Tras una gran fiesta de bienvenida, el Resurrection Fest abría sus puertas para ofrecernos una gran jornada de conciertos. El cartel de Sold out estaba a punto de colgarse y miles de festivaliers disfrutaban a primera hora de los bellos parajes de Viveiro y alrededores, así como degustaban nuestra apreciada bebida: la Estrella Galicia.
DÍA 1: Jueves 6 de Julio
La Mariña Lucense amanecía con un gran sol; la nube “perpetua” de Mordor que solemos tener nos había dado unas horas de tregua.
El hecho de tener el festival al lado de casa hacía que nos tomaramos los preparativos con mucha calma, tanta que hizo que nos perdiéramos a mis amigos los Bastards. Era un concierto que tenía marcado en rojo, pero la calma, la Guardia Civil con sus “fantásticos” controles y la dificultad para aparcar por Celeiro, hizo que no llegáramos a tiempo para ver al grupo coruñés.
A las que sí que llegamos a ver fue a otro grupo de la Coru (neno). Bala tocaba en el Desert Stage y tras hacer nuestra primera visita por la barra, nos acercamos para verlas.
Las coruñesas presentaban su último álbum, Lume, ante un público expectante por verlas tocar, que a medida que transcurría su show fue llenando el Desert Stage; siendo la inclusión de este escenario uno de los mayores aciertos de festival.
Bala en concierto desprenden una fuerza inimaginable, sobre todo porque el grupo se compone solamente por dos integrantes: Anxela Baltar en la guitarra y Violeta Mosquera en la batería, ambas compartiendo la labor vocal.
Era la primera vez que veía en concierto a las coruñesas y su stoner-punk garage no es fácil de definir. Sus canciones directas y llenas de energía como: Colmillos, Human flesh, y Omertá, entre muchas otras, hicieron que el respetable empezara a moverse. Aunque a título personal no sea el estilo de música que más me guste, me pareció que dieron un buen concierto, aunque a veces daba la sensación de que esa energía estaba un poco descontrolada. Tendré que verlas de nuevo para opinar con más conocimiento.
Nada más acabar el concert, nos dirigimos a la renovada zona Pandemonium, para empezar a ver Airbourne desde una posición privilegiada. La verdad es que prefiero ver a los grupos desde dentro del meo-llo, pero siempre es bueno tener varios puntos de vista, sobre todo en los grupos de primera hora.
Los australianos comenzaron su show con un ritmo frenético, como suele ser habitual. Ready to Rock abría un concierto con el bueno de Joel O’Keeffe siendo el principal centro de todas las miradas. Las energías del joven músico son envidiables. Este chico debió caer en la marmita de Monster de pequeño.
La fuerza e ímpetu que demostraban Airbourne sobre el Main Stage empapó a los miles de seguidores que estaban disfrutándolos y no solo fueron empapados por su música, ya que el mítico truquito de abrir la birra y mojar a las primeras filas no faltó en el Resurrection Fest.
Canciones como Too Much, Too Young, Too Fast, Breakin’ Outta Hell o Stand up for Rock ´n´ Roll fueron las más coreadas y bailadas por un público que casi completaba medio campo de fútbol (en realidad nunca se jugó al fútbol allí, pero nos sirve como referencia).
Los de Warrnambool (población cercana a Melbourne) dejaron todo sobre el escenario. Y aunque las comparaciones son odiosas, tienen la pesada carga de asemejarse a sus compatriotas AC/DC, pero esta carga la llevan con honor y orgullo, ya que parecerse a la mejor banda de hard rock de la historia tampoco debe de ser nada malo, ni mucho menos.
Airbourne cerró el concierto con Runnin’ Wild, demostrando que en directo son una banda perfecta para las primeras horas de eventos como este.
No tuvimos ni un segundo de respiro… Bueno, para que os voy a mentir… Tras degustar de nuevo un poco más de Estrella Galicia, nos dirigimos al Ritual Stage para ver a Comeback Kid. Los canadienses son unos viejos conocidos del festival viveirense, ya que era la cuarta vez que actuaban, tras hacerlo en las ediciones de 2011, 2013 y 2015.
Cuando llegamos al Ritual Stage no cabía ni un alma, ya que el concierto había comenzado hacía unos minutos, pero nuestra veteranía y atrevimiento hicieron que nos incursiéramos en las primeras filas.
El Hardcore siempre ha sido el estilo “estrella” del Resurrection Fest y este año también lo sería, pese a que nuestros amigos, los haters, digan lo contrario. Llegamos a tiempo para ver a Andrew Neufeld y sus secuaces, que dejaron grandes momentos como la soberbia interpretación de GM Vincent & I, un tema que fue coreado y aclamado por todo el público. Otro de los grandes momentazos fue la colaboración de Mimi, vocalista de We Ride, en Partners in crime. La cantante viguesa demostró otra vez sobre las tablas del Ritual su enorme potencial.
