Amanecía el sábado en Clissôn, cuando mis huesos probaban el colchón hinchable que lleva años acompañándome en aventuras por medio continente.
Para cuando mis ojos se abrieron de nuevo, el sol lucía ya sobre nuestro querido Val de Moine y lo que debería ser una auténtica fiesta, ya a esas horas, se tornó a una atmósfera inquietante; con una extraña sensación de desazón en los corazones de miles de festivaliers, peleándose entre el goce de estar en la mejor fiesta del año y el dolor y pesadumbre que había supuesto para todos la noticia de la muerte de Vinnie Paul.
Sobretodo, porque sabíamos que la futurible e improbable reunión de Pantera, ya nunca se iba a producir.
La fiesta del infierno tuvo su pequeño homenaje al artista y este humilde servidor va a pararse aquí un momento, también, aunque suene pretencioso, para dedicarle unas humildes palabras a tan grande baterista.
Gracias por tu música, Vinnie: Domination, 5 minutes Alone, Walk… Gracias por haberte sacado de la puta manga los comienzos de la música que nos apasiona, por conseguir que a día de hoy se sigan celebrando fiestas como esta que nos ocupa; fiestas del infierno a donde tú cabalgas ahora, cowboy!!! Allí, en las Cemetery Gates, te esperarán Ronnie James, Lemmy y tu propio hermano, Dimebag, para brindar por lo que tanto has amado y nos has aprendido a querer hasta la saciedad. Gracias por habernos enseñado a amar los conciertos y la música en directo.
Gracias por todo, hermano…
Pese a la noticia de la muerte de Vinnie Paul, la expedición Pelletier decidió no perderse uno de los rituales que se viene haciendo en estos últimos años, ir a nuestro adorado galpón en el pueblo de Clisson, para hacer la regulación de pH pertinente.
Y como no podía ser de otra manera, degustamos unas cuantas botellas de Muscadet (vino de la comarca) mientras veíamos bandas tributo de Rage Against The Machine y System of a Down.
Más o menos recuperados del shock, en parte gracias a la ayuda del Muscadet, nuestros pasos nos llevaron, de nuevo, a la majestuosa catedral del infierno. Y mientras parte de la expedición se quedaba en las tiendas, un servidor se aventuró a traspasar las puertas de la seo, atravesando previamente la Hell City, donde más grupos tributo nos hacían más ameno el camino hacia el festival.
Savage Messsiah había comenzado su bolo en uno de los Main Stage. Al acercame, pude ver lo entregado que estaba el respetable con los británicos y eso que la banda dedicó casi todo su directo al último álbum de estudio que han sacado en 2017, Hands of Fate. Se trata de una banda en constante progresión desde 2007 hasta ahora y este último disco así lo atesora, pero los londinenses tuvieron un momento para regalarnos temas como: All Seeing I o Minority of One, con el que acabaron su actuación.
La maquinaria del Hellfest seguía en funcionamiento, y aunque yo me tomara un pequeño descanso, nuestro compañero Santi Pelletier se adentró de nuevo al festival, esta vez iba a ver a una de las bandas stoner europeas más prolíficas de los últimos años: 1000 Mods.
Nuestro compi nos contó que los griegos pusieron The Valley patas arriba, con temas como Claws, Electric Carve o Super Van Vacation. Ritmos pegadizos que emanan de un oasis en medio del desierto de un género que cada vez esta más en auge.
Aunque sólo tengan tres largas duraciones en su haber y pese a ser una joven banda, demostraron sobre el escenario tener las tablas suficientes para llevar en volandas a un público que se entregó de principio a fin, en uno de los mejores shows de la jornada, según nuestro compi pelletier.
Él mismo se quedó en ese escenario para ver a Ho99o9, banda norteamericana que mezcla el hip hop con sonidos experimentales que rozan el punk y hardcore, mezclados con sonidos electrónicos.
La verdad que la heterogeneidad del Hellfest empieza a traspasar barreras un tanto sospechosas… Afirmó que le sorprendieron gratamente, pese a ser una banda con sonidos que se alejan bastante de sus gustos. Habrá que darles una oportunidad, la próxima vez…
Mientras, volvía adentrarme a la Hellfesta, ya que después de haberme impresionado bastante en la edición de 2016, no podía pasar sin volver a ver a Tremonti.
Las cosas han cambiado, el bajista ya no es Wolfgang Van Halen (sí, el hijo del mítico Eddie Van Halen) y en su sitio se suben a las tablas con un músico nuevo que aún no forma parte de la banda: Taneer Keagan. Los americ-anos han sacado un nuevo larga duración, A Dying Machine, y el escenario era uno de los Main: para mí, la principal diferencia.
