Todo el que ha ido a un gran festival sabe que el amanecer del segundo día es clave en el devenir de la aventura emprendida. Del estado de forma de tu cuerpo y tu estado anímico tras el subidón de la primera y ansiosa ardua batalla, junto con lo debidamente que gestiones la regulación de pH, dependerá el éxito del resto del festival.
La expedición Pelletier no está exenta de estos pequeños detalles; aunque, en mi caso, estaba pletórico…
Hellfest Día 2 (Sábado 17 de Junio)
Le sammedì amanecía soleado y la aplicación móvil del evento (de mucha utilidad, por cierto) me avisaba de que The New Roses comenzaban su show en quince minutos. La desdichada incursión en el mundo cervecil del día anterior había provocado mi dejadez a la hora de levantarme; con lo que, aún a riesgo de ser tachado de guarro (con razón) , me dirigí hacia el recinto sin realizar previamente el vivificador ritual de la floca-floca (exhibicionista ducha pelletier, para neó-fitos).
Nada más llegar, vi a Timmy Rough, cantante y guitarrista co-fundador de la banda y su look a lo Axl Rose con pantalones, como se movía por el escenario como si fuera por su casa. Cosa difícil de ver a las once de la mañana, más aún cuando era su primer Hellfest, en un escenario tan brutal como el MainStage 1 y delante de un buen puñado de insensatos!!!
En general, descartando toda originalidad, la banda tiene un look muy Guns (empezando por el nombre y acabando por vestimentas y gestos), no dejando lugar a dudas sobre quien son su mayor influencia.
Aún así, desplegaron todo su hard rock, donde no faltaron temas como “Whiskey Nightmare” o “It´s a Long Way”, dando un buen espectáculo para comenzar el día.
La ducha me reclamaba y, aunque desde el Main 2 el rock and roll de Slydigs me invitaba a entrar en una espiral de dejadez higiénica sin precedentes, he sido fuerte y dejé que el H2O recorriera mi orondo y velludo cuerpo, preparándolo para otro día de intensas emociones.

Para olvidarnos de esa sucía imagen de Martín duchándose, aporto esta foto, xd.
El sol pegaba y mucho cuando la expedición Pelletier salía hacia el tan añorado Galpón (no sin dejar representación en el recinto del festi, por si algo importante ocurría), con la intención de recuperar fuerzas y regular el pH en el bonito pueblo de Clissôn.
Mientras estábamos en el galpón, Santi Pelletier volvía a su hábitat natural, las carpas; que en un día de calor siempre son una buena opción.
Una de las razones por las que no nos acompañó fue ver a los suizos Monkey 3, un grupo que estuvo por nuestras tierras el pasado mes de febrero, presentando su excepcional nuevo lp, Astrasymmetry.
No era ni la una del mediodía y The Valley ya estaba lleno para dejarse hipnotizar por el stoner psicodélico de los de Lausanne. Un concierto donde destacaron temas como Abyss y el magnífico Icarus. Pasajes sonoros emblemáticos, llenos de fuerza y emoción, con unos solos dignos de los mismísimos Pink Floyd, que te transportaban a un mundo paralelo. Y es que The Valley es otro mundo… Los allí presentes se dejaron llevar y flotaron al ritmo del cuarteto suizo, que era la tercera vez que tocaba en este magnífico evento y seguro que no tardarán en regresar, porque el Hellfest los adora, así como ellos lo adoran a él.
Cambiando radicalmente de registro, nuestro compañero pelletier realizó la primera incursión del día en The Altar para ver a Nails, que presentaban “You Will Never Be One of Us”, otro de los discos que destacó Pelletier Horror en 2016.
El trío californiano no necesitó mucho tiempo para demostrar la potencia que desprenden con su powerviolence grind. Todd Jones, el que fuera guitarrista de Terror, es un auténtico mastodonte sobre las tablas. Su presencia impone un respeto que sólo los más grandes del género logran, con movimientos agresivos en su forma de tocar la guitarra y dotando a su voz de la violencia y agresividad necesaria para un grupo de esta índole.
