, que venían a presentar su último disco: No Cross No Crown. Aunque no faltaron clásicos como: “Seven Days”, “Vote With a Bullet”, “Albatross” o “Clean my Wounds”
Embelesados, se nos fue pasando el tiempo hasta el punto de no acordarnos para nada de Halford y sus esbirros; con lo cual, cuando intenté volver a la realidad y dirigirme al Main, el bolo de los británicos estaba bastante adelantado. Este hecho, sumado a la ingente cantidad de peña que se agolpaba delante del escenario, me llevó a pasar del primer headliner del Hellfest 2018 e irme a ver a Therion; porque además, nunca los había visto en vivo.
Pichet en mano, con toda la tranquilidad del mundo y a sabiendas de que no me metería en ningún pogo en este bolo (básicamente porque no lo iba a haber), me dispuse a ver el espectáculo que el precoz, místico virtuoso, acaparador de adjetivos sin fin, Cristopher Johnsson había preparado para nosotros.
Ataviados de época salieron a las tablas del Temple el propio Johnsson, Thomas Vikström, la sopr-ano italiana Chiara Malvestiti, la hija del frontman Linnea Vikström y así hasta un total de ocho músicos.
Los instrumentos sonaban envolventes y las voces son prodigiosas, amálgamandose completamente y dándole al conjunto un toque muy místico, demostrando que todos son grandes profesionales y que, aunque su estilo no sea mucho de tu devoción, merece la pena verlos, siempre…
No obstante, los suecos acaban de editar un álbum que se compone de tres actos, entre los cuales suman un total de 138 minutos de metal sinfónico y en el que se encuentra el primer tema que pude escuchar por primera vez en tierras galas, Beloved Antichrist. No soy un gran seguidor de Therion, pero me hubiera gustado ver algo más de material nuevo.
Pero como hay que contentar a los fans, llegaron temas más míticos como Lemuria, The Rise Of sodom and Gomorrah y, como no, To Mega Therion….
Con respecto a las voces, lo dicho, Thomas como siempre, Chiara espectacular tanto cuando se echa la banda a los hombros como a los coros, trasladándonos continuamente de un concierto de metal a una ópera de mediados del milenio pasado y consiguiendo que sea difícil apartar los ojos de ella. En el caso de Linnea, cada vez tiene más peso en la banda y su voz es más protagonista aunque veremos lo que ocurre después de que haya anunciado algún que otro proyecto paralelo.
Los graves suenan demoledores, con una batería omnipresente, consiguiendo por momentos que nos olvidemos de las tres voces.
De Johnsson no hay mucho que decir… Es capaz de ser protagonista entre todo esto, así que algo tendrá…
Buen bolo, aunque no de mis preferidos, debido a gustos musicales.
Con esta ración de Temple se acababa para mí le Vendredi. La vuelta a la tienda se antojaba dura. El paso por la guitarra, una cerveza para el camino y el sábado sería otro día.
Muy pronto más y mejor, señoras…
STAY PELLETIER
@PelletierHorror
Texto: Martín Pelletier
Fotos: Martín Pelletier y Santi Pelletier