Las temidas pero inevitables solapaciones (con cien grupos no te queda más remedio que hacerlas) hicieron que no termináramos el concierto, perdiéndonos así el grandisimo Wake the Dead. Pero es que los Suicidal Tendencies iban a empezar y había que ir hacia el Main Stage.
No hacía ni un mes que algunos de mis compis pelletiers los habían visto en el Hellfest, flipando con la experiencia, y no podíamos perdernos al bueno de Mike Muir y compañía. Un Mike Muir inagotable, como siempre, botando, corriendo y saltando durante toda la actuación.
Los prolegómenos del concierto, con Dave Lombardo haciendo de las suyas en la batería junto a Dean Pleasants con sus solos de guitarra, presagiaban algo muy gordo, como así lo fue. Eran las primeras notas de You Can´t Bring Me Down, uno de los grandes temas de los angelinos. Banda y público empezaron a moverse y un servidor, que se había acercado de nuevo a la Pandemoniun, no tardó en bajar al cotarro. No era para menos.
I Shoot The Devil y Clap Like Ozzy, esta última de su último álbum “World Gone Mad”, continuaban un show donde al bueno de Lombardo se le veía totalmente integrado en la banda.
Suicidal Tendencies estaban envueltos en la gira del “World Gone Mad”, pero aun así nos ofrecieron sus grandes temas, sin centrarse en su último álbum. Freedumb, Get Your Fight On, Send Me Your Money, Possessed To Skate, Cyco Vision…Temazo tras temazo, sonaba en Celeiro. Ante el inmenso Main Stage, este año más grande que nunca.
Pero, una vez más, nos fuimos antes de que finalizara el concierto. La razón: ir a ver a Snapcase, un grupo muy difícil de ver por estos lares. Desde que se reunieran de nuevo en 2010, pisaron Europa en contadas ocasiones y el Resurrection Fest sería una ocasión única para verlos.
Me sorprendió que no estuviera lleno el Ritual Stage… Quizás la coincidencia en el horario con The Black Dahlia Murder y la hora de la cena hizo que la peña no se animase a verlos (¡Allá ellos!).
El grupo de Buffalo se formó en 1991 y, tras unos años de parón, volvieron a los escenarios. La veterana banda de hardcore-punk nos ofreció un gran concierto, repasando temas de sus cinco discos. Canciones como: Bleeding Orange, Coagulate, Caboose, Cognition, Aperture, etc. no faltaron en su show.
Podemos destacar la presencia del carismático vocalista Daryl Taberski. Su inconfundible voz y estilo hicieron que se nos pusieran los pelos de punta en más de una ocasión; acompañado, como no, de unos grandes músicos que hicieron rugir al Ritual Stage una vez más.
La noche caía sobre Viveiro y el Resurrection Fest era una maquinaria perfecta que no paraba de rodar. Entre cervezas, saludos y risas, nos acercamos de nuevo al Main Stage. Esta vez sí que estaba lleno y no era para menos: había una gran expectación para ver a un grupo del Big Four. Y con este ya son tres los que pasaron por el Resurrection. ¿Se cerrará algún año el círculo? Todos sabéis a quien me refiero y sabéis que es muy difícil (sobre todo económicamente), pero si algún año ocurre: SE VA A CAGAR LA PERRA.
The Number of the Beast de Maiden y I Can´t Turn You Loose de los Blues Brothers sonaban por los altavoces. Miles de personas gritaban impacientados para ver a uno de los grandes del thrash.
Anthrax hacía su aparición en escena a lo grande; la canción elegida fue un Among The Living frenético, lleno de ritmo. Los neoyorkinos volvían a tierras gallegas a patear culos y vaya si lo hicieron.
Caught in The Mosh y Got the Time continuaron un concierto rápido y potente. No había hecho más que empezar y parecía que el tiempo iba demasiado rápido; los acontecimientos iban sucediendo sin darte tiempo a digerirlos y, para colmo: Madhouse.
Señoras y señores, así se abre un concierto. Pero no solo las canciones hacen que esta apertura fuera un éxito; hay un secreto (a voces), que no es ni más ni menos que la jodida ACTITUD. Anthrax mantuvo una gran actitud durante todo el concierto y eso, aunque parezca mentira, es muy de agradecer en estos tiempos.
Cuando te quedas obnubilado viendo un concierto siempre hay una figura que sobresale y destaca por encima de otras. En muchos casos suele ser el vocalista, pero Mr. Scott Ian se puede decir que es el centro de todos los flashes. Una vida dedicada al metal, que sus más fervientes seguidores le agradecemos, como así fue en aquella noche de julio.
