Desde Pelletier Horror os habíamos avisado con tiempo, este concierto iba a ser muy grande y ningún fan del stoner y de los sonidos 70´s debía perdérselo. Así que, si el pasado viernes 22 de enero vuestras rockeras piernas no os llevaron a la Sala Sónar de Compostela, suponemos que la envidia os ahogará al saber el conciertazo que pudimos presenciar
A nuestra llegada a la sala pudimos charlar un rato con Andrés, el jefe de la agencia Black Moon Creep, promotora del concierto. Nos comentaba que quedaban muy pocas entradas en taquilla, seguramente insuficientes para toda la gente que estaba haciendo cola. Una lástima para todos los que todavía estaban sin entrada, pero es que dado el tamaño de la sala, era demasiado arriesgado no comprar la entrada anticipada. Os recordamos que hace solo unos meses Greenleaf había sido uno de los platos fuertes del festival Sonic Blast, festival enfocado al doom y al stoner que se celebra en Moledo, localidad portuguesa muy cercana a la raia (sniff).
Es evidente que la escena stoner está más en forma que nunca, nuevas bandas aparecen cada año, sin embargo pese a ese denominador común en su sonido, hay gran variedad de estilos e influencias que las diferencia a todas ellas. Es difícil encasillar a Greenleaf en un sonido, lógicamente su base es muy stoner, aunque por momentos aparecen claras influencias soul o psicodélicas.
La banda surgió a finales de los 90 (1999) como un proyecto paralelo de los miembros de DOZER. Tommi Holappa (guitarra) se encontraba en un gran momento creativo y necesitaba dar rienda suelta a la cantidad de riffs que componía. Enseguida, el proyecto que había surgido como un entretenimiento fue creciendo en importancia, hasta que tras 6 discos de estudio se ha posicionado como un referente de la escena de Suecia, alcanzando el nivel de éxito de su banda madre.
Los cambios en la banda han sido continuos, pero parece que Tommi por fin ha logrado rodearse de un grupo sólido que esperemos continúe muchos años, sobre todo el vocalista Arvid Jonsson, que ha dotado al sonido de la banda de los matices soul y setenteros que comentábamos un par de párrafos atrás. El último cambio en la formación se produjo relativamente hace poco, cuando el bajista original, Bengt Backe, abandonaba la banda por culpa de una ceguera progresiva que ha acabado por no permitirle girar más.
Nada más saltar los suecos al escenario, pudimos notar sus ganas de rockear nuestras almas. Como era de esperar el set se centró en buena medida en su último LP, “Trails and Passes” del 2014. De hecho, el show empezaba con el tema que da título a dicho álbum. Sin apenas pausa entre tema y tema, los potentes riffs de la guitarra de Holappa retumbaban en nuestro pecho. El potente inicio de “The Drum” volaba las cabezas de los presentes. Sin tiempo para respirar, los temas iban cayendo uno tras otro en una enérgica espiral de sólidos y aplastantes acordes: “Highway Officer”, “Stray Bullit Woman”, “Alishan Mountain”, “Electric Ryder”…
La máquina de Greenleaf funciona a pleno rendimiento, cumpliendo su papel a la perfección cada uno de sus miembros. Un tema tras otro la banda conseguía que el público se implicara cada vez más con el show. Como curiosidad, presentaron un tema del nuevo disco “Rise Above The Meadow”, cuya publicación está muy cercana. Un buen tema titulado “A Million Fireflies”, que no hace más que confirmar que continúan en estado de gracia.
La única nota negativa de la noche la dieron unos pesados, que no dejaban de molestar a Tommi Holappa, llegando a empujarle y a tocar su guitarra en varias ocasiones. Era evidente que estaban bastante desfasados y que no eran conscientes de que estuvieron a punto de joder el concierto. A todos nos gusta montarla en los conciertos, pero hay límites que no se pueden cruzar… Menos mal que la gente de Black Moon y de la Sala Sónar supo pararles los pies, ya que Tommi Holappa empezaba a estar bastante hasta los cojones.
Pese a este pequeño incidente, el concierto fue espectacular. Esta banda ha subido de categoría y seguramente será difícil volver a verlos en una sala de pequeño tamaño. Agradecemos a Andrés y a Susana que sigan apostando por alegrarnos la vida trayendo grandes shows a las ciudades gallegas… porque la grandeza de pequeñas bandas como Greenleaf reside en derrochar rock and roll encima del escenario.
Palabra de Pelletier, no lo probamos Señor.
Stay Pelletier
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