La esperadísima reaparición de Guns N Roses, después del concierto sorpresa de la semana pasada, empezaba de forma accidentada. Horas antes de la primera de las dos fechas programadas en Las Vegas, salía a la luz el rumor de una supuesta lesión en un dedo del pie izquierdo de Axl Rose, que se habría producido durante la actuación en la sala Troubadour.
Lo que en los viejos tiempos hubiese sembrado el pánico entre los fans ante una más que segura cancelación, acabó resolviéndose de la mejor manera posible. A grandes males, grandes remedios… El cantante hacía su aparición en escena sentado en la réplica del trono de hierro de “Game of Thrones”, con guitarras en lugar de espadas, que Dave Grohl había ocupado en varias actuaciones con Foo Fighters tras romperse una pierna.
No hubo cancelación, pero sí un retraso digno de los que solía caracterizar al grupo en los 90. Hay cosas que nunca cambiarán y, como sucedía antaño, la larga espera mereció la pena, tanto para los asistentes al T-Mobile Arena de las Vegas como para los que seguimos como pudimos el concierto en la red, a través de las distintas retransmisiones por parte del privilegiado público. Bendita tecnología.
En torno las 9 de la mañana hora española, sonaba el inconfundible punteo de Duff en la intro de “It’s so easy”, marcando así el pistoletazo de salida y desatando la locura de la ya impaciente audiencia congregada; le siguió “Mr. Brownstone”, conformando así la clásica dupla de canciones con la que Guns N’Roses acostumbraban a abrir sus shows.
La primera impresión tras los dos trallazos iniciales no podía ser mejor, con un Axl dando una auténtica exhibición vocal que disipaba de un plumazo todas las dudas que pesaban sobre él y el resto de la banda desplegando un sonido demoledor.
Llegaba así la primera concesión al disco “Chinese Democracy” con su tema homónimo, que tanto Slash como Duff supieron defender e incluso mejorar, como si llevasen toda la vida tocándolo.
“Welcome to the Jungle” y “Double Talkin Jive” ponían patas arriba el T-Mobile Arena, completando un comienzo de concierto arrollador y sin tregua.
Tras el fulgurante inicio, llegaba uno de los momentos más épicos de la velada cuando empezaba a sonar “Estranged”; con una interpretación cargada de sensibilidad y una ejecución técnica prácticamente perfecta, por momentos la atmósfera pareció llenarse de magia. Las emociones se desataban y el público se rendía ante el excelso espectáculo que estaba viviendo.
Con los espectadores aún tratando de asimilar la enormidad que acababan de presenciar, la banda atacaba la primera versión de la noche. “Live and Let Die”(Paul McCartney) volvía a caldear un ambiente que terminó por incendiarse con otros dos clásicos innegociables en el repertorio gunner: la genial “Rocket Queen”, extendida por un espectacular duelo de solos entre Slash y Fortus que dejaba boquiabierto al respetable, y la irreverente “You Could Be Mine”, uno de los temas más esperados siempre.
Avanzaba el concierto hacia su ecuador, cuando llegaba el momento Duff Mckagan. El bajista se ponía al micro y se arrancaba con “New Rose”, instante que aprovechó Axl para dar descanso a unas cuerdas vocales sometidas a una exigencia máxima.
En su vuelta al escenario en silla de ruedas acompañado por dos muchachas ligeras de ropa, Axl se reenganchaba al show con “This I Love”, una canción en la que el vocalista siempre se entrega especialmente, y que seguro puso el vello de punta a más de uno.
Con el público ya absolutamente rendido a sus ídolos, la banda empezaba a tocar la gran sorpresa que tenía reservada el repertorio. Las primeras notas del bajo de Duff marcaban el comienzo de “Coma” y el pabellón se venía abajo. Por su compleja estructura, su pesado y adictivo riff principal, su fantástica letra, por ser el tema más largo de la discografía gunner, con 10 minutos de duración, es innegable que estamos ante una canción especial. Probablemente la obra más infravalorada y olvidada de los Guns. El hecho de que apenas fuese tocada en directo en el pasado hizo que estuviésemos ante el auténtico bombazo del set list. La banda consumó una interpretación brillante y, a pesar de que la voz de Axl sufrió considerablemente en la parte final, supo sacarla adelante con oficio.
