Hace más de tres meses que asistimos al Copenhell, un festival fascinante en el que la mala suerte a nivel personal hizo que retrasara esta crónica. Me siento ya preparado para escribirla y creo que no deberías perderte nuestras vivencias y experiencias (malas y buenas) en el festival danés.
Según la mitología nórdica, Loki es el dios de las travesuras, de la mala suerte y del Caos. Pues bien, creo que en más de una ocasión nos topamos con este ser, que hizo que nuestro viaje no fuese de lo más llevadero.
Día 0 (Miércoles 21 de Julio):
Esta odisea comenzó en un aeropuerto, concretamente en A Coruña, y entre Loki y la incompetencia de un gobierno obsesionado por tener aeropuertos en todos los sitios, hizo que el vuelo a Copenhague, con escala en Barcelona, terminara por no salir de la ciudad herculina, por un ligero problema de niebla.
El tardío traslado a Compostela hizo que temiéramos perder la conexión con Barcelona, pero al final llegamos a tiempo, aunque nuestra bolsa con la tienda y demás menesteres no lo hizo.
Menos mal que el Copenhell se celebra en la misma ciudad de Copenhague. No me quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si estuviera a unos kilómetros. Lo cierto es que el aeropuerto de Copenhague está muy cerca del centro y el festival se celebra en Refshaleøen, una especie de isla pegada a la ciudad. En Dinamarca los transportes son muy eficientes (no como aquí), aunque un poco caros, por lo que no tardas más de 45 minutos entre el aeropuerto y el festival (entre metro y autobús).
Esa cercanía hace que puedas hacer turismo por la ciudad, perderte por sus increíbles calles del centro, visitar los lugares emblemáticos (sirenita, Tivoli, opera, etc.), ir a comprar porros a Christiania (que está muy cerca del festival), o simplemente disfrutar de una buena cerveza danesa, que fue la opción por la que nos decantamos.
Copenhague es una ciudad viva, con mucho ocio nocturno, sus gentes son amables (no lo prueban, los daneses); eso sí, ahorra, porque las coronas danesas se esfuman como nada. Pero para ser Dinamarca un país tan caro, no me pareció que dentro del festival los precios fueran desorbitados; más o menos como si fueras a un festival a Madrid o Barcelona (para que veas como nos roban en este fucking país).
No tuvimos problema en encontrar un hostel, así que pudimos solucionar la primera noche.
Día 1 (Miércoles 21 de Julio):
El hecho de que los conciertos empezaran a las 14:00 de la tarde hizo que tuviésemos tiempo para darnos una vuelta por Christiania, mientras intentábamos solucionar el problema de la maleta. Es curioso como los camellos venden sus menesteres al aire libre… (eso sí: nada de cámaras).
Loki volvía a hacer de las suyas y nuestra maleta seguía sin aparecer, así que nos dirigimos al festival y tratamos de olvidar el asunto. Estábamos en el Copenhell y había que disfrutar.
Nada más entrar, vimos una gran consigna (sin necesidad de alquilarla previamente por internet), así que pudimos dejar allí las mochilas.
Nuestra primera impresión fue que el recinto del festival no parecía muy grande. Reinaba una gran colina enfrente de los dos escenarios principales, hecho que hacía que pudieses ver los conciertos de una manera cómoda, si no querías adentrarte en las primeras filas.
Decidimos ir a ver directamente a Devildriver, dejando el paseo de reconocimiento para más adelante.
Los californianos tocaban en el segundo escenario, el Hades, y hasta allí nos dirigimos, sorprendiéndonos la facilidad que tuvimos para estar en la primera fila (entrando por el lateral, claro). Solo eran las tres de la tarde y, aunque había bastante público viéndolos, estaba bastante desperdigado y la comodidad para ver el concierto fue supina (lo que fue una constante, en el festival).
Dez Fafara & Company comenzaron un show donde el sonido dejó bastante que desear en los primeras temas. La verdad es que en las otras dos ocasiones que los vi (Hellfest 2012 y 2017) no gozaron de un buen sonido. Aun así, la actitud que derrochaban sobre las tablas era digna de admirar; aunque el respetable estaba bastante parado y frío y solo unos pocos eran los que se atrevían a montar un poco de lío (poca cosa…, creo que vi a abuelas empujarse mucho más en las primeras filas del Luar).