Savage Intolerance y You Will Never Be One of Us pusieron patas arriba The Altar. La peña loqueaba formando continuos pits, entre ellos nuestro compañero Santi Pelletier (menos mal que iba con la cámara, que si no…). Temas como Friend to All, Suffering Soul o Violence is Forever hicieron que el ritmo del concierto no decayera ni un instante. A penas cuarenta minutos de concierto que hicieron que la adrenalina de los allí presentes subiera de forma notable… (y nosotros tan tranquilos, regulando el pH en el Galpón…).
Los que quedabamos bajo la sombra del galpón les dimos buena envidia a nuestros compis pelletiers, sobre todo a los que con más de 35ºC se aventuraron a ir a la Warzone, bajo un sol de justicia, a las tres de la tarde. Una vez más, Santi Pelletier tuvo que tirar de pichets para aliviar el excesivo calor, mientras veía y fotografiaba a los estadounidenses Zeke.
Inmersos en una gira europea que los llevaría por los mejores festivales del continente, los de Seattle aterrizaban en el Hellfest con una actitud algo cansada y parada (les hubiese venido bien una regulación de pH bajo el galpón o un pichet milagroso de LK).
Este inicio un tanto apático pronto se disiparía, ya que la ametralladora de canciones había empezado a funcionar. Un tema tras otro caía en la Warzone, mientras el sol no daba ni un momento de tregua. Wanna Fuck, Slut, Big Rib, Zeke You…. Imposible poder contar todo el set list… Quizás no estaban tan cansados como parecía… Blind Marky Felchtone no paraba ni un segundo entre canción y canción, no dejando ni un respiro.
Otra cosa era su compañero de fatigas, Kurt Kolfelt… El mítico bajista dio alguna que otra muestra de agonía y cuando intentó hacer algún coro su voz ronca y medio afónica le delataba por completo (todas eran señales más que suficientes para confirmar el “nolopruebismo” de este hombre).
Pero esto es parte también de un concierto de Zeke. El punk-rock rápido y sucio de los americanos tiene que llevar implícito estas muestras de: ayer fue una larga y dura noche. No por ello dejaron de dar un buen concierto; que, a medida que iba llegando a su fin, iba mejorando de forma notable, como nos contó nuestro compi pelletier.
Cuando volví al recinto me arrepentí de no ver a unos cuantos grupos; pero claro…, nadie es Dios (excepto Ronnie James) y no puedo estar en todos los sitios. Y puestos a llegar tarde, aprovecho este momento para contaros una de las más importantes novedades a nivel decoración y servicios de este Hellfest 2017.
Como muchos sabéis, el año pasado y debido a los más rigurosos controles ante el miedo a un posible, aunque poco probable, atentado terrorista, las puertas de la catedral se hicieron pequeñas ante la avalancha de gente que intentaba entrar al recint (sobre todo el primer día), ocasionando unas colas que, sin llegar a ser insufribles, sí eran molestas.
Pues la organización no se durmió, poniendo la maquinaria a funcionar y colocando una nueva entrada, justo antes de la Hellcity, donde realizaban todo el control; evitando así las colas en el momento de acceder a la zona de conciertos.
Ya de por sí es algo de agradecer, pero si encima se lo curran, ponen unas letras luminosas, unas simulaciones de viejos aparatos de radio y los siempre amables seguratas franceses, la cosa toma dimensiones espectaculares. Y es que además de práctica es bonita, hostia!!!
Lo dicho… La Hellcity ahora sí tenía una entrada a la altura de su grandiosidad; una de las pocas cosas que a mi juicio merecía ser mejorada. Pero la cosa no queda ahí, como ocurre a menudo con este evento, y es que la susodicha siempre presenta alguna que otra novedad. Este año, quizás las más sonadas eran un salón de juegos con videojuegos de los ochenta, con Pinballs inspiradas por nuestros ídolos (Kiss, AcDc…) y, sobre todo, el mini-escenario del que hablaba en la crónica del viernes y que durante el resto del festival estuvo destinado a jam sessions de todo aquel que supiera sacar notas de un instrumento.
