La del pa-sado 4 de junio era una tarde de domingo peculiar y extravagante por diversos motivos… El primero de ellos, era que una de las mejores bandas de Thrash nacional y un integrante del Big Four se daban cita en A Coruña, de la mano de la productora Rock N’ Rock, para de-leite del personal.
Aunque eso no sería suficiente para llamarla “excepcional”, si a tal evento le sumamos que se iba a celebrar en una sala que ningún Pelletier había pisado con antelación, la cosa alcanza niveles de… “grandiosa y extraña tarde de Domingo”!!!
La sala en cuestión se llama Pelícano y su decoración y distribución recuerdan mucho a la típica disco de los años 80 (incluso con piso superior). Cuenta con un rider de sonido como para unha boda gitana y con una capacidad para unas 3000 personas.
Con puntualidad inglesa, algo cada día más habitual y mucho de agradecer en los directos nacionales, los Angelus Apatrida saltaron al escenario, mientras sonaban los primeros acordes de “Inmortal”. La primera imagen que tengo es de ese momento y en ella está Guillermo Izquierdo (guitarra y voz) haciendo el tan obsceno gesto de pedir el primer Mosh Pit de la tarde/noche.
Los casi 1200 engendros que observábamos a los albaceteños no acatamos la orden, pero sí un puñado de irreductibles fans empezaron a empujarse y a saltar, mientras una de las mejores bandas de Thrash nacional (quizás una de las más internacionales, también) nos invitaba a rebelarnos, con “Violent Dawn”.
Hasta este momento, el grupo de los hermanos Izquierdo no estaba gozando del sonido que otras veces hemos visto en ellos. Demasiado eco…; tanto que en algunos momentos resultaba molesto y, aunque se terminó corrigiendo en gran medida, la impresión de un servidor es de que quizás el equipo no se adaptó a las exigencias de los manchegos.
Con un mejor sonido y después de presentar su gira, en la que llevan inmiscuidos dos años around the world (Asia y Pacífico inclusive), Guillermo se acordó de las bajezas de la raza humana con la letra de “Vomitive”; corte con el que comenzaba su segundo álbum, Give ´Em War. Los Circle Pit eran constantes y la cercanía de las barras , hacían que no nos perdiéramos ni un detalle, pudiendo contemplar como David estaba inmenso con la otra guitarra, como desafiando al Sr. Kerry King y lanzándole un mensaje…
“End Man” nos trajo el primer guiño al larga duración que da nombre a la gira: Hidden Evolution, un disco que se nos antoja más redondo, del que comienzan aflorar tintes de veteranía, con un bajo (Juan J. Izquierdo) más cuidado y con Víctor Valera increíble a los parches.
Con estos antecedentes, estábamos a la vista de un plan sin fisuras y el tramo final del bolo de Angelus nos lo iba a demostrar. “Give ´Em War” y “Serpents on Parade” eran los temas elegidos para que la noche no decayera.
La guinda del pastel la ponía, como no, “You are Next”; tema que se ha convertido ya en un himno para todos los seguidores de la banda albaceteña y que nos dejaba con un gran sabor de boca y muchas ganas de que la apisonadora del Thrash Californiano entrase demoliendo todo a su paso.
Media hora para los técnicos, para desbeber una birra, para pedir otra y… se desató el infierno.
Con la sala a reventar en su parte baja, o, lo que es lo mismo, unas dos mil cefas que se movían al ritmo acelerado de las guitarras, sonaban los primeros acordes de “Repentless”, tema que da nombre al último trabajo y a la gira que le concierne de la banda considerada como una de las cuatro grandes del Thrash: los americanos Slayer.
Muy pronto nos dimos cuenta de que el sonido había cambiado bastante a mejor, como pasa la mayor parte de las veces, cuando los Headliners se suben a las tablas.
Tom Araya saludó en su habitual inglés y un servidor se resiste a creer que, siendo chileno de origen, no domine mínimamente el idioma cervantino; al menos como para intentar comunicarse de una manera más directa con los fans de estas latitudes.
“The Antichrist” nos recordaba por qué Slayer fue siempre criticada por algunos sectores, achacándoles acercamientos al Satanismo, a la violencia por doquier e incluso al nazismo. Pero, aparte de lo que digan cuatro viejas beatas, nos apasiona el sonido de King y sus huestes; ese Thrash que no ha perdido ni un ápice de suciedad… (no como otras bandas de la época).
Para este momento, ya había conseguido desviar la vista de las pobladas barbas de Araya y mis ojos repasaban el escenario. Una omnipresente batería blanca ocultaba detrás de sus muchos bombos y platillos a un supuesto Paul Bostaph; supuesto, porque era imposible verlo, detrás de tanto artilugio. Lo que sí que podíamos era oírlo y mucho, creedme, pero con un sonido mucho más limpio que el que hacía un rato había desplegado Víctor de los Angelus.