Pero todo cambió con uno de los mejores temas de la banda. I Could Care Less sacó la vena vikinga de los daneses y los primeros circle of pit se empezaban a ver. Neal Tiemann tocaba ese punteo tan característico y la maquinaria Devildriver comenzaba a carburar. El sonido había mejorado notablemente y la verdad es que parecía que estuvieses en un concierto totalmente diferente. Hay temas que levantan a un muerto y este es uno de ellos.
Before the Hangman’s Noose hizo de puente entre los dos mejores temas de la banda, ya que a continuación los de Santa Bárbara descargaban una impresionante Clouds Over California. Veíamos a Dez Fafara en estado puro, demostrando su poderío vocal y más desatado que de costumbre. Aunque Devidriver es más que el famoso ex-vocalista de Coal Chamber, ya que parece que esta formación se ha ido consolidando en estos dos últimos años con la entrada de Neal Tiemann, del bajista Diego Ibarra y del antiguo batería de Chimaira, Austin D´Amond.
Para finalizar, Ruthless y Meet the Wretched cerraron un concierto más que decente, donde los temas de su primer álbum homónimo siguen teniendo un gran peso en el directo de los californianos.
Acto seguido, nos dirigimos al escenario principal, Helviti; eso sí, tras degustar la cerveza danesa, Royal Beer (50 cl. por 50 coronas danesas, unos 6,70 €… Tengo pagado en la Sala Riviera de Madrid en algún concert una puta caña por 6€). En este escenario tocaban In Flames. ¿A las cuatro de la tarde? Pues sí… Los suecos ya no son lo que eran y creo que es la mejor hora para que actúen; sobre todo después de ver lo que ocurrió en el Hellfest, cuando cerraron el primer día.
La expectación era máxima y ahora ya no se estaba tan cómodo en las primeras filas, porque los suecos visitaban tierras vecinas y el hermanamiento era palpable en el ambiente. Se podían ver multitud de banderas suecas entre el público e In Flames, o lo que queda de ellos, saltaban al escenario.
Está claro que el grupo ha cambiado. No queda ningún miembro original de la banda y sólo Anders Fridén y Björn Gelotte resisten de aquel grupo que marco un antes y un después en el panorama metalero. Desde la publicación del disco “Reroute To Remain” (2002) el grupo ha ido evolucionando y cambiando su música, hasta el último disco “Battles”, publicado el año pasado. Y eso ha hecho que prácticamente basen su set list en canciones publicadas en los últimos dieciséis años.
Wallflower, del mencionado “Battles”, abría el concierto de los renovados In Flames. Anders y Björn acaparaban todas las miradas y si alguien destacaba aparte de ellos era el bueno de Niclas Engelin; el guitarrista demostraba su enorme carisma sin perder ni un segundo la sonrisa de la cara. Se veía a los suecos muy cómodos sobre el escenario, en una primera parte donde sus últimos discos fueron los protagonistas, enlazando temas como Alias, Before I Fall, Leeches, All For Me o Where the Dead Ships Dwell.
Anders se dirigía al público en danés, que es muy parecido al sueco, y de todas las veces que lo vi, esta me pareció la primera vez que ejerció de puro frontman. Con un público entregado, los de Gotemburgo estaban haciendo un gran concierto; incluso Anders invitó a subir al escenario a un niño y a su padre, para que pudieran ver el concierto desde arriba.
Todo iba bien, la impresión que me estaban dando era muy diferente a la que me habían dado una semana antes, en el Hellfest, y encima llegaba el turno de Moonshield, The Jester´s Dance, Only for the Weak y Cloud Connected. Era la hora de los viejos tiempos, de los In Flames de siempre; aunque eso durara poco, ya que en la última parte del concierto prosiguieron con temas de sus últimos discos, destacando entre ellos Paralyzed y Take This Life.