“Mis divagaciones y yo”… (Juan Ramón Jiménez dixit)…
Vamos a lo que importa… Tocaban en el Main 1 Pretty Maids y nuestra filia por las bandas de hard rock ochenteras nos obligaba a dejarnos caer por allí. Mala idea, no por la música en sí, sino por el calor. El sol pegaba en el Val de Moine a dolor, convirtiendo toda la explanada en una auténtica fiesta en el infierno.
Los daneses, que llevan más de 30 años en el rollo, venían con nuevo disco bajo el brazo, del que tocaron Bull´s Eye y Kingmaker (tema que da título al Lp), pero ni en esos temas ni en los más antiguos de la formación, como Future World , la banda estuvo envuelta en ese aura de grandiosidad que envolvía a este tipo de grupos en los años 90.
¿Podría mi cuerpo con una ración de Glam Metal?. Como buen gallego, sin miedo, me fui acercando al Main Stage 1, donde Steel Panther se calzaban sus mallas ochenteras para salir al escenario; cosa harto difícil en condiciones normales y tarea que se ve muy agravada cuando todos los poros de tu piel se encuentran a pleno rendimiento.
El concierto comenzó bien, sin concesiones, con Eyes of a Panther y la atrevida Goin´ in The Backdoor (incluída en su último larga duración, “Lower The Bar” que desgranamos en esta página) y que nos trajo los primeros “tocamientos” de la banda y el primer paseo de Michael Starr y sus secuaces por la pasarela.
Aquí y con la presentación de la banda, comenzaba un show muy propio de las bandas de Glam que inspiran a los californi-anos, con una discusión entre Satchel y Lexxi Foxxx, cuando el primero alababa al festival y, como no, también a las mujeres que se habían acercado a Clissson, acabando con Foxxx acicalándose detrás de un espejo de mano y con las primeras fans de la banda sin sujetador. El tema que tocaron justo “después” (léase diez minutos más tarde) fue Just Like Tiger Woods.
En 17 Girls in a Row la banda invitó a subir a las tablas a un montón de chicas y dentro de una vorágine de gestos obscenos y tetas por doquier tocaron este tema y también Gloryhole. En fin, lo dicho, suplieron su falta de repertorio con una forma de ver el Heavy Metal que, afortunadamente, está en declive.
En el Main 2 se preparaba Dee Snider, pero antes los polacos Decapitated desplegaron todo su arsenal en The Altar y Santi Pelletier nos dio buena muestra de ello.
Los polacos comenzaron el concierto de una manera fulminante, dejando buena muestra de su particular visión para interpretar el death metal. The Blasphemous Psalm to the Dummy God Creation y Blood Mantra fueron los temas elegidos para abrir su show. Y Never, tema de su nuevo disco, “Anticult”, fue la primera novedad de la tarde.
Rafał Piotrowski ejercía de maestro de ceremonias, alentando al público sin dejar de moverse y de hacer headbanging con sus largas rastas. The Altar estaba totalmente entregado y no era para menos, ya que con Day 69 destrozaban de nuevo el escenario con un Michał Łysejko sublime a la batería.
La verdad es que la base rítmica de los polacos es una verdadera tormenta, como pudieron demostrar en Post Organic y Mother War. Paweł Pasek al bajo deja muy claras las intenciones de los de Krosno, localidad natal del grupo. Pero si hay alguien que destaca por encima de los demás ese es Wacław Kiełtyka, guitarra fundador del grupo; sus solos y su tapping hace que el death metal de Decapitated sea uno de los mejores del panorama internacional.
Tras agradecer a todo el público allí presente, Rafal recordaba que el grupo llevaba más de veinte años subidos a los escenarios y para conmemorar tal azaña interpretaban Spheres of Madness, en mi opinión el mejor tema de la banda.
