Odiados y queridos, enjuiciados, juzgados por su vanagloria y engreimiento desmedido, azotados en críticas sin fin por su dilatada y poco comprendida longevidad como banda, desdeñados por su amor a lo material pero, sobre todo, hijos predilectos del Thrash. Idolatrados, amados por sus álbumes Master of Puppets, Ride The Lightning y Black Álbum (en este último caso por otro tipo de seguidores); genios en un mundo de orcos, ladrones en el de los hobbits o algo tan ambiguo como los Jedis de las últimas películas de la saga Star Wars… Sea como fuere, todos hemos escuchado y admirado a METALLICA en algún momento de nuestra existencia.
La banda californiana ha sabido mantenerse en el candelero, atesorando críticas y halagos “como para unha voda”, y ha dejado alguna de las joyitas de uno de los estilos que más seguidores tiene dentro del metal: el Thrash.
Sus ritmos rápidos y agresivos, el doble pedal que usan sistemáticamente los baterías y sus solos indiscriminados hacen que nos volvamos locos cuando una banda de este estilo se sube a las tablas de un festival y Ulrich, Hetfield y sus esbirros han sabido hacerse los amos de esta corriente hasta contar con una legión de seguidores hambrientos de metal, pero también otros tantos de Nothing Else Matters, capaz de moverse, pagar o comer la polla de (debería haber puesto “pagar en favores orales”, pero no soy políticamente cor-recto) quien sea para verlos en sus multitudinarios bolos.
Han pasado treinta y seis largos años desde que Seek & Destroy (Kill ‘em all, 1983) nos encontraba, a algunos con pañales y a otros en triciclo, y, lejos de destruirnos, nos abrió a un mundo que ya nunca abandonaríamos. No Remorse Rules… excepto en Mustaine, que años
más tarde declararía que su obra estaría a otro nivel si hubiera seguido componiendo y tocando la guitarra en Metallica (esto suponiendo que alguien consiguiera aguantarlo en esta época ya que se comenta que su nolopruebismo sumo fue capaz de bajar al bueno de Ron McGovney del barco). A pesar de lo que piense el rubiales, en mi caso brindo por su salida y por temas como Hangar 18, In My Darkest Hour o, más recientemente, Death from Within.
Con Ride The Lightning la montaron gorda y eso que en esa época aún no se llevaba lo de hacer cameos con la Caballé, hecho que puso de moda muchos años más tarde Freddie Mercury. Y es que en este mundo en el que hay que ser totalmente puro y mantenerse lejos de todo lo que no sea un doble pedal a 5000 rpm no cayó demasiado bien que los americ-anos bajaran el pistón para tocar una balada (Fade To Black). Ohhhh!!! Por Dios!!! Sacrilegio!!!! Eso sí, solo delante de los colegas o cuando se escribía la crítica… En casa, el vinilo estaba rallado en la cuarta pista, de tanto ponerla…
Metallica comenzaban a hacerse grandes y, como banda enorme, sacaron su Magnum Opus, Master of Puppets, y los halagos volvieron. Todo volvía a estar en su sitio: las guitarras sonaban potentes y en los bolos la canción homónima al disco era esperada como agua de mayo, consiguiendo al mismo tiempo que las cifras de ventas se dispararan.
Tiempos bonitos que duraron poco…
No hay gran banda sin desgracia o TRAUMA y lo único que no estaba en su sitio en esa gira era el bueno de Cliff Burton (bajista). Mejor le hubiera sido no caer en las manos pecaminosas del juego o, por lo menos, no haber ganado la apuesta que había hecho con Kirk Hammet y en la que le había conquistado su sitio en la litera del autobús de la muerte. Hostiazo padre y ligero problema de muerte al volcarle el vehículo encima después de haber salido disparado por la ventana… La fatalidad había vuelto a cebarse con la música…
Este hecho conmocionó a todo el mundo del metal y mucho, en algunos casos como en el de Anthrax. Las dos bandas habían compartido local de ensayos en las primeras épocas y los neoyorkinos decidieron dedicarle el disco Among The Living al bajista, buscando la manera de ternerlo siempre presente en su música, en sus conciertos y en sus borracheras.
