Todo festival tiene sus cosas, mejores, peores o simplemente diferentes. Toda crónica tiene sus partes, su introducción, su contenido, su conclusión, etc, y todo cronista intenta que cada una de estas partes sea buena. En este caso, la introducción no será la mejor, igual que mi mañana (no lo pruebo, again…) del tercer día de Hellfest y el resto de la crónica solo espero que os parezca la mitad de buena que mi resto del día en Clissôn.
HELLFEST DÍA 3
La vida en el Val de Moine es relativamente fácil para todos los Pelletiers: levantarse, tomar la medicación (omeprazol e ibuprofeno en vena…), ducha “floca-floca style” y a regular el pH de nuevo.
Hecho esto, mis maltrechos pies me llevaron a la Warzone, porque While She Sleeps habían comenzado su show.
Llegamos para el inicio de Four Walls y se nos curaron todos los males. El ambiente era increíble, para esas horas del mediodía. Un Mosh Pit como no había visto aún este año levantaba más polvareda que una manada de caballos en el cañón del Colorado y, quizás escapando de ello, al señor Lawrence Taylor se le ocurrió subirse a las alturas. Eso sí, lo hizo con bastante más estilo que otro del que hablé en el día 2. Pudimos verle “surfear”, mientras cantaba temas como Four walls o la reivindicativa Silence Speaks. Gran concierto, aunque corto.
El sol volvía a caer duro sobre nuestras cabezas, así que, después de tomarnos nuestro refrigerio cervecil, algún pelletier y yo nos dirigimos hacia el oasis que ofrecía la carpa del Valley. Los Islandeses The Vintage Caravan sorteaban el calor y comenzaban su show con Crazy Horses, de su álbum Arrival, que fue la columna vertebral de todo el set list. Voyage (2014) también aportó su granito de arena al show, con temas como Craving o la genial Expand Your Mind, que cerraba el bolo. Buen concierto, cargado de riffs rockeros, en el que solo echamos en falta algún tema de su álbum homónimo.
Se aproximaba la hora de comer, pero no podíamos ir al mexicano de la Warzone (descubrimiento de este año) sin pararnos previamente a ver que nos traían los Motionless In White.
Desde Pennsylvania, como salida de lo más profundo de los Cárpatos, tenebrosa y lúgubre, pero también calmada y sosegada por la influencia del devenir del río Lackawanna, nos llegaba la voz de Chris “Motionless” Cerulli al Val de Moine.
Comenzaron su bolo con Rats, pero la verdad es que el respetable se mostró bastante frío en estos primeros compases; hasta que llegó el momento de Externally Yours y, sobre todo, Loud (Fuck It), que hicieron que público y banda se vinieran arriba en una comunión que duraría hasta el final del show. Death March, tarareado por todo el mundo en plan verdadera “marcha hacia la muerte”, nos llevó a un final en el que no podían faltar Devil´s Night o Abigail. La voz de Chris sonó potente, aprovechando todos los Watios que el Main 1 ponía a su alcance y el resto de la banda cumplió a la perfección, dando un bolo que fue de menos a más, pero que acabó por todo lo alto.
Crippled Black Phoenix tenían sus cuarenta minutos en el Valley y allí se encaminó Santi Pelletier, a disfrutar de su Post-Rock con tintes progresivos. Con un comienzo bastante parado, NO! abrió un show lleno de pausa y melancolía, hasta que sonaron los primeros acordes de No Fun, de su último disco, Bronze. Fue allí donde se les pudo ver disfrutar con el concierto, ya que quizás el calor, el poco tiempo con el contaban y una hora tempranera, hizo que el concierto no fuera como todos esperábamos. Aún así, dejaron momentazos en la interpretación de Rotten Memories y We Forgotten Who We Are.
Al mismo tiempo, el crossover-thrash de Hirax me reclamaba (Martín Pelletier) en el Altar y, aunque Skindred se preparaban ya para aparecer en el Main, decidí irme a ver un rato a Katon y sus huestes. Después de mil separaciones, mil cambios de formación y mil desapariciones, la banda del californi-ano (que, según pudimos comprobar en la sala de prensa, no lo prueba!!!) vuelve a girar haciendo el mal, como mandan los cánones. Hellion Rising, del Inmortal Legacy (2014), se ha convertido ya en un clásico con el que la banda comienza sus shows y en el Hellfest no podía ser de otra forma.

Hirax con nuestro compi Santi Pelletier. ¡No lo prueban!