Decapitated demostró en el Hellfest que son uno de los mejores grupos del género, acabando el concierto con Homo Sum, Nest (más tapping de calidad) y la magnífica y brutal Instinct. El Death Metal no está muerto, porque grupos así lo reinventan de una manera inimaginable. Esperaremos con ansias la próxima gira de su nuevo disco, “Anticult”.
Mintras esto pasaba, Dee Snider, el frontman de los incombustibles Twisted Sister, actuaba en el Mainstage 2. Así que, la curiosidad me llevó a encaminarme hacia dicho escenario. Eso sí, previo paso por la barra del bar a pedirme un pichet. Y es que se me había subido la temperatura… (no lo pruebo)
Cuando mis ojos se clavaron en el escenario, el artista neoyorkino cantaba el primer tema de Twisted, The Kids are Back, y ya tenía encandilado al respetable con su gran chorro de voz y su presencia en el escenario. Snider se atrevía con todo, versión del rock industrial de Nine Inch Nails (Head Like a Hole), versión lenta y dedicada a la lucha contra el terrorismo del mitiquísimo We’re Not Gonna Take It y la rápida del mismo con dos bises. La banda respondía bien y ya está: tenemos todos los ingredientes para un buen directo.
Pero la cosa no acabó aquí, el artista con aspecto de caminante blanco, cogió el micrófono para acordarse de Dio, Lemmy… y del recientemente fallecido Chris Cornell y entonar la letra de Outshined, tema de su banda máter Soundgarden. ¿Se puede pedir algo más?
En mi caso lo tengo claro… El mejor concierto que había visto esa tarde…
Pero aún quedaba música para rato y The Temple nos brindaba la oportunidad de cambiar totalmente de estilo y por allí me pasé para ver un rato a Turisas. Un concierto sin pena ni gloria, desde luego… Creo que tenía que haber ido a ver a DRI; sobre todo después de ver esta instantánea que realizó Santi Pelletier.
Mi intención era la de ir a ver a los locales Trust, pero como el médico no me recetó andar y en el Altar comenzaban potentísimos los Soilwork, decidí que era una buena oportunidad para quedarme a la sombra de la carpa.
Los suecos, que están inmersos en una gira llamada The Ride Majestic, título homónimo al de su último disco (2015), y que estarán este verano en algunos de los festivales más importantes del continente (Wacken, Bloodstock….), no podían faltar en el mejor festival galo y, creedme…, ni faltaron ni pasaron desapercibidos.
En un marco incomparable para una banda de Death Metal melódico como es este escenario, la voz de Björn “Speed” Strid sonó potente desde un principio y los dedos de Andersson y, sobre todo, de Sylvain Coudret dieron un recital de como se debe acariciar una guitarra si quieres que esta suene potente, tristona y desgarradora a la vez.
Temas como Nerve, Bastard chain, Death in General o la genial Stabbing the Drama compusieron un setlist que hizo que no me arrepintiera del cambio de planes.
Un paseíto por Le Kingdom Of Muscadet de camino al Main 2 con mis bros Pelletier (no lo prueban)… y allí estábamos, esperando por los ingleses Saxon con un pichet del caldo galo.
“Can You Feel The Power”, cantaba Biff Byfford en Power and The Glory y, la verdad, no sé si era el Muscadet o el ritmo que marcaban los parches de Nigel Glockler y el bajo de Nibbs Carter, pero lo sentía… Sentía como el poder me embargaba y me empujaba con una fuerza sin parangón a meterme dentro de la melé que se había montado unos pasos más adelante.
Heavy metal Thunder fue el tema que la banda dedicó a Lemmy y que nos metió en la parte final del directo, donde sonaron joyas como Crusader o Princess of The Night.
Bolo elegante, casi tanto como el bueno de Byfford que no se sacó el gabán en ningún momento, aún a pesar de los muchos grados del ambiente.