Fight ‘Em ‘Til You Can’t , Breathing Lightning, Medusa, Be All,End All… el concierto no nos dejaba ni un respiro, pero como buenos pelletiers teníamos que hidratarnos para prepararnos para la traca final.
Antisocial e Indians cerraron, probablemente, el mejor concierto de la jornada y las caras de satisfacción y colocón de la peña daban buena muestra de ello.
La coicidencia de horarios hizo que no pudiera ver a Vintage Caravan, un grupo que tuve la ocasión de ver en el Hellfest y al que tampoco falta nada de actitud. Seguro que no tardaremos en ver de nuevo a los jóvenes islandeses, un grupo muy a tener en cuenta en los próximos años. Tomen nota, que este Pelletier no les miente.
El sonido metal-folk de Eluveitie nunca me gustó, ni gustará y decidí volver de nuevo al Desert Stage, esta vez para ver a Karma To Burn; un grupo que vi el año pasado en el StoneFest (Piedras Blancas, Asturies) y sabía que iba a ser un concierto que no me defraudaría.
El trío americano hizo que el Desert Stage se llenara, pareciendo casi un festival aparte. Los de West Virginia sonaron contundentes y potentes, como suele ser habitual en ellos, con su stoner instrumental. Interpretaron temas de su último disco “Mountain Czar”. Pudimos escuchar temas como: Sixty-two o Sixty-One. Y otros temas de otros discos, creo recordar que interpretaron Eight, entre muchos otros. La verdad que se hace complicado saber que tema es cada uno al llamarse por números.
Nuestro habituál paseo Desert-Main se repitió de nuevo para ver a uno de los grupos más esperados y aclamados del festival: nada más y nada menos que Dropkick Murphys.
El personal tenía ganas de fiesta y los de Boston nos iban a brindar una buena ración de ella. The Foggy Dew, balada irlandesa que se compuso para conmemorar el alzamiento de Pascua en 1916, sonaba antes de que esta banda descendiente de emigrantes irlandeses saltaran al escenario.
Dropkick Murphys sabían que estaban en una nación celta y dieron buena muestra de ello: “Hola Galiza”, “Vamos Galiza”; se pudo escuchar durante el concierto.
The Lonesome Boatman, de su último álbum “11 Short Stories of Pain & Glory”, abría un concierto que fue espectacular, pese a que la primera parte se centraron en temas no tan aclamados como: The Boys are Back o Blood, entre muchos otros. Pero cuando sonó el Going Out in Style, el público empezó a loquear, saltando, bailando y haciendo incluso corrillos para bailar (no lo probaban, algunos).
Rose Tattoo, The State of Massachusetts, Johnny, I Hardly Knew Ya… todos los grandes temas caían mientras la fiesta no paraba. Pero, sin lugar a dudas, I’m Shipping Up to Boston fue el momento clave de la primera jornada de festival. Me faltan adjetivos para nombrar lo que allí se vivió, así que juzguen por ustedes mismos:
Dropkick Murphys en directo son puro espectáculo y en Viveiro demostraron con sus ritmos celtas y la contundencia de un buen grupo de punk-rock, que son un grupo que encaja a la perfección en el Resurrection Fest. Esperemos verlos muy pronto por estos lares.
Con la satisfacción de haber vivido algo muy grande, nos fuimos de nuevo al Desert Stage para ver a Red Fang. La formación stoner de Portland era la encargada de cerrar el festival, junto a los fineses Korplikaani, que actuaban en el Chaos Stage.
Cuando llegamos al concierto, los americanos ya habían comenzado. La hora a la que acababa Dropkick Murphys, junto a las “paradas técnicas” que hicimos por el camino, hizo que nos perdiéramos casi la mitad del concierto, pero en un festival de tal magnitud suele pasar a menudo.
Pudimos ver alguno temas de su último disco, ‘Only Ghost’, como: Flies o The Smell of the Sound, pero Dirt Wizard, Prehistoric dog y Doen fueron los más aclamados y aplaudidos.
Sin hacer un mal concierto, ni mucho menos, Red Fang nos dejo la sensación de que quizás no eran el mejor grupo para cerrar la jornada; o esa es mi opinión. Puede que el no poder ver todo el concierto influyera en ese pensamiento. De todas formas, nuestra energía y lucidez a esas horas ya no era la mejor, así que no me hagáis mucho caso.
Aún así, fuimos a ver el tributo de Rage Against The Machine. Los Bulls on Parade tenían la difícil labor de interpretar grandes temas, aunque al personal a esas horas ya le daba un poco igual la calidad musical.
Por nuestra parte, decidimos tomarnos el primer día con calma, ya que todavía quedaban dos días de aunténtico Horror (en el buen sentido de la palabra).
Pronto podrás leer lo sucedido en esas dos últimas jornadas de festival.
Stay Pelletier
Fotos: Xaime Pelletier y Santi Pelletier
Texto: Santi Pelletier