Digo esto porque los Main Stage están muy bien, son muy bonitos, bla bla bla…. Nada de esto es cierto. Personalmente, pienso que los mejores escenarios de la fiesta del infierno son las carpas, The Altar, The Temple y The Valley; porque las bandas llenan el escenario, transmiten presencia, suenan increíbles y los privilegiados que tienen la suerte de que el grupo que les mola toque en uno de estos sitios no pasan calor y pueden ver a sus héroes a escasos metros del escenario.
Volviendo al tema, Mark Tremonti, dio un repaso a todos sus álbumes anteriores tocando un tema de cada uno de ellos. Another Heart, You Waste Your Time y My Last Mistake sonaron potentes, con unas guitarras que son auténticas protagonistas; bien respaldado el de Detroit por Eric Friedman tanto a las seis cuerdas como a los coros. El respetable, a su vez, comenzó a responder con algún que otro mosh bajo el sol abrasador que caía sobre el Val Du Moine, sobre todo en My Last Mistake, que ya viene siendo habitual en los bolos de Tremonti y donde los parches de Garrett Whitlock sonaron increíbles, pese a los constantes cambios de ritmo del tema.
La mitad del bolo nos trajo el grueso de los temas nuevos, desconocidos en mi caso, pero que me dejaron una buena impresión y muchas ganas de darle una escucha con más calma y más a fondo a este nuevo trabajo.
La pegadiza Flying Monkeys nos metió en la parte final, en la que tal y como era de esperar, sonaron cosas como Radical Change o Wish You Well, dejando una buena muestra del mejor Hard Rock que se hace en el momento y consiguiendo enfervorizar más, si cabe, al respetable.
En resumen, un buen concert, con un frontman que además de ser muy grande con la guitarra, cada vez se ve más cómodo en las tareas vocales; sacudiéndose el peso de dar muchos directos al lado de una de las mejores voces del panorama actual: su compañero en Alter Bridge, Myles Kennedy. Pero aún así, para mí, no estuvo a la altura de lo visto en su anterior aparición en Clissôn; perfecto en la ejecución pero sin la fuerza del anterior en un escenario más pequeño y para un buen número de incondicionales.
Aún no había comido, así que me pareció un buen momento para acercarme a los puestos de comida de la Warzone, a jalar algo y a meterme entre pecho y espalda un buen pichet de birra. Todo Pelletier la necesita en su vida diaria y más con esa temperatura.
Sentado en el escenario más punk del festival, mi cabeza empezó a hacer un resumen de lo vivido hasta este momento: Sons Of Apollo, Carnivore A.D., Rose Tattoo, Europe, el bolazo de Satyricon… Bufff… Daba miedo mirar atrás y ver que en día y medio has visto lo que a algunos les lleva años. Da vértigo, llegados a estas alturas, pensar en todo el trabajo que tendrás al llegar a casa para intentar acercaros (a little) lo que es un gran festival; o, para mí, el mejor de ellos.
Pero bueno… Aún nos queda mucho y tenemos el bar del Muscadet al lado… Una botella de Le vin, y además aparecía nuestro compi Ferre Pelletier con ganas de probar los productos locales.
Por cierto, la banda sonora del momento era de lujo: Turnstile, en directo y en el escenario oval. Aunque el hardcore Punk de los de Baltimore no es demasiado mi estilo, siempre presta estar allí sentado, con tu pichet de vino y los coleg-ass saltando y sudando para tu goce y disfrute. Momentos de la vida…
Pero no todo va a ser descansar, así que otro pichet para regular el pH y al Altar. ¿El motivo? Memoriam se preparaban para comenzar su bolo, delante de una carpa que estaba hasta la bandera.
Karl Willetts saltó a las tablas saludando al público y llevándose la primera ovación del bolo. La cosa prometía y mucho…
Los ingleses se proponían llevar su Death Metal a puntos cercanos a los que habían llegado, en el mismo escenario, bandas como Firespawn o Decapitated (2017) y Cattle Decapitation o Emtombed A.D. (2016), por citar algunos de los que han llevado este subgénero tan duro y pesado hasta el Altar.
Aunque son una banda de nueva creación (2016), cuentan ya en su haber con dos discos. Este último, The Silent Vigil, ha visto la luz hace poco (abril de este mismo año), así que suponíamos que el grueso del set list se compondría de sus cortes.
No nos equivocamos y después de tocar War Rages On la banda encadenó tres temas de dicho larga duración, llegando a la mitad del bolo con Bleed The Same. Este corte, segundo single del disco, fue presentado por Willets (Ex Bolt Thrower) y justo después Scott Fairfax (Benediction) se puso el mono de trabajo para tocar los acordes de Resistance y dejarnos una buena muestra de su buen hacer a las seis cuerdas.