Fluían a continuación desde la guitarra de Slash las notas del tema central de la película “El Padrino”, en lo que fue una nueva exhibición del señor de la chistera, dando una lección magistral de como tocar una guitarra con feeling y buen gusto; interpretación que sirvió de antesala al super clásico que lanzó al estrellato a la banda a finales de los 80: “Sweet Child O’Mine”.
Turno después para “Better”, en lo que fue sin duda el tema más flojo de la noche, por no decir que fue el único que se salió de la sobresaliente tónica general. Siendo una gran canción, dio la sensación de que la banda no supo sacarle todo su jugo, pareciendo en todo momento que fue tocada con el piloto automático puesto.
Después de la intensa y desgarradora “Civil War”, llegaba el momento más emotivo del concierto. Para sorpresa generalizada comenzaban a sonar los acordes del “Wish You Were Here” de Pink Floyd, que engancharon con la parte final del “Layla” de Eric Clapton con Axl Rose al piano, en lo que supuso una majestuosa y soberbia interpretación instrumental que desembocó en la siempre conmovedora “November Rain”. Emoción, deleite y pieles erizadas por doquier.
Se iba acercando el final del espectáculo cuando tenía lugar el momento “Knocking On Heaven’s Door”, siempre recurrente en cualquier directo de los angelinos. El tema de Bob Dylan que los Guns supieron elevar a otro nivel haciéndolo suyo en el disco Use Your Illusion II, se alargó convenientemente en clave de reggae propiciando la habitual interacción entre Axl y el afortunado público asistente.
Tras la enérgica y siempre poderosa “Nightrain”, el grupo se retiraba del escenario ante una multitud lejos de estar saciada, la cual dedicó la mayor ovación de la noche. Una ovación enorme, sentida y sincera, que parecía haber estado guardada durante 23 años y que brotó con una sensación de desahogo, como si se estuviese dando el adiós que nunca pudo darse en su momento y, al mismo tiempo, la bienvenida y el agradecimiento por estar de vuelta.
El ferviente reclamo de los correspondientes bises era correspondido con “Patience”, seguida de la grandiosa y festiva “Paradise City”, poniendo así el habitual broche de oro a una noche mágica.
Quien haya presenciado lo que sucedió el ya histórico 8 de abril de 2016 en el T-Mobile Arena de las Vegas, no podrá afirmar otras cosa que Guns N Roses han vuelto de verdad.
Si bien es cierto que toda la banda rozó un nivel superlativo, es innegable que hubo una figura que estuvo por encima del resto y no es otro que el gran Slash. Es digno de estudio lo de este hombre, que cuando parece que es imposible tocar mejor siempre se acaba superando; derrochó toda su clase y buen hacer a la seis cuerdas, cuajando una actuación sencillamente estratosférica; dejando claro a Axl y al mundo entero que el verdadero sonido Guns N Roses irá por siempre ligado a su inseparable “Les Paul”.
Con Duff mandando en el escenario y llevando el peso de la base rítmica con su habitual solidez y sobriedad y Axl cantando a un nivel que no se le recordaba en los últimos años, este esperado regreso no podría haber empezado de mejor forma.
Sería tremendamente injusto no hacer una mención especial a Richard Fortus. El guitarrista elegido para secundar a Slash demostró que encaja como un guante en esta formación. Tras varios año junto a Axl, exhibiendo su indiscutible talento, superó con nota la prueba de fuego que suponía para él subirse al escenario con los otros miembros de la formación original. Desempeñó a la perfección su papel apoyando a Slash, contribuyendo siempre a mejorar el sonido global de la banda y tuvo tiempo de impresionar a más de uno aprovechando los momentos que le dejaron para su lucimiento personal.
La sombra de Izzy Stradlin es alargada y es innegable que a todo fan le gustaría verlo ahí, pero tras tanto tiempo alejado de los escenarios, no esta del todo claro que estuviese preparado para aguantar una gira de estas características con la solvencia que aporta Fortus.