Personalmente, siempre me quedaré con los antiguos In Flames, aunque en la actualidad creo que se salvan algunos temas y que es un buen grupo para las primeras horas de un festival, no para cerrarlo. Quizás con otro set list y volviendo Jesper o Peter…
Llegaba la hora de hacer una pequeña parada e irnos a hacer una pequeña ruta por el festival. Podíamos ver las zonas de restauración, con un bar de vinos, una zona de merch, el Biergarteen, una zona para destrozar coches y la zona vikinga, donde podías comprar utensilios vikingos, saborear un hidromiel o una buena cerveza artesana y relajarte en un “jacuzzi” vikingo.
La verdad es que el recinto del Copenhell da mucho de sí y eso que aún nos faltaba visitar las enormes naves del astillero, que contenían unas cuantas sorpresas; pero eso fue en el segundo día, así que ya lo desvelaremos en su momento.
El tour por el festival hizo que hiciésemos la primera incursión al tercer escenario, el Pandaemonium, que se encuentra detrás de los dos escenarios grandes. Allí estaba tocando Frank Carter & The Rattlesnakes, pero ante tal multitud de público decidimos volver a la parte de los escenarios principales. Quizás este escenario sea el más “incómodo” para ver un concierto, no solo por ser el mas pequeño, si no porque no hay una zona tan amplia para ver los conciertos como en los dos escenarios principales.
Ya de vuelta a los escenarios grandes, decidimos ver el concierto de Carcass desde la lejanía. Los ingleses venían a Dinamarca dispuestos a poner patas arriba el Copenhell. Nos sorprendió la enorme expectación que tuvieron, pese a ser el único grupo de death metal de la jornada, teniendo en cuenta que el festival no se caracteriza por tener demasiados grupos extremos.
Jeff Walker y sus secuaces aniquilaron a los allí presentes con temas como Buried Dreams, Carnal Forge, No Love Lost o Cadaver Pouch Conveyor System, entre muchos otros. Quizás estar en un concierto de Carcass sentado en una colina no sea la mejor forma de poder disfrutarlos, pero las piernas necesitaban un descanso.
Todos ansiábamos la llegada de uno de los grupos más esperados, Prophets of Rage, así que nos fuimos a las primeras filas para ver el show de los americanos.
La sirenas sonaban y los seis miembros del grupo aparecían en el escenario con el puño el alto: era la hora de Prophets of Rage y la canción homónima abría un auténtico espectáculo.
Grupos como este hacen que en los primeros momentos del concierto no sepas a donde mirar, ya que la mayoría de los miembros del grupo no paraban de moverse y saltar. Personalmente, me quedaba con la actitud del bueno de Tom Morello; esto no había hecho más que empezar y el guitarrista neoyorkino ya demostraba su enorme clase sobre el escenario, llevándose las primeras ovaciones por sus solos y su pancarta anti-Trump.
Las comparaciones de este nuevo grupo con Rage Against The Machine siempre han estado presentes, no solo porque tres de sus miembros pertenecieran a este grupo, si no porque había varios temas de la mítica, a la par que contestataria, banda en su setlist y Testify fue el primero de ellos.
Está claro que Chuck D (Public Enemy) y B-Real (Cypress Hill) no son Zack de la Rocha, pero tener a estos dos raperos en el grupo es un auténtico lujo, llevan años estando en la cresta de la ola y estoy seguro que marcarán una época en el rap metal.
Continuaron las versiones de los R.A.T.M.: Take The Power Back y Guerrilla Radio, que hacían que las miles de personas que estaban en aquel momento disfrutando del concierto no dejasen de botar ni un segundo. La verdad es que ese sonido inconfundible con aires funky, rock y me atrevería a decir jazz, hacía que no pararas de moverte. Ver en directo a una de las mejores secciones rítmicas de la historia de la música es una auténtica delicia.
Brad Wilk es un batería increíble; su enorme pegada y su abanico de ritmos hace que sea el indiscutible motor de esta banda.
Mientras que Tim Commerford, con su característico slap, hace que el bajo tome un gran protagonismo en el sonido del grupo. La ejecución del thumbing and poping la hace como nadie (con permiso de Flea, Claypool o Trujillo).
Todo esto sumado al enorme talento del gran Tom Morello, hace que estos tres artistas sean leyenda viva en la historia de la música. Da igual que estén con Zack, con Chris o con dos de los mejores raperos de la historia… Siempre que estén estos grandes músicos de por medio, va a ser una super-banda.