El orgasmo personal llegó más bien pronto que tarde y es que aún no me había dado tiempo a contemplar todo el escenario, cuando comenzó a sonar “Disciple”, uno de mis temas favoritos de la banda. Éxtasis total… Perteneciente al discazo God Hates Us All!! No lo olvidéis…
This is: “Post Morten”, predicaba Araya, justo antes de sonar el tema de su álbum Reign in Blood, disco que tantas alegrías nos ha dado a todos los metaleros del mundo. El respetable, como queriendo arropar a Tom que, debido a su estado de forma, no lo necesitaba, comenzó a tararear el tema con los puños en alto… Se podía palpar la maldad en la sala!!!
Tocaba el turno a “Hallowed Point” y “War Emsemble” y mis ojos curiosos se dirigieron hacia un torrente de notas que golpearon mis oídos. Provenían, en gran medida, de la guitarra de King, que parecía poseído!!! ¿Habría entendido el mensaje de David? Parecía estar diciendo… “¡¡¡Aquí está Papá!!!”.
Tratándose de la gira Repentless, no podían faltar “When the Stillnes Comes” y “You Against You”, dos buenos temas en lo que a mi humilde opinión se refiere; sobre todo este último. Aunque cierto es que el respetable se los tomó con un poco más de frialdad que otros cortes.
Un pequeño respiro con “Mandatory Suicide” y “Fight Till Death”, muy apropiado para acercarme a la barra y contemplar desde allí lo abarrotada que estaba la sala y lo bien que se lo estaba pasado la gente.
La cerveza estaba buena, pero cara, así que el envase… GRANDE!!! (que siempre se ahorra…).
Nunca, cuando se trata de la banda californiana, se puede decir que las letras no sean duras; pero si el tema elegido es “Dead Skin Mask” la cosa se recrudece y es que este tema, inspirado en el asesino en serie Ed Gein, está más de actualidad que nunca. Fue uno de los momentos más álgidos de la noche, Slayer sonando como nunca, quizas mejor que en sus tres últimas visitas a la ciudad herculina.
“Hate Worldwide”, “Pride in Prejuice” y “Take Control” nos metían de lleno en el final del concierto. Comentar que en esta segunda parte del mismo he visto a Gary Holt mucho más participativo e inspirado que en los primeros compases, convirtiéndole en un digno sucesor del malogrado Jeff Hanneman.
Casi hora y media de concierto había pasado cuando cambió la decoración detrás del escenario… Kerry King, que había cambiado ya infinitas veces de guitarra, parecía indicarnos una puerta abierta, con los cuernos de su instrumento…. “Seasons in the Abyss” o, lo que es lo mismo, el principio de un corto camino hacia el infierno que todos recorrimos sin mirar ni un segundo atrás.
Los ánimos estaban caldeados, nadie era capaz de despegar la vista de lo que estaba pasando, la sensación era la de ser la primera vez en algo tan grande. Con “Born of Fire” nuestros cuellos saludaban a Satán con movimientos espasmódicos y continuos. Nadie en la sala podía dar marcha atrás, ya…
“South of Heaven” nos iba a dar un respiro. El tema que da nombre al disco que Slayer sacó después de Reign in blood, aún siendo más “progresivo”, sonó muy potente en directo, como presagiando algo. Luces rojas por doquier y Paul Bostaph, con un solo “aporrea-parches”, fue el elegido para meternos de lleno en esa “posesión”. “Raining Blood” fue apoteósico, con un King hiperactivo, una calidad vocal como no ha habido en otras ocasiones y un respetable más que a la altura, también.
Un guiño a la ópera prima de la banda interpretando “Black Magic”, para contentar a los seguidores más “modernos” de la banda y es que hace unos treinta y cinco años que Tom la cantó por primera vez… Casi nada….
La gente se notaba exaltada, con ganas de más, pero Slayer decidió marcharse y lo hizo por la puerta grande (del infierno), la que sólo se abre para los mejores. “Angel of Death” cerró el repertorio de una noche mítica.
No se puede pedir más a un directo, vimos a dos grandes bandas encima de una gran sala, donde el sonido y la visión fueron de lujo. Esperemos que pronto haya más conciertos de este género en la Sala Pelicano. ¿Os imaginais a Gojira, Obituary, o por qué no a Cannibal Corpse tocando en estos lares?. Lo que si que queremos, es que regrese Slayer por quinta vez a la ciudad.
Ahora tú decides lo que quieres seguir viendo…
STAY PELLETIER
Fotos por Santi Pelletier (@santipelletier)
@PelletierHorror
@redgra
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