Airbourne comenzaba en el Main 1 haciendo lo que saben: un directo que supura Hard Rock por los cuatro costados, pero sin más…
El ya típico truquito de O´Keefe subiéndose por la torreta de luces, su torso desnudo, sacar una nevera llena de birras y tirárselas al respetable desde la pasarela… En fin… Suenan y tocan endiabladamente bien pero, para mi gusto, sobra postureo.
Un descansito, una parada en el Bar de Kronembourg y, ya armado con mi rubia preferida, decidí posar mi puto culo en el césped y disfrutar durante un buen rato del Progresivo de Pain of Salvation.
The Altar era de nuevo mi salvador… Daniel Gildenlöw mostraba sus habilidades que, a juzgar por lo visto, no son pocas y aunque no soy un gran seguidor de este hombre disfruté mucho del bolo y me puse como deberes para casa dedicarle más tiempo a su música.
Mientras, en The Valley, Primus daban uno de los conciertos más esperados de todo el festival, como ya anticipamos hace unos meses en este artículo: Primus: Embriagados por una inteligente locura. Como no, nuestro compi Santi Pelletier no se perdió ni un segundo de las genialidades de Mr. Claypool & Company y así nos lo contó:
“En mis seis años de Hellfesta no había visto The Valley tan petado. Ni siquiera haciendo el truquito de acceder por un lado para después ir avanzando hacía las primeras filas, a duras penas pude meterme entre la marabunta. Todavía quedaban diez minutos y no cabía ni un festivalier más en la carpa.
Ya en la excéntrica intro Clown Dream de Danny Elfman augurábamos que iba a ser uno de los momentos cumbres del fin de semana. Tras una extensa humareda, aparecían Mr. Claypool, Larry Lalonde y Tim Alexander, tocando las primeros notas de Those Damned Blue-Collar Tweekers. Empezaba la hora de la locura, ya que absolutamente todo el público que estaba allí presente empezaba a saltar y bailar; hecho que se multiplicó cuando interpretaron Wynona’s Big Brown Beaver. Se podían ver por las pantallas los míticos disfraces de vaqueros que vistieron allá por mitad de los noventa. La verdad que entre la luz, el humo y la algarabía del respetable era una tarea harto difícil fotografiar al grupo californiano.
Enlazaron con Too Many Puppies y Frizzle Fry, para rendirnos una vez más ante el gran Les Claypool. La clase que desborda este hombre sobre el escenario es propia de otro mundo. Y encima, en Mr. Krinkle apareció con una especie de máscara de cabeza de cerdo de goma en la cabeza, para asombrarnos con los sonidos que efectuaba, esta vez con su contrabajo eléctrico
The Toys Go Winding Down y Pudding Time, ambas de su primer álbum, “Frizzle Fry”, continuaron un show que no dejaba indiferente a nadie y no era para menos. Pero, sin duda, fue con My Name Is Mud cuando la locura desbordó de una forma desorbitada. Uno de los temas más famosos de los de El Sobrante puso The Valley y más allá de él, ya que había miles de personas viendo el espectáculo por la pantalla fuera de la carpa, patas arriba.
Fue un concierto excepcional, aunque quizás con demasiada gente para mi gusto. Con la excepcional Jerry Was a Race Car Driver ponían el broche de oro a uno de los mejores conciertos que pudimos ver este año.”
La tarde iba de habilidosos y en mi caso (Martín Pelletier) pasé de ver a uno en The Altar a plantarme delante de cuatro en el Mainstage. Apocalyptica se preparaban para emular a Metallica con sus violonchelos cuando ya la noche se adueñaba del recinto. A pesar de todos los intentos de Toppinen y los suyos porque la gente se lo pasara bien, creo sinceramente que este bolo debiera haber sido programado para una hora distinta. La gente tenía muchas ganas de caña y el bonito sonido de los cellos invitaba más a tomárselo con calma. Para mí, la sensación fue la misma que la de hace dos años, cuando Scorpions tocó sus baladas después de los monstruos de Faith No More. Una visita a la tienda a tomarnos una de esas buenas cervezas gallegas de las que estamos tan orgullosos y a cargar las pilas de nuevo.