Los ánimos descendieron un poco con Unfuck the world, tema propio de Prophets que no era tan conocida entre el público; pero esa ligera calma se tornó en locura al tocar a continuación BombTrack y Fight the Power, tema este último de los Public Enemy, en el que Morello realizó un sólo tremendo, tocando su guitarra incluso con los dientes (este tío es un puto genio) .
Prophets of Rage han dado un golpe sobre la mesa, este ver-ano, girando por los principales festivales europeos y americanos; mostrándose como una banda sólida, no solo instrumentalmente hablando, ya que B-Real y Chuck D han dado muestras de que en directo pueden hacer más cosas que rapear, que son grandes frontmen y que se compenetran perfectamente entre ellos. Pero si encima Dj Lord se pone a pinchar sus temas, el resultado es que se pueden sacar de la manga un medley de sus mejores canciones de hip-hop y quedarse tan anchos, como hicieron en el festival danés: Dr. Greenthumb / Can’t Truss It / Insane in the Brain / Bring the Noise / Jump Around. Muchos de los temas más famosos del hip-hop interpretados por sus propios Mcs. Un auténtico espectáculo.
¿Qué más se puede pedir a un concierto? Pues quizás una colaboración no hubiese estado mal. Todos esperábamos que se repitiera ese momentazo que se vivió en el Rock am Ring, cuando Serj Tankian cantó Like a Stone; pero en el Copenhell no sucedió y eso que Sistem of a Down tocaban unas horas más tarde. Prophets of Rage interpretaron un Like a Stone instrumental muy emotivo, pero vacío y huérfano, sin la voz de Chris. A mí, personalmente, me puso la carne de gallina e hizo que aparecieran lágrimas en mis ojos. Nunca olvidaremos a Chris Cornell.
Con las emociones a flor de piel, las lágrimas rápidamente tornaron en risas con más canciones de los R.A.T.M.: Sleep Now in Fire, Know your Enemy, Bullet in the Head… Las miles de personas volvían a saltar, gritar, surfear sobre el público y un servidor, precavido y con la cámara en mano, sabía lo que iba a pasar, sabía que se acercaba el momento final, que quedaba poco para la Locura; así que decidí ver el final del concierto en la lejanía.
How I Could Just Kill a Man de Cypress Hill y Bulls on Parade eran la antesala a esa locura. Todos sabíamos que llegaría el gran Killing in the Name. Un broche perfecto para una fiesta que aún no llegaba a su fin.
Gran concierto de unos Prophets of Rage que ya veremos como evolucionan en los próximos años, cuando en sus conciertos toquen menos versiones de sus anteriores grupos. Aunque el peso de R.A.T.M. siempre estará presente…
Lo que nos sucedió a continuación fue un tanto surrealista. Nada más acabar el concierto de Prophets of Rage recibimos una llamada del aeropuerto: habían encontrado nuestra bolsa de viaje (tienda, colchón, botas, etc).
La decisión que tomamos no sé si fue la más acertada o no… Quedaba hora y media para Sistem of a Down y decidimos aventurarnos en un viaje de bus y metro a por nuestra bolsa. Menos mal que una pareja danesa muy amable nos ayudó en el aeropuerto a encontrar a la responsable de las maletas perdidas, porque ya habían cerrado. Y la suerte por fin nos favoreció (no por mucho tiempo), ya que llegamos justo a tiempo con la bolsa a las inmediaciones del recinto; ya que fuera en la puerta del festi tenían otra consigna, ideal para situaciones como esta.
No sé como, pero justo llegamos a la primera canción de Sistem Of a Down. Eso sí, el recinto estaba abarrotado y no fue tan fácil acercarnos a las primeras filas.
Más de diez años sin sacar un disco, dos sin pisar tierras europeas, todos los dábamos por desaparecidos… Eran una de las grandes razones por las que fuimos al Copenhell y casi nos los perdemos. Como comprenderéis, la emoción y sofocamiento hizo que en las primeras canciones estuviéramos como en una nube. Bastante teníamos con avanzar entre la multitud, así que aún no sé ni como fui capaz de sacar fotos.