Pero si de algo van sobrados Hetfield y compañía es de tenacidad, cabezonería y gusto por el dinero, así que a pesar de las adversidades continuaron adelante; fichando, eso sí, un nuevo bajista, ya que en esa época aún no se habían puesto de moda los hologramas de muertos en los bolos. Qué bien estábamos….
Como medio de incluir a Jason Newsted y para no perder ni un ápice de interés mientras el nuevo disco se cocinaba, los de San Francisco sacaron un LP titulado Garage Days Re-Revisited, que pasó, como debe ser, sin pena ni gloria para luego editar … And Justice For All, que en su momento no recibió demasiado buenas críticas; siendo para algunos el disco en el que se comenzaban a dejar impresionar por el lado oscuro para caer, sin mesura, en las redes de la industria musical, de lo campechano, de los sonidos más comerciales, del dinero, de los aviones y de las groupies de zapatito de tacón y vestido de Armani o Galliano.
Las chicas de la tina…, les llamaban Hammet and company…
Hoy en día, el álbum se ve de otra manera, ya que atesora mucha más calidad musical que alguno de sus predecesores; con un Lars Ulrich espectacular, las guitarras de Hammet sonando más oscuras y, eso sí, un bajo casi inexistente o sonando mínimamente y confiriendo al trabajo una densidad y una oscuridad que no volveremos a ver en los yankis, independientemente de lo que el futuro nos depare (probablemente diez giras de despedida y un sinfín de álbumes que no contentarán a nadie).
A pesar de este halo que recubría el universo de la formación, el camino estaba marcado, el poderoso rey acechaba, los cuatro jinetes dejaron de resistirse a los bolsillos llenos y lanzaron Metallica, más conocido como Black Álbum, que definitivamente llevó a Metallica a su lado más comercial, reventando, eso sí, las listas de ventas y convirtiendo lo que se presuponía iba a ser un monstruo en un pobre ratoncito que solo asustaba a niñatas y niñatos (que no se me enfade nadie).
Años de mala sangre para los antiguos seguidores, de un devenir de letras más comerciales, de discos iguales y muy cercanos a cualquier cosa menos al Thrash Metal llevaron a la formación a llenar estadios y festivales: Load, Reload, exitoso directo con sinfónica y demás bajadas de pantalones que no me voy a molestar ni en nombrar.
El ego (y el nolopruebismo agropo) de Hetfield seguía dando problemas entre los norteameric-anos, pero ahora se llevaban mejor sin el carácter de Mustaine que, a estas alturas debía respirar aliviado (o no, ya que la llamada del lado oscuro es muy potente y don dinero es don dinero…)
Mejor, decía…!!! Pues no… Jason Newsted dejaba de repente la banda debido a sus constantes discusiones con el resto de componentes de la misma, que llevaban bastante mal sus cameos con otras formaciones (Echobrain) en las que estaba involucrado y Robert Trujillo (Ex -Suicidal Tendencies) ocupaba su lugar a las cuatro cuerdas.
Búsqueda de bajista, rehabilitación de Hetfield, histeria mongola de Ulrich, terapias de “grupo” y demás miserias quedaron registradas en su película de 2004, “Some kind of monster”.
Si puedes hacer dinero con tus logros…, por qué no lo vas a hacer también con tu MIERDA?.
Ante la poca acogida de los más puristas del heavy mundial, o quizás por la frase que ocasionó más desgracias en el mundo (aquella que dice “A que no hay huevos…”), a Ulrich se le acordó probar con un sonido nuevo para los parches en St Anger y el Lp salió al mercado con una batería que sonaba rara, con un sonido metálico nada habitual en ese momento, dejando claro que Metallica no estaba ahí para pasar desapercibida, sino para ser semi-dioses. Primero innovaron con el sonido, dándole un tono más rápido y más alto, luego se cortaron el pelo cuando todo heavy se vanagloriaba de lucir largas cabelleras, más tarde innovaban con los instrumentos saltándose todas las reglas establecidas….