El bajista de Memoriam no es otro que Frank Healy, ex-guitarrista de Napalm Death ahora reconvertido. Cumple a la perfección, dándole a las composiciones de los británicos ese aura de pesadez y dureza de la que toda banda de Death Metal se enorgullece. Por cierto, Frank hace un guiño a Batman, portando un strap con el logo del caballero oscuro durante todo el bolo.
Llegaba el momento de Nothing Remains, corte de the Silent Vigil que más me gusta, por su ritmo rápido, con un Andy Whale, batera y ex – Bolt Thrower, que se sale a los parches y con la voz sonando desde el fondo del infierno, potente y gutural.
Toda la banda estuvo notable pero sobre todo el bueno de Karl, que demostró estar muy en forma y ser capaz de llegar con su voz a sonidos muy extremos. Mi sensación era la de haber disfrutado de un gran show, resultándome incluso corto.
Me apetecía un cambio de estilo, que no de vida; dejar los sonidos más pesados y sumarme a una buena fiesta. Saltar, beber, mover algo más que la puta cabeza… y los moscovitas Arkona comenzaban su show en The Temple, así que allí me dirigí.
Aún no siendo un estilo que me vuelva loco, está bien, en todo gran festival, buscar los contrastes, momentos de fiesta, de la música que te gusta, el momento exaltación de la amistad, el reposo del guerrero al lado de algún/a lugareña ávida de tus mismas pretensiones (No es no!!!).
Pues bien… Entre birra y birra, Maria Arkhipova “SCREAM” y sus esbirros, viejos conocidos de la Hellfesta y de la familia Pelletier (que se lo pregunten a Serginho Pelletier en 2015), comenzaron su bolo.
Poco que decir de la banda rusa, entre otras pocas porque no presté demasiada atención… Estaba muy ocupado saltando y haciendo el neandertal. Pero sí comentar que la voz femenina se escucha potente e imperativa, los graves crean una atmósfera épica, muy épica, como si estuvieras en el fragor de la batalla en plena Edad Media, dejando a las guitarras el papel de las trompetas que llenaban con sus sonidos el campo de batalla.
Pero no todo son lides y el tema final del concierto, el archiconocido, sensual y erótico Yarilo (dedicado al Dios de la fertilidad en la mitología eslava) nos dejaba un regusto a esperanza.
Después de una buena sudada, pichet en mano, “Peito Hinchado” por la arenga épica recibida en mis venas mediante varios de mis sentidos, decidí acercarme un rato a Kataklysm.
La banda de Death Metal canadiense llegaba a Francia con nuevo álbum bajo el brazo y, quizás debido a eso, ha tenido un verano cargadito de bolos.
Para cuando llegué al Altar, alguno ya tenía agujetas en el cuello de tanto headbanging, así que rápidamente me dispuse a entrar en situación. El frontman Maurizio Iacono cantaba Guillotine, corte de este nuevo álbum, Meditations, con un ritmo rápido y un estribillo muy pegadizo. Muy apropiado para una fiesta como el Hellfest.
As I slither, nos transportaba a principios de siglo para volver, tal jarro de agua fría, con Outsider, material nuevo que los canadienses dedicaban a Vinnie Paul . Los parches de Oli Beaudoin sonaban potentes, con constantes cambios de ritmo haciendo que nuestras cabezas no pararan, a excepción de las partes más melódicas y tranquilas de sus temas. Lo justo para no rompernos el cuello y volver a comenzar…
Las guitarras de Jean-Francois Dagenais y Stephane Barbe suenan todo lo rápido y distorsionadas que una banda de Death debe ofrecer pero quedan totalmente eclipsadas por la batera y la voz del cuarteto. Sus pegadizos estribillos, sus momentos melódicos y el ritmo endiablado de las baquetas quedan patentes en temas como Crippled & Broken.
Se acercaba el final del bolo y no había dejado de saltar cuando comenzó a sonar The Black Sheep y, a continuación, The World Is a Dying Insect.
Muy buena comunión con el respetable, un buen estado de forma, las gracias de las carpas de Clissôn… Había un buen puñado de ingredientes para que la tercera visita de Kataklysm al Val de Moine no dejara a nadie indiferente y, a mi parecer, así fue.
Inmiscuido en semejante vorágine fiestera, con el corazón exaltado por la cerveza y la música decidí pasarme por el directo de Enslaved. Era un bolo especial para la banda de Black Metal noruega, ya que el que fue su baterista desde 2004, Catto Bekkevold, dejaría la banda a partir de esta fecha.