Si bien tanto Dizzy Reed como Melissa Reese cumplieron con creces su función a los teclados, efectos y voces, podríamos decir que Frank Ferrer fue el único que desentonó ligeramente con el excelente nivel general. Da la impresión de que en ocasiones el batería se empeña en tocar algunos temas llevándolos a su terreno en exceso, dándoles el toque de su estilo personal en lugar de, como mercenario que es, ceñirse a las de por sí perfectas líneas de batería originales. Además, pudo apreciarse una tendencia a tocar excesivamente acelerado; circunstancia que, si bien es cierto en algunas canciones puede incluso agradecerse ese aumento de revoluciones, en otras daba la sensación de sonar algo atropelladas por momentos, siendo Axl el gran perjudicado al tener que hacer sobreesfuerzos para no quedarse sin aire.
En cualquier caso, detalles sin demasiada importancia que estamos seguros que un magnífico batería del nivelazo de Ferrer no pueda corregir; no obstante, con Steven Adler a todas luces incapacitado para un tour de tanta exigencia, suponemos que el señor Matt Sorum estará viviendo pegado a su teléfono por lo que pueda pasar…
Como no existe el concierto perfecto y desde Pelletier Horror somos exigentes al máximo, estamos obligados a resaltar un par de pequeños lunares en el evento que consideramos mejorables: en cuanto a la puesta en escena se refiere, se sucedieron diversas proyecciones en las pantallas gigantes, que si bien por momentos supusieron un gran espectáculo visual que destilaba la clase y elegancia que se le presupone a Guns N Roses, en ocasiones mostraban un punto bastante hortera que, para qué negarlo, también ha formado parte siempre del ADN del grupo. En este sentido, se echó de menos una mayor presencia en pantalla de lo que estaba pasando en el escenario, y más protagonismo de los miembros de la banda en lugar de tanta psicodelia en imágenes y vídeos.
La otra pequeña pega podríamos atribuírsela al set list, donde no acaba de entenderse que aparezcan tantas versiones en detrimento de cualquiera de las innumerables joyas que abundan en el repertorio de material propio de los Guns y que nos quedamos con las ganas de escuchar.
Tras haber cumplido e incluso sobrepasado las expectativas en este ya inolvidable primer concierto de las Vegas, la gran interrogante residía en saber si lograrían volver a hacerlo al día siguiente…. No sólo lo hicieron, sino que consiguieron superarse. Aunque parezca increíble, sonaron más compactos y conjuntados, dando la sensación de haber pasado varios conciertos de rodaje entre una noche y otra. Podemos imaginarnos que cuando ese rodaje se produzca realmente dentro de un par meses, estaremos sin duda ante una de las giras del siglo.
En cuanto al set list, muy pocos cambios respecto a la primera fecha. El ex-vocalista de Skid Row, Sebastian Bach, aparecía como estrella invitada para cantar “My Michelle” junto a Axl Rose, protagonizando así un mano a mano entre las que fueron dos de las voces más representativas del hard-rock de los 90.
Duff cantaba esta vez la versión de los Misfits “Attitude” (precedida por el inicio de “You can’t put you arms around a memory”) en lugar de “New Rose”; en los bises entraba “Don’t Cry” por “Patience” y, a mayores, la cover de The Who, “The Seeker”.
Si en la velada del viernes fue Slash el indiscutible hombre de la noche, el sábado fue Axl quien dio un puñetazo encima de la mesa. Cantando con una intensidad propia de sus mejores tiempos, completó un concierto absolutamente imperial. Es innegable que el hecho de permanecer estático, propició en gran medida su excelente actuación, beneficiándolo a la hora de controlar su respiración, al no tener que moverse por el escenario. El propio Rose agradeció al finalizar los servicios prestados a Dave Grohl, espectador de excepción en el primer concierto, dejando atrás así las rencillas que hubo entre ambos con aquella tan mediática como absurda rivalidad entre Guns y Nirvana a principios de los 90.
Quién sabe…Quizás la cesión del trono a Axl por parte de Dave sea premonitoria de un cambio en el dominio del panorama rockero mundial. Quizás a Axl le haya gustado y no quiera volver a bajarse de ahí. Desde luego, el trono se lo ha ganado.
Guns N’Roses vuelven a reinar.
STAY PELLETIER
Brutal crónica para poner los dientes largos!
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