La verdad es que es un placer ver al diablo negro encima de unas tablas de nuevo. Su voz sonaba potente, por encima de los rápidos riffs de las guitarras y del doble pedal, haciéndonos creer que esta puede ser una segunda etapa gloriosa para la banda del Condado de Orange.
Pero teníamos mucha gana de fiesta y en el Main 2 otro demonio de color hacía de las suyas y estaba consiguiendo que la multitud de gente que se agolpaba para oírlos no fuera capaz de mantenerse quieta en ningún momento. No eran otros que los Skindred.
Con mi ritmo cansino, debido en parte a mi oronda orografía, al calor y a que…¿Qué coño? Estaba allí para disfrutar, ¡no para estresarme!… Fui esquivando lentamentea las blond women & festivalier men (con mayor o menor grado de alcohol) y festivaliers con sueño (durmiendo en el mullido césped) hasta las cercanías de dicho escenario.
Slam, cantaba Benji Webbe que, ataviado con una bandera británica, hacía lo que quería de un respetable totalmente entregado. Agachaos, insensatos… Haced el helicóptero con las camisetas, motherfuckers… Dad palmas al son de Nobody, Rigodones… como si fuésemos súbditos ante un auténtico dios, allí estábamos, miles de mortales dispuestos a experimentar una auténtica epifanía del señor.
Y es que estamos ante una banda que es mundialmente conocida por sus grandes directos; no en vano ostenta títulos como el Best Live Band 2011 y en la fiesta del infierno dieron buena muestra de ello. Sus ritmos, que mezclan el Reggae con el Ska y el Rock Alternativo, hicieron que el respetable se lo pasara en grande con temas como Killing The Power o Nobody. Particularmente, me recordaron mucho al estado de ánimo en el que me dejaron Disturbed en 2016.
Fugaz descanso para fagocitar, en mi caso en una especie de restaurante mexicano que entre los casi 40 grados de temperatura, sus chilis y demás especias picantes, me arrojaban a un estado de sopor inimaginable…; tal pinchazo intravenoso con otro tipo de sustancias.
Decir que la oferta culinaria del festival es amplia y variada, con múltiples comidas de muy diferentes países y en un marco espectacular (no me canso de decirlo…): la parte alta de la Warzone, flanqueada por el Kingdom Of Muscadet y por nuestro querido puesto de vinos. Así que, Pichet del caldo galo para coger fuerzas y al Main 2 a ver a Ill Niño.
God Save us, de su álbum debut, ‘Revolution Revolución’, sonaba a las 4.00 pm, con toda la banda saltando sin parar y dando comienzo a un bolo que duraría unos 40 minutos.
Con If you Still Hate Me, del mismo álbum, y This is War, del ‘One Nation Underground’ (2005), nos dimos cuenta de lo que aporta un percusionista a una banda de metal. En este caso, Óscar Santiago, que acompañaba los parches del fundador Dave Chavarri, dándole a los graves un sonido mucho más protagonista, con mucho peso sobre todo en directo.
Machado, que se hacía un poco repetitivo dando las gracias: vuelta en francés, vuelta en castellano, aprovechó este momento para presentar la gira en la que están inmersos “15 Años de Revolución”, rememorando el año de aparición de su primer Lp y dando paso a un buen puñado de sus mejores temas: Liar, I am Loco, etc.
He de reconocer que para mí no fue el mejor concierto de esta “Hellfesta” y el Nu Metal no es mi estilo, pero me lo pasé bien y no me arrepiento de haberme quemado una oreja (ya os dije que el sol pegaba fuerte, en ese momento).
Mientras tanto, a otros compis pelletiers se les antojó una buena ración de Death Metal y qué mejor lugar que el Altar para ver a los canadienses Beyond Creation?. Los de Quebec, con solo dos discos en el mercado, saltaron a las tablas a las 16:00 horas para demostrar que esas guitarras tienen mucho de Técnico y Progresivo.
Simon Girard machacó al personal en las labores guturales, pero sin olvidarse de que está ahí también para hacer sonar las cuerdas de una guitarra y compagina los dos “curros” evidenciando que es uno de los grandes músicos contemporáneos.
El sonido era perfecto y el respetable se comenzó a venir arriba según iban sonando los temas para llegar a un éxtasis total con Coexistence y Fundamental Process, justo al final del bolo.
