Como alguno sabréis, los días 9, 10 y 11 de septiembre se celebraba en Boimorto un festival solidario. Todo el dinero que se genera con las entradas del Festival de la Luz va a parar directamente a las arcas de alguna ONG; en este año a Intermon Oxfam (o eso nos cuenta Luz Casal). Aunque el cartel no era mucho del agrado de un servidor decidí pasarme por allí, de forma totalmente externa a pH, o sea, sin acreditaciones de prensa ni nada parecido. La intención era donar los 20 euros de las entradas y, además, pasar un fin de semana distinto.
Allá me fui, con un grupo de amigos, sin prisas, con ganas de pasármelo bien y sin demasiado interés por las bandas que se daban cita en los tres escenarios del festi; porque, aunque había gente con gran bagaje, repito, no eran demasiado de mi gusto…
En esta quinta edición, el recinto estaba como siempre: la zona de acampada y el aparcamiento muy cerca, un montón de pequeñas tiendas nos invitaban a catar sus delicatessen y una conocida marca de supermercados gallega ponía el grano menos artesanal, previo pago de una buena suma por la publicidad generada.
Me decidí a escribir por varios motivos. Primero, porque todo el festival está pensado para que tu cartera se vacíe lo más rápido posible… Pagas por aparcar, por todo lo que te compres y…. ATENCIÓN, si te compras un litrete de cerveza en la barra del festi a última hora, nadie te avisa de que te van a echar del recinto principal para llevarte, cuan ovejas y carneros, a la carpa secundaria. Automáticamente, la Guardia Civil y los siempre “eficaces” seguratas te van sacando hacia la puerta y te abren una distinta para entrar al segundo escenario; carpa que además hace las veces de “after”, o sea, donde los DJ´s ponen música después de los conciertos. ¿Por qué no te dejan ir por la zona de siempre, si has pasado por allí mil veces durante el día?… Pues porque así te obligan a quedarte fuera hasta que te acabes lo que has pedido y pagado religiosamente para poder tomártelo escuchando la música y, si vuelves a entrar y sigues teniendo sed, no te quedará otra que volver a pasar por la barra (y por caja, claro). Bueno…, eso si no protestas…; porque si protestas, el segurata te tira el litro, que repito les has pagado, de una patadita (como le pasó a un servidor, sin ir más lejos).
0 (cero) a la organización, por peseteros, porque podríamos contar mil cosas parecidas, como que todos los licores sean marca Nº 0 (sí, sí…, el ron, la ginebra, el vodka…)… Ahhh!! Y seguro que es el único sitio de Galicia en el que no tienen LK.
Aparte de esas cosas, que te cabrean, decir que el sonido estaba fetén, el escenario grande es muy bonito y está lo bastante abajo como para que puedas ver a los grupos desde cualquier parte cómodamente, sea cual sea la cantidad de gente que haya entrado.
Los niños se lo pasan genial, ya que durante el día tienen un montón de actividades, teatro, cine, payasos, etc etc. En ese aspecto, totalmente recomendable.
Heredeiros bien, Söber bien, José Mercé bien e incluso los Hombres G dieron un buen di-recto, teniendo a quinceañeras y treintañeras totalmete extasiadas con Summers. Como podéis ver, el segundo motivo si es musical…, pero no tiene nada que ver con toda esta gente, no…
Lo mejor, el impresionante di-recto que se marcó el señor Willie Nile. El Trovador de Buffalo salió al escenario a reventar Boimorto. Saltó a las tablas disculpándose por no ser una eminencia hablando español y, sin tiempo a concesiones, el respetable se vio envuelto en la burbuja que Mr Nile había preparado. Forever Wild, The Innocent Ones y el público ya no dejó de saltar y tararear…. Un bajista sin grandes artificios pero que cumple y sabe meterse al público femenino en el bolsillo, un guitarrista que parece sacado de “la casa de la pradera”, Jorge Otero, lider de Stormy Mondays (otra banda a tener en cuenta) que lo acompaña frecuentemente y los himnos que Willie compuso durante más de 30 años hacían vibrar a todo el mundo, consiguiendo que un espectáculo que parecía que lo íbamos a disfrutar cuatro, se acabara convirtiendo en uno de los más “petados” del escenario dos. The house of a thousand guitars o Live on Bleecker Street sonaron también en un concierto en el que el frontman tuvo tiempo de acordarse de Bowie o Clarence Clemmons, ambos los dos ausentes de los escenarios por un ligero problema de muerte… Un piano apareció justo antes de que la banda se retirara un poco para dejar a Willie entonar las notas de Streets of New York en acústico, justo el único momento en el que todos dejamos de saltar. Una mueca de desaprobación apareció en la cara del americ-ano cuando el jefe de sala les comunicó que sólo tenían tiempo para dos temas, pero todos los presentes nos dimos cuenta de que aquello no se había terminado… El público tarareaba incansablemente el estribillo de One Guitar, la banda estaba por las nubes, se les notaba a gusto y no daba la impresión de que se fueran a marchar nunca. Con la guitarra en alto, Willie comienza a decir “One Guitar changes the World”, “One Guitar…” y el respetable, incansable, vuelve al tarareo, “obligando” a los músicos a repetier el estribillo de su tema insignia.
Para cuando Nile acabó me sentía fuera de mí, como si pudiera comerme el mundo… Algunos me entenderéis… otros seguiréis con los meneítos y mayonesas…
Un solo di-recto es capaz de cambiarlo todo… Ya no tenía esa sensación de “¿qué hago aquí?” Ya había merecido la pena…
STAY PELLETIER
@PelletierHorror
@redgra
Coincido en casi todo pero solo dos apuntes:
Si que habia LK ,lo vendian en uno de los puestos de vinos y no solo botellas, tambien copas yo me tomé varias el sabado por la noche.
Y el enorme Willie Nile empezó precisamente el concierto con el piano el sólo tocando Streets of New York ya que era 11 s, fue al principio no en medio del concierto.
Para mi tambien fue lo mejor del festival aunque destacaria además el concierto de Miguel Costas el sábado y de Los Zigarros el domingo.
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