Los escandinavos volvían a Clisson (cuarta vez en los últimos siete años) para presentarnos E, su último disco. La prolífica actividad de Ivar Bjørnson & company en los últimos años (cuatro discos en siete años) hacía que los noruegos se sintieran en The Temple como en su casa.
Pero un alemán grande coma para unha boda, su bonachonería, su borrachera, la mía y la rubia de siempre se interpusieron en mi camino y acabé departiendo con él durante un buen rato en una de las barras del festival; el suficiente como para no dar una visión objetiva de este bolazo. Aún tengo pegado en mis entrañas la todopoderosa Isa, tema con el que concluyeron el concierto.
Mientras tanto, nuestro compañero Santi Pelletier estaba en el Main Stage, viendo como se las gastaba el bueno de Chino Moreno y sus Deftones. Me contó que comenzaron recordando sus grandes éxitos en un gran comienzo de concierto. Temas como Head Up, My Own Summer (Show It), Around the Fur, Swerve City, Knife Party o Digital Bath, hicieron que un Main Stage hasta la bandera vibrara y botara con los norteamericanos.
Pero, pese al gran espectáculo que estaban dando, pese a ver a Chino Moreno muy metido en el concierto y cantando como en sus mejores épocas, pese a que el sonido era magnífico, decidió reunirse conmigo en The Valley a mitad de concierto de Deftones. La razón era ver a uno de nuestros grandes ídolos: Mr. Mike Patton.
En febrero de este mismo año, coincidiendo con el cincuenta aniversario de Mike Patton, Pelletier Horror le dedicaba un artículo (Tanti Auguri, Mr. Patton). En él, comentábamos que nuestro ídolo era uno de los artistas más prolíficos, excéntricos y polifacéticos de las últimas décadas y repasábamos su amplia trayectoria y carrera, incluyendo su último proyecto: Dead Cross.
¿Cómo nos íbamos a perder uno de los grandes conciertos de este festival?. Los Pelletiers tuvimos la suerte de poder disfrutarlo a escasos metros del escenario. Y es que ver un concierto del General Patton es como dejarse atrapar por los cantos de sirena de la Odisea: una vez estas dentro ya no puedes salir jamás… Deberían hacer parques temáticos con el Universo Patton (Patton World o Patton Land, quizás).
Pero Dead Cross no sólo es Mike Patton… Un tal Dave Lombardo (no sé si les suena…) comenzaba el concierto aporreando sus baquetas y dando entrada a una rapidísima Seizure and Desist.
Acompañados por el bajista Justin Pearson y el guitarrista Michael Crain, Dead Cross sonaban contundentes, potentes y con un estilo difícil de definir, una mezcla de thrash, hardcore, a veces hasta grind, pero con ese toque Patton-iano que nos deja a todos a cuadros (y a falso escuadro también).
Continuaron con temas de su disco homónimo como Idiopathic, Obedience School, Shillelagh, hasta que cayó la primera versión, Dirt, de los Stooges. Hasta ahí el concierto no es que fuera bien, es que iba perfecto, ya que un Valley a rebosar estaba literalmente flipando con el carisma de Patton y con la fuerza y velocidad de la banda.
Hasta ese momento todo era lo correcto y esperable: el grupo sonaba bien, Patton desbordaba carisma por los cuatro costados, Lombardo seguía siendo una auténtica bestia tras los parches… Pero lo que nadie esperaba es que a Patton se le ocurriera subir a un chaval al escenario. No debía tener más de doce años y al principio la comunicación fue un tanto complicada, a parte de que el joven festivalier no daba mucho juego; pero eso no fue un impedimento para que consiguiera que su joven invitado hiciera los coros de una genial Bela Lugosi’s Dead.
Anécdota a parte, Dead Cross demostraron como a veces una superbanda puede ser una superbanda. Y es que, en ocasiones, esa etiqueta se pone muy a la ligera, simplemente porque se reúnan ciertas “estrellas” en un grupo. Porque ese prefijo, super-, hay que demostrarlo, sobre todo en directo, y viendo como interpretaron temas como Grave Slave, My Perfect Prisoner o Church Of Motherfuckers, en la parte final de concierto, hicieron que Dead Cross se reafirmara con esa etiqueta de superbanda.
Gran concierto de los norteamericanos, que acabó con con una versión de Nazi Punks Fuck Off y un corto medley de Raining Blood y Epic. Sencillamente brutal.