Suite-Pee, Prison Song y Violent Pornography abrían el concierto, aunque la verdad es que hasta que nos ubicamos en un punto más o menos cercano no empezamos a disfrutar del mismo. Fue cuando el escenario se tiño de azul, mientras los primeros acordes de Aerials hicieron que el público los corease al unísono. Había unas grandes luces sobre el escenario que dificultaban la visión, pero la voz de Serj Tankian nos guiaba por el camino correcto. Todos cantamos y vibramos uno de los mejores temas de la banda.
La combinación perfecta de canciones cañeras como Deer Danc, DDevil o Radio/Video con otras más lentas tipo Hypnotize o Highway Song, hacían que el concierto no dejara de tener ese frenético ritmo, pero a su vez te dejara respirar y volver a la calma de vez en cuando.
Era la primera vez que veíamos a este grupo americano de origen armenio y la sensación que teníamos era de ver a alguien cercano y familiar; la sensación de buenrollismo te invadía y creo que si has estado alguna vez en un concierto de los Sistem sabes a que me refiero. Canciones como Bounce y Suggestion reflejaban ese espíritu.
Aunque si hay que poner alguna pega, quizás era la excesiva pasividad sobre el escenario. A excepción del bajista, Shavo Odadjian, que se movía un poco más, tanto Tankian como Daron Malakian apenas realizaban algún movimiento y algún que otro gesto. Pero eso en aquel momento era lo de menos, sobre todo si sonaban temazos como Psycho y Chop Suey.
Sistem of a Down estaban envueltos en un tour europeo que les llevaría a realizar hasta 21 fechas por el viejo continente en apenas poco más de un mes. Todo eso sumado a que llevaban dos años sin tocar en directo y encima no presentaban disco, ya que su último lanzamiento, “Hypnotize”, data de hace más de doce años, hacía que al tocar durante casi dos horas el concierto tuviera algún momento de bajón. No sé si fue así en las demás fechas, pero en Dinamarca lo tuvieron. Temas como Lost in Hollywood o Question! no sonaron del todo bien, aunque Lonely Day arregló este bajón.
La verdad es que apenas se dirigieron al público, aunque Daron Malakian alentó al respetable para que gritara, antes de empezar B.Y.O.B. Parecía que habían tomado un soplo de aire fresco, era Sistem en estado puro, la energía que desprendían en ese momento estos cuatro músicos sobre el escenario se propagaba como una epidemia entre el público y todos nos contagiamos de ella en un final de concierto memorable con Roulette, Toxicity y Sugar.
Personalmente, me faltaron algunos temas como War o Cygaro, entre muchos otros. Quizás estuvieron un tanto parados, aunque musicalmente tuvieron un gran sonido, con algún que otro bajón; pero, en general, creo que fue uno de los mejores conciertos del festival. Este pasado verano había que aprovechar que Sistem of a Down visitaban nuestro continente, porque la incertidumbre que siempre rodea a este grupo es una constante. Esperemos que graben nuevo material y vuelvan a dejarse caer por estos lares.
Ministry eran los encargados de cerrar la jornada de conciertos. El rock industrial de los americanos era perfecto para cerrar este fin de fiesta; aunque la temida lluvia apareció en un primer momento de forma tímida, pero después Thor hizo temblar su martillo para que cayera una gran tormenta.
Apenas vimos unos cuantos temas, no sonaban mal y parecía que el concierto prometía, ya que el espectacular juego de luces y la enorme pantalla con imágenes reivindicativas se sincronizaban perfectamente con la música. Canciones como Psalm 69, Antifa o Señor Peligro hacían que el público vibrara y parecía no importarles la lluvia.
Pero nosotros, tras una dura jornada, decidimos retirarnos. Aún teníamos que montar la tienda y Loki seguía haciendo de las suyas, porque justo en el momento de montar la tienda cayó el diluvio universal, empapándonos por completo (no sé ni cómo pudimos poner la tienda…). La verdad es que fue un momento duro porque no sólo la tienda estaba mojada, también las mochilas con la ropa estaban mojadas; pero la calma hizo que secáramos la tienda, pusiéramos el colchón y consiguiéramos descansar más o menos secos. Quizás la mirada del lobo nos protegiera, de alguna manera…
Al día siguiente, la cosa mejoraría, en un principio…; pero eso lo contaremos en la segunda parte de la crónica.
Stay Pelletier
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