Los tres días de festival habían hecho mella en el césped y una continua nube de polvo se izaba delante de los Mainstage cuando los Devildriver se subieron al Main 2. Pero esto no importaba, ya que Dez Fafara y sus esbirros salieron a darlo todo desde un primer momento y en Not All Who Wander Are Lost, tema de su tercer y más extremo larga duración (‘The Last Kind Words’), el frontman de Santa Bárbara pedía el primer Circle Pit, con la respuesta por parte del respetable que ya os imagináis.
El Hellfest es un festival mágico, en el que hasta la gente que va en silla de ruedas “surfea” por las cabezas de los festivaliers.
En Daybreak, mi cuerpo me obligó a dejar de saltar y aproveché el momento para fijarme en el escenario, el cual se veía muy vacío (minimalista, para pijos con ganas de hacerse los interesantes), tal y como viene siendo habitual en los americanos.
Ese sonido tan envolvente de guitarras afinadas en tonalidades graves, característico de las bandas de Groove, nos embargaba con I Clouds Over California, ya que Spreitzer y Tiemman hacían buen uso de sus seis cuerdas, manteniéndose omnipresentes durante todo el directo.
Buen bolo que acabó, no podía ser de otra manera, con Meet The Wreched, de su primer y hómonimo álbum.
Santi Pelletier, en su afán por los sonidos extremos, se acercaba de nuevo por el Temple, donde Arkhon Infaustus jugaban en casa. DevianT Von Blakk (bajista y frontman) y SkVm (batera) son los únicos miembros fijos de esta banda, pero siempre se hacen acompañar de buenos músicos y Santi, hombre ducho en estas lides, lo sabía.
Los Parisinos arrancaron su show con Dead Cunt Maniac, de su álbum homónimo (2000) pero, aunque en su setlist sonaron los temas más míticos, también se permitieron el lujo de tocar un tema nuevo, aún no incluido en ningún trabajo de estudio.
Todo Pelletier tiene unas normas… Sí…, u os habíais creído que todo era tan bonito?. Pues no… A veces hacemos lo que queremos, otras lo que nos viene en gana pero, siempre, siempre hay que tener en cuenta a los clásicos. Porque crecimos con ellos, porque somos lo que somos gracias a ellos y porque algunos no lo prueban, como nosotros.
Claro ejemplo de lo que estoy diciendo es el señor Bobby Liebling (puto engendro borracho, libinidoso y entrañable por un igual) que debido a un ligero problemilla con la autora de sus días, terminó con sus huesos en el calabozo y más tarde con la prohibición de salir del país.
Pero claro… Las desgracias nunca vienen solas y la mítica banda que nos atañe tenía programada una gira por Europa de la que el pequeño duendecillo de ojos saltones se ha tenido que ausentar.
Aún así, el resto de la banda, liderados por un gran Victor Griffin, se presentaron ante un Valley a reventar en el Val de Moine para cumplir con su compromiso. Mis ganas de ver el bolo de cerca se vieron truncadas en esta ocasión, debido a la ingente cantidad de fans que se aplastaban contra las vallas cercanas al escenario, así que me dispuse a verlos en una zona cómoda y con fácil acceso a un refrigerio cervecil. ¡¡Todo sea por Bobby!!
Todo comenzó con Death Row, el tema de su primer disco de estudio con Griffin en la formación y el guitarrista demostró ya en ese momento estar a un gran nivel vocal.
¡¡Vaya… Si al final igual no echamos de menos al engendro!!!
All Your Sins y la maravillosa Sign of The Wolf no tardaron en llegar, espabilando a todo aquel al que el sopor de un día tan caluroso tenía apampado. Greg Turley se mostraba hiperactivo y Pete Campbell demostraba sus tablas, dando a la batera mucha presencia, sobre todo en temas como Dying World.
La verdad es que yo eché de menos al “Gollum”, pero no porque la banda se viera coja, sino porque todos sabemos como las gasta el “chaval”. Aún sin él, Pentagram es una banda grande y así lo demostraron.
Sin tiempo para nada más que la ya típica visita a la barra del bar de Kronembourg, comenzaba en el Main Stage I una de las bandas llamadas a ser una de las reinas del Hard Rock contemporáneo: los Alter Bridge. Los ingredientes los tienen todos: un frontman con una voz muy particular y que encima sabe tocar la guitarra, uno de los mejores guitarristas del momento, que también sabe cantar (a juzgar por lo visto en el Hellfest 2016 con su otra banda, Tremonti), un bajista posturitas tatuado y bien parecido, un batera autodidacta y perfeccionista … ¿Quién da más?