Después de estar en un bolazo así, teníamos que asimilar lo visto, pero en el Hellfest no te da tiempo a eso, así que nos pusimos rumbo a la Warzone. Atravesamos los cientos de metros que nos separaban, adentrándonos en el Kingdom of Muscadet, viendo la estatua de Lemmy y entrando en la citada Warzone, ya que Cro-Mags había empezado su show y no nos íbamos a perder a estas leyendas del hardcore-crossover thrash neoyorkino.
Desde que Mackye Jason, batería y miembro más antiguo de la banda, decidiera junto a John Joseph, el mítico vocalista de este grupo, resucitar a Cro-Mags en 2008, ya que la banda llevaba más de cinco años de hiato, parece que los neoyorquinos han alcanzado una segunda o tercera juventud, y eso se ve en su directo.
Un set list cargado de clásicos como We Gotta Know, World Peace, Show You No Mercy, Signs of the Times, Life of My Own o Hard Times, entre muchos otros, que nos deparó un par de sorpresas en forma de covers de Bad Brains: Right Brigade y Attitude.
Grandes clásicos del hardcore que nos hicieron danzar en una noche que se antojaba muy larga (y tanto..).
Volvimos a la zona de las carpas y mientras esperábamos a Dimmu Borgir, pudimos escuchar y ver un rato el death metal de Nile.
Pero lo que realmente me importaba eran los noruegos Dimmu Borgir, que traían nuevo trabajo, Eonian, después de tener muchos problemas con su anterior teclista, en lo tocante al registro de temas, desde 1999 hasta su expulsión del grupo.
Hace más de siete años que los noruegos no sacaban nada nuevo, así que las ganas de verlos eran inmensas.
Cuando llegué al Temple, este lucía repleto así que tuve que utilizar mi pericia de veterano en esta carpa para situarme lo suficientemente cerca como para disfrutar del bolo sin que algún gigante norteño me impidiera la visión.
Bajo un montón de humo y luces azules saltaron Shagrath y sus esbirros al escenario para encadenar dos temas de este nuevo Lp, The Unveiling e Interdimensional Summit, donde vimos el fuego por primera vez. Llamas que salían desde el suelo para calentar el ambiente, contrastando con los tonos fríos de los focos y de los ropajes de los músicos, que se habían puesto “o traxe de ir aos sitios”.
Como otras veces que he hablado de bandas como la que nos atañe, véase Moonspell por ejemplo, los sonidos pre-grabados confieren todo un halo de misterio, trasladándome a las catacumbas del infierno desde el primer momento y dejándome totalmente obnubilado durante todo el bolo.
Cuando conseguí salir de mi embelesamiento, sonaba The Serpentine Offering (In Sorte Diaboli, 2007), tema que se encuentra entre mis favoritos de la banda y que en directo suena brutal.
El frontman y multi-instrumentista noruego está que se sale. Dueño del escenario, seguro de sí mismo y tan teatral que, ayudado por esas voces que parecen provenir de ultratumba, llega a producir cierto desasosiego, cierta sensación cercana al miedo y al placer…
La banda se sacó sus mejores galas en Gateway, con todos los instrumentistas, excepto Daray (Baterista) y Shagrath en primer plano con fuego saliedo de un montón de puntos del suelo, envolviendo la imagen en luz y dándole un aspecto épico y festivo.
Los teclados que estas bandas suelen usar, aquí aporreados por Gerlioz, amalgaman el sonido, dejando a los guitarras, que se olvidan en buena parte de la rítmica, mucha libertad; de ahí que podamos distinguir riffs increíbles, aparte de que estos no dejen de moverse por las tablas alzando y bajando las seis cuerdas como les viene en gana. Pues eso hicieron Silenoz y Galder durante todo el show…
Los ritmos pesados, con esa cadencia particular de los noruegos en sus primeros álbumes, se fueron adueñando del bolo mientras este se acercaba al final y la banda se fue, entre llamaradas, con Progenies of The great Apocalyppse y Mourning Palace; firmando, para mí, uno de los bolos de este sábado y de este Hellfest 2018.
La jornada llegaba a su fin, pero no sin antes dejarnos caer por la Metal Korner a seguir haciendo el mal durante un rato más. Unos chupitos, más cerveza, buena compañía y vuelta a la pequeña casita de campo que los Pelletier tenemos año thrash año no muy lejos de las puertas del festival y cerca de la tan ansiada, todo el año, guitarra gigante.
Descansamos lo justo, porque todavía quedaba una gran tercera jornada…Pero eso lo dejaremos para otro artí-culo.
STAY PELLETIER
@PelletierHorror
@redgra
Texto: Martín Pelletier
Fotos: Santi Pelletier y Martín Pelletier