Llegaba el momento de disfrutar del que quizás era el Headliner del festival. Desde Boston a bombo y platillo, con cuarenta y cinco años de carrera, protagonistas de cosas sin par (capítulo de los Simpson incluido), relleno de cientos y miles de revistas musicales y del corazón, inmiscuidos en, quizás, su última gira, llamada Aero-Vedercy Baby, llegaban al Val del Moine los chicos malos de Boston… Aerosmith, para los no tan aconstumbrados a estas lides.
Aún sonaban los acordes del tema elegido para abrir el directo, Let The Music Do the Talking, y ya me dí cuenta del espectacular momento de voz que se gasta el amigo Steven. Aunque su melena y sus arrugas dejan entrever que ya no es un chaval, Tyler sigue estando en plena forma y aún es capaz de aguantar lo que le echen.
Pero Aerosmith no está ahí solo porque tiene uno de los mejores frontman de la historia y en el segundo tema, Cryin´, Joe Perry vino a reclamar la atención de todos, marcándose el primer solo de la noche.
Uno de mis álbumes preferidos, con el que crecí, al que le debo mi gusto por la música, mis inquietudes y también mis primeros recuerdos en brazos de una dama de cuyo nombre no me acuerdo, el “Get a Grip” (1993), aportaba también el siguiente tema del setlist: Livin´ on The Edge.
Love in an Elevator y Janie´s Got a Gun, del larga duración Pump, quizá el disco más aclamado de los de Boston, eran los temas elegidos para continuar con el recital y para meternos de lleno en la primer cover de la noche, interpretada magistralmente por Joe Perry, con Tyler acompañándole con la armónica y con Russ Irwin a los teclados; que, aunque no es miembro oficial de la banda, lleva más de 15 años tocando con ellos en directo. La versión no era otra que el Stop Messin´Around de Fletwood Mac y en ella Perry demostró a los allí presentes que la industria musical ha perdido un gran frontman de Blues Rock… o no, porque está hecho un chaval y aún se puede permitir hacer lo que le plazca. ¿Quién sabe?…
Comentar también que aquí los guitarristas invirtieron su papel, con un Perry haciendo la rítmica y pasando las labores de solista a Brad Whitford, que rayó también a un gran nivel.
Otro cover de Los Fletwood, Oh Well, pero esta vez instrumental, para lucimiento de la banda, nos metía en la mitad del directo. Las pantallas tornaban en blanco y negro, contrariando el espectáculo de luces y colores que veíamos en el escenario, para que sonara Mama Kin. Después de Sweet Emotion, los chicos malos nos dieron un descanso para tocar la balada I Don´tWant Miss a Thing y otra versión, esta vez de los Grandísimos Beatles. El Come Together sonó potente en la voz de Tyler, que no dejaba de moverse y contonearse por todo el escenario.
El ritmo volvió a subir para llegar al final del directo con otro cover, Train Kept A-Rollin´. ¿El final?. No, los más avezados sabíamos que aún quedaban balas en el cargador y para el primer Encore las luces se encienden con Tyler sentado al piano haciendo presagiar que el tema elegido para continuar era Dream On. Difícil definir lo que allí pasó… Mi limitada capacidad no da abasto para describir algo tan inmenso.
Mother Popcorn, cover de James Brown, y Walk This Way dieron por finiquitado un recital como pocos…
Toda la banda inmensa, tal y como se espera de una de las más grandes, buena acogida del respetable, espectacular sonido… Así se consigue un gran directo y Aerosmith tienen la fórmula. Después de lo visto en Clissôn, nos cuesta creer que esta sea su última gira, porque además hemos visto mucha complicidad entre los chicos malos de Boston. ¿Será que ya no son tan malos? Sea como sea, de lo mejor que he visto…
Caprichos del destino, Kreator y Suicidal Tendencies tocaban a la misma hora, así que no había más remedio que elegir. El Kingdom quedaba en el camino de la Warzone y en esta tocaban los americanos … El resultado era imaginable… “Mami, qué será lo que tiene….. el vino…”.