Bromas aparte, estamos hablando de tres miembros de la añorada Creed (Tremonti, Phillips y Marshall) y Kennedy, exfrontman de Mayfield Four, con el que ha contado gente de la talla de nuestro idolatrado Slash.
Volviendo a Clissôn, el comienzo del concierto no gozó, a mi humilde entender, del sonido y la agresividad que se espera de una banda con tanto potencial; pero los más duchos en estas lides sabíamos que esto no duraría y que “The Last Hero” (nombre de la gira) daría mucho de sí.
Addicted to Pain, de su larga duración Fortress (2013), es uno de mis temas preferidos de ese Lp y también del grupo americano y llegó más bien pronto que tarde, dándome un respirito para acercarme a por más birra (puto calor, puta sed y puto nolopruebismo…).
Cry of Achilles, Ties That Bind…, la banda iba desgranando temas sin hacer ninguna concesión al último disco, que vio la luz en 2016 y que se llama igual que la gira. Este momento llegó justo cuando regresaba a mi posición delante del Main. Crows on a Wire fue el tema elegido.
La cerveza me había dado fuerzas y ganas de música, y como si Tremonti leyera mis pensamientos, se plantó a tocar el solo de Blackbird, dando un toque al respetable, que sucumbió al momento; justo cuando la voz más desgarradora de Myles comenzaba a oírse por encima de las notas de la PRS Singlecut Shelby.
Un guiño a One Day Remains, álbum debut de la banda, con Metalingus, que nos metía en el final del bolo de los estadounidenses, con un público muy entregado cuando sonó Show Me a Leader y, como no, Rise Today, su tema más televisivo y que es hartamente conocido por todos debido a su inclusión como tema principal de la WWE o a su aparición en diversidad de anuncios (Csi: Miami, Terminator…).
Buen concierto, aunque para mí no tuvo la fuerza que me esperaba de esta banda; teniendo que reconocer que en 2016, Tremonti en solitario me impresionó mucho más.
Al finalizar el concierto, Of Mice And Men comenzaban su show en el Main 2 pero bastaron un par de temas para darme cuenta de que era un buen momento para tomarme un descanso, darme una vuelta por la Hellcity, subirme a la noria (ah no, esto no, que tengo miedo a las alturas…). En fin, momento relax antes de otro de los platos fuertes de este Hellfest.
Aunque sin ningún bagaje como banda, Prophets of Rage es un supergrupo nacido de las cenizas de una de las más grandes, Rage Against The Machine, y de dos bandas de rap consolidadas, como son Cypress Hill y Public Enemy. Para entendernos, todo RATM menos Zack de la Rocha, que sigue sin querer saber nada de vestirse el pasamontañas, ni de subirse al escenario con sus ex-compañeros de correrías.
Como presentación del supergrupo eligieron el tema de Public Enemy que da nombre a la banda, saltando al Main con los puños levantados y dejando claro lo que veríamos después de ese momento. Chuck D tomaba el protagonismo en esta primera parte del directo pero B-Real no quería ser menos y entre los dos sacaron adelante el primer y esperado tema de RATM: Testify puso a todo el respetable a saltar, emulando a los dos frontmen, que no paraban un segundo. En mi caso, estaba en ese estado de estupor en el que te encuentras durante los primeros temas de las bandas a las que has soñado ver.
Take The Power Back sonaba ya cuando el primer solo de Morello me sacó de mi estado catatónico y me volvió a la realidad. Realidad de la que hablaba el típico cartel pegado a la guitarra del neoyorkino: Fuck Trump (y que le jodan bien).
La banda sonaba como si llevaran toda la vida juntos: presencia en el escenario, potencia vocal, un bajista (Commerford) que se permitía incluso hacer coros, la batería de Brad Wilk que envolvía todo y los efectos de DJ Lord que le daban al grupo un sonido distinto y característico.
Después de presentar a la banda y a sus componentes, antes de Guerrilla Radio, B-Real anunció la salida de un disco propio de la banda para este año y presentó el primer single que se llamará Unfuck The World, donde el virtuosismo de Morello volvió a alcanzar niveles estratosféricos, aunque no tanto como cuando sus dientes se acercaron a las cuerdas en Fight The Power (cover de Public Enemy).
Estábamos en mitad del concierto y los dos frontmen, acordándose de sus raíces, presentaron a Dj Lord para hacer un remix de temas míticos de hip hop, con el hombre de los platos como único “músico” y ellos cantando, acompañados con la legión de fans que se agolpaban más cerca del escenario.