Death Magnetic, Lulu, Beyond Magnetic…
Infinidad de álbumes en di-recto, su propia promotora Blackened, películas que no tuvieron el éxito de taquilla esperado; siendo la última Metallica: Through The Never, que a pesar de no haber cubierto gastos, en mi opinión está bastante bien dirigida y grabada, siendo más que apetecible su visionado para cualquier fan de los americanos.
Conciertos en la Antártida…. Todo esto es METALLICA.
O quizás no… Quizás todo esto no sea Metallica y quizás Metallica sea algo mucho más grande.
Quizás sean las ganas de romper con lo establecido, de ir en contra de todas las reglas y leyes. Quizás sea el tener claras tus metas y luchar por conseguirlas. Quizás sea la superación, la honestidad hacia sus fans en di-recto. Quizás sea la pasión por la música en vivo, motivo por el cual se creó hace ya casi cuarenta años.
Perdón por repetirme. El momento lo merecía…
Honestidad hacia sus fans, he dicho, y alguno de vosotros dejaría de leerme; otros me estarán llamando pirado, pero si nos paramos a pensar, la Historia está ahí.
El vodka, el accidente de Cliff, los altercados en el Monsters of Rock celebrado en Rusia en 1991 para 500000 espectadores (11 muertos y 200 heridos cuando los militares rusos, en medio del despertar de la Perestroika, chocaron contra el exaltado público que solo quería disfrutar del heavy metal, convirtiendo el evento en un campo de batalla), la desgracia de Montreal, donde Hetfield se quemó por todo el cuerpo al ponerse justo encima de una columna de llamas de magnesio, teniendo que salir del escenario en ambulancia… Otra vez altercados que conllevan a la destrucción del Estadio Olímpico de Montreal debido en gran parte a una niñería del amado y odiado, pero por siempre niñato, Axl Rose.
Algunos y algunas os preguntareis que hacía aquí otro nolopruebista redomado, más conocido como Axl Rose, no? Pues bien, la gira era conjunta entre dos de las bandas más grandes del momento, Metallica y Guns ´n Roses, y el “incomprendido” frontman de las pistolas y rosas, lejos de alargar un poco su bolo para cubrir las espaldas de sus compañeros de viaje, decidió no tocar y sacar a su banda del escenario por una rabieta. El motivo: no le gustaba el monitor que le habían puesto… En fin, cosas del directo.
Nada fue capaz de bajar a Ulrich y compañía de las tablas, nadie puede decir que ha salido defraudado de uno de sus bolos y nadie tiene más cojones que ellos. Quizás igual, pero no más….
Cojones como los de Lars Ulrich, el enano danés que llega a América dispuesto a triunfar en las canchas de tenis, siguiendo la tradición familiar, termina montando una de las bandas más grandes de la Historia, la convierte en marca, se queda con ella y termina contestando entrevistas para la revista Forbes de manera periódica.
El hecho de ser considerado “uno de los baterías más importantes de todos los tiempos”, siendo en realidad MUY DEL MONTÓN (por no decir un patán), su detestable manera de hablar, el coleccionar y vender arte “de pitiminí”, ser dueño de promotoras y festivales o el ser multi-millonario y pasearse por los saraos vestido de “sin techo” a veces me hace preguntarme si en realidad el fulano este será un admirable genio con más jeta que espalda y toda esa mierda es su manera de reírse del Mundo de manera irónica; o si, por el contrario, es solo que es un puto GILIPOLLAS de aúpa y al carasho…
Su más reciente truquito de no salir de casa sin un palillo en la boca despeja cualquiera de mis dudas…
Juzgad vosotros mismos…
Volviendo al tema Feca… Metallica…
En 2016 vuelven a las andadas con otro Lp, Hardwired… To Self-Destruct, y en este 2019 traen su WorldWired Tour a Europa, junto a Ghost y Bokassa, siendo uno de los lugares elegidos nuestra amada Lisboa.
Así que volveremos a escuchar los acordes de The ectasy of Gold mientras la formación sale a las tablas del Estadio de Restelo!!!
Si voy a estar? Sí… Si voy a ir a ver a esa banda de vendidos? También… Si me sobra el dinero? No…
Si os dan por culo a todos los haters… Sí
STAY PELLETIER
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