La verdad es que es muy difícil tocar después de lo que habíamos visto, pero Mike Muir y sus secuaces estaban dispuestos a hacernos olvidar todo lo anterior.
Con una Warzone hasta la bandera, los bares destilando cerveza “como para unha voda”, You can´t Bring Me Down nos recordó que estábamos en un concierto de Hardcore. El escenario se hacía pequeño para las carreras de toda la banda. Bueno… Toda no, Dave Lombardo se mantenía detrás de los parches dando un recital de como deben sonar estos. La verdad es que el sonido estaba siendo espectacular y escuchar temas como I Shot The Devil con las murallas del festi escupiendo fuego pone los pelos de punta. ¿Para cuando una dedicatoria a Trump?
Tryp at The brain fue, para mí, el tema más flojo a nivel vocal, como si Muir se reservara para lo que venía: War Inside my Head y Subliminal . El público no se cansaba de surfear por encima de nuestras cabezas y a la mínima se formaban Circle Pits, agradeciendo a la banda el trabajo que estaban realizando.
Temas más contemporáneos, más Thrash, se fueron combinando con alguno de su primera época, más punk, para conformar un setlist sin fisuras.
Con Pledge Your Allegiance llegábamos al final del bolo, pero nuestro cuerpo pedía más, aunque acabábamos de ver dos grandes directos seguidos.
Mientras, en el Mainstage 2, Kreator cerraba la jornada del sábado con otro conciertazo. Mis compis pelletiers me contaron que la puesta en escena fue brutal, una decoración propia de un gran festival, con un gran juego de luces y fuego (los alemanes tienen fijación por este elemento).
Los de Essen escogieron un set list estudiado al más mínimo detalle. En la primera parte, combinaron a la perfección temas más actuales como: Hordes of Chaos, Satan Is Real o Phantom Antichrist con otros de la vieja escuela como: Phobia, People of the Lie o Total Death.
Mille Petrozza, como viene siendo habitual, supo alentar a las miles de personas que todavía tenían ganas de pegarse en los continuos pits que formaron durante el concierto (se pudo ver a algún pelletier en la brecha).
A partir de ahí, sus tres últimos álbumes fueron protagonistas, escogiendo temas como Enemy of God, Fallen Brother (con imágenes de nuestros ídolos caidos), Hail to the Hordes o Civillization Collapse. El ritmo endiablado de los germánicos, el gran sonido que desplegaron, las sorpresas de una puesta en escena (fuego, serpentinas), todo hacía que fuera un final de fiesta perfecto. Y, por si fuera poco, Violent Revolution y Pleasure to Kill para rematar este malévolo plan de encender nuestra adrenalina hasta límites insospechados. Acabábamos de presenciar una auténtica Agresión Extrema.
Así sí se cierra un Mainstage: que tomen nota los In Flames. Todavía perdura en mi mente el grito de Mr. Petrozza de: We Will Return!. Kreator volverá a la Hellfesta y los pelletiers estarán allí para contarlo, again.
Con todo esto, tras Suicidal por un lado y Kreator por el otro. ¿Alguien puede dormir? El Metal Korner se convierte en el mejor aliado de todo Pelletier llegados a este punto y allí nos dirigimos; para juntarnos como una gran familia, recreándonos con el fuego de la hoguera… Ese elemento parecido al que un día abrasará nuestro cuerpo, para juntarnos con nuestros ídolos: Dio, Lemmy, Cornell, Weiland…
Eso aún tardará, pero lo que sí está cerca es la crónica del tercer día. No os despistéis, insensatos!!!
STAY PELLETIER
Texto:@redgra
Fotos: @santipelletier