Con toda la banda de nuevo en el escenario, sonaron cosas como Sleep Now in The Fire, donde aprovecharon para hacer un fragmento del tema de Audioslave: Cochise y encadenarlo con Like a Stone, de la misma banda, y dedicarla al recientemente fallecido Chris Cornell. Tom Morello presentaba el tema y lo interpretaba magistralmente a las seis cuerdas, acompañado solamente por el bajo de Tim y los parches de Brad.
La palestina (en clara alusión y apoyo al conflicto) y las gafas de sol ocultaban el sudor de B-Real cuando presentaba How I Could Just Kill a Man, tema que según él escribieron RATM y Cypress Hill hace ya veinticinco años y que nos metía en el final del bolo.
Quedaba la traca final y los temas elegidos fueron Bulls on Parade y, cómo no, la icónica Killing in The Name, que nos dejó ganas de más, de mucho más…
A juzgar por lo visto, a esta banda le queda mucha andadura, y para mí dieron uno de los mejores directos de todo el festival.
Pero como en el festival pasan muchas cosas simultáneas, mientras yo disfrutaba de tan tremendo bolo, Santi Pelletier se quedaba en el Temple. No es que sea un miedica, ni un vampiro, es solo que… bajo la carpa y a cubierto del astro que solo vemos por las tardes, tocaban Scour.
El Tito Phil (que además de no probarlo no se pierde un año de Hellfest, el muy cabrón…) salió al escenario con su talante retador característico, según palabras de Santi, para hacer lo que sabe, pero esta vez dando un concierto de Black Metal.
Pese a que el bueno de Anselmo tuvo que tirar de “chuleta”, ya que tenía las letras escritas en folios, hizo de esto un espectáculo, arrugando y machacando cada folio al final de cada tema. Y es que da igual que no se sepa las letras al 100%, que las tenga que leer, porque Mr. Anselmo sigue siendo de los mejores frontmen en el panorama metalero internacional.
Scour sonaron potentes, agresivos y extremos; se notaba que en sus filas había miembros de Cattle Decapitation, Pig Destroyer, Intention y Continuum. El set list se compuso básicamente de los temas de su disco homónimo.
Hasta que llego uno de los momentos más esperados por todos. Tras años viniendo al Hellfest, Phil Anselmo recordó su paso por Pantera cantando Strenght Beyond Strenght justo al final del bolo. Uno de los grandes momentos del festival.
Con el cuerpo sudoroso de tanto salto y tanto Circle, me moví un poco para ver comenzar a Five Finger Death Punch. Los de Nevada dieron un concierto de una hora con un set list cargado de covers e incluso un tema acústico, en parte debido a que no se encuentran en la gira de presentación de ningún disco. Rápidamente se hicieron con la grandeza del Main 2, demostrando muchas tablas y, sobre todo, mucha conexión con la gente.

Foto de Rakel Pelletier en el Copenhell 2017.
Lift me Up abrió un set list en el que tuvieron cabida guiños a Bad Company, a Queen y, por supuesto, a Soundgraden. Under and Over It y The Bleeding dieron por finalizado uno de los que quizás sea el último bolo aceptable de la banda de groove metal, ya que a nuestros oídos ha llegado que hay problemas irreparables entre los miembros, que dieron bolos bochornosos a partir de este día y que incluso se les vio discutir entre bambalinas.
Muy probablemente,, Ivan Moody, frontman de la banda cambie de aires más pronto que tarde.
Pero las cosas pueden ir a peor… Era el turno de Linkin Park y los que para muchos eran cabezas de cartel de este domingo, a mí no me dijeron nada. Así que he decidido no enturbiar mi nombre ni el de este festival tan grande hablando de semejante…
Antes de la publicación de esta crónica hemos tenido que despedir a Chester Bennington, como todos sabréis… Aunque los últimos tiempos de la banda no nos convencieron, hay que reconocer que los dos primeros discos de Linkin Park se agolpan en nuestros recuerdos como un martillo pilón. Si estás con el Dios Dio, amigo Chester, disfrútalo y si por el contrario esos dos discos no fueron suficientes, otros estaremos más lejos.
Previo paso por las cabinas que recogen el sobrante de cerveza de nuestro cuerpo y para sacarme el mal sabor de boca me fui al Altar (por cierto…, increíble lo limpias que están, después de tres días de festival). En el citado escenario era donde Coroner se disponían a hacernos olvidar todos los males.
Un poco de Historia, ya que los suizos son una banda bastante desconocida, antes de entrar en mi opinión sobre el concierto.
La banda nace en 1987 en Zúrich; o sea, hace ya treinta años, e inicialmente siguen el camino del Thrash Metal para luego dar una vuelta de tuerca y convertirse en una banda de las más innovadoras del momento, con riffs más técnicos, solos continuos y un sonido más progresivo.
Pero la crítica no apoyó su virtuosismo y los suizos decidieron disolver la banda y seguir caminos distintos. En 2011, la fiesta del infierno consiguió reunirlos de nuevo, pero el experimento no cuajó y sus vidas siguieron paralelas pero no juntas.
Con cuatro miembros: un bajista Ron Royce (voces), un batera Diego Rapacchietti, Reiz Trigger a los teclados y Tommy T Baron, un virtuoso guitarrista capaz de sacar sonidos que nunca habríamos pensado que podrían salir de una sola guitarra, Coroner ha resurgido de sus cenizas con motivo de su treinta aniversario para reclamar su sitio en la historia del Rock.
La máquina de precisión suiza comenzó a sonar, llamándome la atención los constantes cambios de ritmo de la batera de Rapaccietti, como si quisiera que aún no nos fijáramos en Baron, suplicando la atención para sí antes de que el poderoso guitarrista nos embaucara.
El sonido era brutal, los punteos de Royce conseguían amalgamar las notas más graves de la batera y las más agudas de la guitarra, haciendo que el sonido nos envolviera e impidiéndonos desviar la vista de lo que estaba pasando.
Internal Conflicts y Serpent Moves nos trajeron los primeros solos. Baron emulaba a los ofidios con su presencia tímida y tranquila, pero su guitarra sonaba con una fuerza como pocas veces he visto.
Antes del quinto tema, Royce hace un pequeño parón para presentarnos Semtex Revolution (Metal Vortex 1991), cogiendo fuerzas para un tema en el que la voz sonó increíble, barriendo todo a su paso y despertando con el hostión de las ondas a todo aquel al que los efluvios del alcohol habían invitado a sentarse en los alrededores de la carpa.
Un espejismo con los ritmos más cansinos con los que comienza Tunnel of Pain (No More Colour, 1989) nos metían de lleno en el tramo final de un directo en el que íbamos a solo de guitarra por tema, cada uno más espectacular, mejor!!!… Para el corte, Baron comenzó rasgando sus cuerdas despacio, como queriéndole dar un respiro al respetable y a Royce, que después de presentar a la banda tendría que sobrellevar el final del directo.
La genial Reborn Through Hate y Die By my Hand fueron las elegidas para acabar con un setlist que fue un espectáculo.
Mucha técnica en un directo sin fisuras y con mucha fuerza que acabó igual que empezó: siendo perfecto, música de calidad sin concesiones a lo esperpéntico.
¡¡Ojo, insensatos!!! ¡¡¡Coroner ha vuelto!!! Lo hicieron por todo lo alto y muy pronto reclamaran el sitio que les pertenece!!!

Foto en Sala Pelícano by Santi Pelletier
Extasiado por lo que acababa de ver, me dirigí al Main 2, ya que allí tocaban nuestros bien amados Slayer (Thrash Forever and ever…). En mi caso, hacía menos de una semana que los había visto. Aquí os dejo el enlace, ya que el concierto fue básicamente el mismo.
https://pelletierhorror.com/2017/06/10/slayer-revienta-coruna-again/
Solo comentar que, en Francia, King y sus huestes parecieron más cansados, con menos ganas, e incluso acortaron el set list, no aprovechando el tiempo que el festival les había dado.
Aún así, los americanos estuvieron bien y pusieron la guinda a este gran festival.
“Bueno, como ya dije, todo tiene un inicio y un final… Desde el amor a la soledad, el estado de embriaguez (excepto para Lemmy) y la resaca, la ambigua sensación de placer, cansancio y pena al tener que volver… “
Punto y seguido, es lo que mis amigos Pelletiers y un servidor pusimos en este momento…
Hasta la próxima, Hellfest. Siempre volveremos.
STAY PELLETIER
@PelletierHorror
@redgra
@SantiPelletier
Stay Pelletier
Pingback: NOVAS CONFIRMACIÓNS DO RESURRECTION FEST 2018: DÉIXANOS CAER NA TENTACIÓN (nemA) |
Pingback: MIS BOLOS DE 2017: LUCES Y SOMBRAS (PARTE II) |